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Engañados y ofendidos

Elba Balloqui Almeyda escribe para denunciar lo que considera engaño por parte del ex contingente 26 de Julio, con los vecinos del edificio de siete plantas sito en calle 25 No. 160, entre Infanta y O, en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución, e impune incumplimiento de esa fuerza constructora del contrato hecho con la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV).

Cuenta que, dado el pésimo estado estructural del inmueble construido en 1927, era incluido en el Plan de Rehabilitación de la UMIV desde 2001, y no fue hasta mediados de 2010 que comenzaron los trabajos de reparación por el 26 de Julio. Pero las obras se interrumpieron en diciembre de ese año, «sin una explicación a la UMIV ni a los vecinos», señala.

Los materiales de construcción fueron retirados. No se llegaron a ejecutar la reparación de las fachadas principales ni el reforzamiento de elementos estructurales (balcones). Tampoco se reforzaron las columnas del sótano ni se acometió la demolición y levantamiento del muro que en el quinto nivel amenaza con desplomarse. Las labores se ciñeron al resanamiento, que, si bien era necesario, en modo alguno constituía lo único que demandaba intervención inmediata.

Precisa Elba que los vecinos han sido engañados durante cuatro años. Han acudido a todas las entidades involucradas, sin que hasta el momento hayan recibido siguiera una respuesta satisfactoria; «solo justificaciones que no convencen a nadie y falsas promesas que no se materializan».

La UMIV, la UPIV, el Consejo de Administración Municipal (CAM), el Consejo de la Administración Provincial (CAP) y la entidad constructora, entre otras, conocen la situación por las reiteradas denuncias de los vecinos de la interrupción de la obra y el desvío de los materiales.

«El CAM ha reclamado a la UMIV; la UMIV al Contingente, y la UPIV a Gecal —afirma—, pero lo único que han logrado es que cada año el edificio se mantenga en el Plan de Rehabilitación y Reforzamiento, y se continúen creando falsas expectativas en espera de las tan anunciadas conciliaciones entre Secons y otras empresas constructoras.

«Mientras tanto —apunta—, el edificio sigue deteriorándose aceleradamente. Y  llegará el momento en que, en el mejor de los casos, ya no pueda ser rehabilitado. Tenemos en nuestro poder copias de las inconsistentes cartas recibidas como respuestas a nuestras innumerables quejas. Y es la voluntad de todos los inquilinos que se esclarezcan los hechos, y se ponga fin a tan inconcebible desinterés», concluye Elba.

Cierto el maltrato

El 14 de noviembre de 2014, estando este redactor convaleciente de una compleja intervención quirúrgica, llegó a JR la respuesta de Amauris Mercader Betancourt, gerente general de la Sucursal Ciego de Ávila de Cimex, a la queja de Nuredin Milanés, residente en Morón, y reflejada aquí el 25 de septiembre de ese año.

Nuredin contaba que fue con sus dos hijas al Servicupet del gallo de Morón, en ese municipio. Y estuvieron más de una hora esperando que la dependienta comiera con toda su calma delante de los clientes.

Él, que es cocinero en el hotel Meliá Guillermo, de la cayería norte de Ciego de Ávila, expresaba: «Si por casualidad a un trabajador se le ocurre comer delante de algún     turista en la instalación y lo ven, es su último día de trabajo, o lo castigan severamente. O si en horario de prestación de un servicio, le decimos que no podemos atenderlo porque estamos comiendo, también se toman medidas drásticas».

Al respecto responde Amauris que luego de analizados los elementos se concluyó que, efectivamente, la trabajadora comía delante de los clientes. Y al analizar la cinta auditora, se evidenció que hubo demora de 40 minutos aproximadamente en la elaboración de los platos, mientras personal ajeno a la unidad operaba la caja registradora.

Precisa que, dada la gravedad de la indisciplina, se trasladó a una plaza de menor remuneración a la cajera dependiente, y se le aplicó un 25 por ciento de descuento del salario de un mes al jefe de turno, que se encontraba laborando en el momento de los hechos.

Agradezco la respuesta, aunque como muchas otras viene a descubrir el problema con la publicación en esta columna. Lo     ideal es que nunca sucediera tal desplante en el Servicupet de Morón, gracias a mecanismos de control y exigencia previsores.

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