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La tragicomedia de la tarjeta

Buscando evitar las extensas colas durante los días de cobro de su chequera de jubilada, la granmense Gloria Morales Gutiérrez (Calle Caridad, No. 168A, entre Luz Caballero y Plácido, Manzanillo), se decidió al fin a cambiar del método tradicional de pago al moderno de la tarjeta magnética.

En la dependencia del INASS en su territorio la orientaron sobre los procedimientos correspondientes y de ahí partió al Banco Popular de Ahorro (Sucursal 7592), para solicitar el servicio, evoca la remitente.

Le realizaron todo el trámite de rigor para obtener el dispositivo electrónico en agosto de 2014, y en octubre de ese mismo año le fue entregado. Luego se dirigió al INASS para que la activaran en el sistema de pago y le orientaron que volviera en los primeros diez días del mes de noviembre para que rectificara que ya estuviera en funcionamiento su chequera a través de ese nuevo modo de cobro, refiere Gloria. «Pero aquí es donde comienza mi mayor problema», se duele la veterana…

Y a continuación narra que cuando visitó en noviembre la institución «me comunican que no salía en el sistema, que fuera al Banco. Me entrevisté con la Gerente del Banco, la cual me orientó que volviera en diciembre, porque daban de tres a cuatro meses para salir en el sistema, que no me preocupara. Así, compañeros, llegó enero de 2015, al no salir en el sistema me hicieron una nueva tarjeta pues (…) la que me habían entregado en octubre de 2014 tenía problemas y no servía»…

A fines de febrero de 2015 le entregaron a la afectada una tarjeta nueva. Fue al INASS y le comunicaron que sí, que ahora sí salía en el sistema automatizado, pero con el número de la vieja tarjeta.

«Yo les digo que en el Banco me dijeron que esa no servía, y que no la iba a poder usar. Así que acto seguido regresé al Banco para comunicarle a la Gerente lo que me habían informado en el INASS», relata la granmense.

La máxima autoridad de la sucursal bancaria decide entonces solicitar otra tarjeta con el número anterior, es decir, aquel número fallido de octubre de 2014.

«Regreso en marzo; aún no había llegado la tarjeta y en el INASS me recogen la chequera, porque ya salía por el sistema de las dichosas tarjetas magnéticas», rememora Gloria.

La Gerente del Banco, en todo momento muy preocupada por el caso, comienza a hacer reclamaciones a la provincia. Desde esa instancia, según supo Gloria, se salieron del problema afirmando que «esto viene de la capital del país y ellos no tenían nada que ver con eso».

En abril, la jubilada comienza a cobrar por reservaciones de saldo en el Banco, «con mucho papeleo y trabajo». El 14 de junio, la Gerente de la sucursal 7592 envió cuatro cartas de reclamación al Director provincial de su institución y otros Jefes de departamentos implicados. Todo infructuoso…

Y así, como en una trágica comedia, hasta la fecha de escribirnos (16 de julio) la veterana granmense aún aguardaba por el milagroso dispositivo magnético, pasando mil penurias para seguir cobrando.

¿Quién responde por tamaña ineficiencia? ¿Cómo es que se introducen y perduran tanto los errores en sistemas automatizados que se supone sean de extrema seguridad?

Lo hemos dicho en otras ocasiones, pero no huelga repetirlo: más temprano que tarde habrá que crear mecanismos legales y administrativos para que absurdos de esta laya sean resarcidos no solo con el servicio largamente esperado, sino también con una  indemnización. Parece que a puro llamado a la conciencia y la laboriosidad, no funcionan los procesos. Esperemos.

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