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¿A dieta la dieta?

Tomás González Sánchez es chofer de la Base de Transporte de la ciudad de Cienfuegos, y su actividad fundamental es la distribución a la red del comercio minorista de la provincia de los productos alimenticios, tanto los normados como los liberados.

Por ello Tomás viaja constantemente fuera de la cabecera provincial, y para ello requiere de una dieta por alimentación, refrendada en la Resolución 267/2014 del Ministerio de Finanzas y Precios, vigente a partir de su publicación en la Gaceta Oficial de la República de Cuba el 10 de junio de 2014.

Aunque dicha Resolución establece que la dieta por gastos de almuerzo es de 30 pesos, Tomás revela que él solo percibe $3,50. Sin embargo, los integrantes de la tripulación que le acompaña, perteneciente a la empresa que solicita sus servicios, cobran 30 pesos de dieta cada uno.

Tomás no comprende por qué él no tiene derecho al aumento del valor de las dietas que establece dicha Resolución. Y señala que, según la respuesta de los directivos de su empresa, esta entidad está facultada para aplicar otras tarifas.

«¿Por qué a mí me consideran solo 3,50 pesos?», pregunta el chofer, quien está sumamente confundido con esos 3,50 pesos que para nada le alcanzan en la alimentación, dados los actuales precios de cualquier alimento.

«Los gastos de almuerzo —afirma— van por mi cuenta en los lugares que sea posible. Puedo estar equivocado, pero con la justicia demostrada se podrá ayudarme a entender», concluye Tomás, quien espera una respuesta esclarecedora desde Avenida 62 No. 8125ª, entre 81 y 83, en la ciudad de Cienfuegos.

¿Trova o traba?

Andro Marisma Frómeta (Ciro Frías 21, entre Ruenes y Maceo, Baracoa) es vecino de la Casa de la Trova de la Ciudad Primada, y recuerda con nostalgia los tiempos en que allí se interpretaba esencialmente trova fina y hermosa, sin amplificación. A manera de descarga.

Ahora, según el remitente, esa institución cultural derivó sus ofertas hacia la música popular y bailable, «cada día más alta, con equipos de amplificación».

El local es tan pequeño, y hace tanto calor en Baracoa, que en la Casa de la Trova abren cuanta ventana hay. Y en consecuencia no se puede vivir. «Es como si la música estuviera dentro de mi casa».

Afirma Andro que su abuela, descendiente de mambises, «murió sin poder dormir hasta pasadas las 12 de la noche, postrada como estaba en una cama». Y su mamá está bajo tratamiento psiquiátrico por insomnios recurrentes.

«Me pregunto cómo es posible que no se pueda conversar en nuestra sala por el escándalo. No se puede ver la televisión, a menos que subas casi todo el volumen.

«¿Hasta cuándo este carnaval? No estoy en desacuerdo con la recaudación de divisas para el país, pero no a expensas del pueblo. Ni siquiera puedo mudarme o permutar, pues los nuevos inquilinos estarían sufriendo lo mismo», afirma.

Andro se dirigió tiempo atrás al director municipal de Cultura, y al menos se resolvió el problema de después de las 12 de la noche. Ahora hay otro director, y todo sigue igual o peor.

«Me pregunto si no hay respeto por el pueblo, si no hay leyes que prohíben el exceso de ruido. Con solo eliminar los equipos de amplificación se resuelve casi todo.

«Aquí hay varias casas de alquiler en divisas que pagan impuestos al Estado. Y muchos turistas nos preguntan cómo ese mismo Estado permite semejante escándalo y malestar», enfatiza.

Esperar y esperar…

María Elena Herrera Cordero denuncia, en nombre de los vecinos de avenida 66, entre 49 y 51, en Marianao, el salidero de aguas albañales que hay en esa arteria, sin que aparezca solución alguna.

Manifiesta que las aguas sucias llegan al pasillo de su vivienda interior. Y es dramático vivir entre esa miasma. Por eso hace casi un mes que están informando a Acueducto, y les dicen que tienen que esperar 60 días. Y en su área de Salud les han dicho deben esperar 30 días.

Los vecinos de 66 entre 49 y 51 se preguntan por qué hay que programarse 30 o 60 días dogmáticamente para atender una queja y solucionar un asunto tan pernicioso, que amenaza la salud ambiental y personal de los ciudadanos.

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