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¿Y los bastones…?

Lida Fernández (Independencia Este No. 808 D, entre Avenida de los Mártires y Monumental, reparto Ricabal, Guanabacoa, La Habana) es una jubilada de 73 años, que padece de una enfermedad degenerativa de los huesos, la cual le impide trasladarse.

La señora no sale ya de su casa. Sus rodillas se han arqueado, y los dolores son cada día más fuertes. Ha ido a diversas consultas, le han aplicado diferentes terapias y fitoterapias. Pero nada le calma.

Le indicaron un certificado para un bastón simple, de manera que le alivie el dolor en la rodilla más afectada. Por ello, le dieron el teléfono de Cuba-RDA, para averiguar bien los trámites y realizar la compra del susodicho bastón.

El 15 de abril hizo una llamada a Cuba-RDA, después de pasar una hora en el trasiego comunicativo, pues le salía una contestadora, y no podía contactar. Al fin, al cabo de 15 minutos de insistir, respondieron que hace rato no hay bastón simple, y que por el momento no habrá. Ante la insistencia de qué hacer, la respuesta fue que había un año para que se venciera el certificado.

Lida no comprende que Cuba, un país que registra un envejecimiento poblacional vertiginoso, no esté preparada para garantizar un bastón de modelo simple a cada anciano, y que haya que adquirirlo por otra vía.

«No tengo dinero para eso —enfatiza—, porque vivo tan solo de una pensión de doscientos pesos. Pensé que era fácil, pero la realidad es otra. No pienso que cueste mucho hacer un bastón simple».

Horario cuestionado

Hurtado Pedroso Martínez (1ra. Estrella, Los Pinos, San Cristóbal, Artemisa) es un campesino que lleva sus productos a comercializar al mercado mayorista El Trigal, en la capital. Y tiene preocupaciones…

El agricultor considera que la disposición de establecer el horario de 5 de la tarde a 12 de la noche en esa instalación para el trasiego comercial se ha convertido en un verdadero problema para los productores que llegan hasta allí. Y es un criterio generalizado que no es el más idóneo ni favorecedor.

«Ese horario es una desgracia sobre las personas que vamos allí a trabajar. Puede haber hasta un problema mayor, porque siempre existen los malandrines que se aprovechan de la oscuridad de la noche para hacer sus fechorías. Ya el pasado lunes 13 se vio un incidente con alguien que cogieron robando mercancías, aprovechando la oscuridad».

Refiere que el lunes 6, por ejemplo, se fue la corriente eléctrica durante 25 minutos.

«Imagínense El Trigal oscuro, en plena faena de comercio —afirma—. Y las lluvias son en la tarde. Boyeros es una palangana para la lluvia. Esta semana a un compañero de provincia, con tanto aguacero, sus encerados no le fueron suficientes. Al no tener donde guarecerse, su producto, nada menos que el arroz, se le mojó», apunta Hurtado.

Refiere el productor que quienes van a comprar a ese mercado mayorista no quieren viajar en la noche. Y quienes deciden ir, suben aún más sus precios al consumidor al final. «Hay cuentapropistas que van a hacer sus compras, y ya casi cerrando el mercado aún están afuera tirados con sus mercancías, porque no encuentran a esa hora en qué trasladarlas».

Hurtado sugiere que se reconsidere ese horario, no debatido ni consensuado, al mercado El Trigal, «porque el que impusieron ocasiona graves problemas a todos los que concurrimos allí, que en fin, somos trabajadores».

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