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Salideros y más salideros…

En medio de la intensa sequía que nos azota, en Manzanillo la situación con el agua llega al extremo del derroche, según el testimonio de dos habitantes de esa ciudad.

El doctor Pedro Manuel Rodríguez Sánchez, Profesor Titular de la Universidad de Ciencias Médicas de Granma, y vecino del edificio 64, apartamento A-6, Reparto Camilo Cienfuegos de esa ciudad, denuncia que justo frente a su hogar corre un río de aguas claras provenientes de salideros del Acueducto.

Dicho torrente anega la entrada impidiendo el paso a los vecinos y transeúntes y es criadero de mosquitos.

El agua, precisa, corre desde la altura de la carretera que desciende de Valerino, inunda la entrada del edificio, y continúa su cauce hasta el mar. «Es un testimonio incuestionable de las falencias constructivas y de mantenimiento que tiene el acueducto de esta ciudad. ¿Hasta cuándo nos vamos a permitir las ineficiencias del acueducto, que tantas esperanzas despertó?», cuestiona el doctor Pedro Manuel.

Y Jorge Luis Sánchez Gallardo, residente en Rafael Oro No. 255, entre 12 y 13, en el reparto Vázquez de esa ciudad, coincide en que hay serios problemas de abastecimiento de agua en Manzanillo que tienen que ver con grandes y pequeños salideros por doquier.

Y entre los salideros están los ocasionados por personas inescrupulosas, que perforan las conductoras para regar sembrados de arroz, o para bañar caballos.

Y el colmo es la revelación que hace el remitente: el 18 de septiembre se anunció en esa ciudad la afectación de una parte del sector 8 «porque se robaron un tramo de la conductora desde el Servicentro Cupet hasta el Hospital Psiquiátrico».

Para Jorge Luis «es inconcebible que estas cosas sucedan». Él considera que no se puede postergar la decisión de frenar tales hechos, porque «el país destina cuantiosos recursos para solucionar el abasto de agua a la población, en momentos en que se atraviesa una grave sequía».

¿Por qué unos sí y otros no?

Isidro Nueva Porro (Avenida Paquito Rosales No. 261,  Reparto Caimary, Manzanillo) tiene preocupaciones sobre el rasero para otorgar los créditos bancarios a los ciudadanos.

En específico, Isidro aborda el tema de los créditos para la compra de materiales de construcción, diseñados con el fin de mejorar la situación de vivienda del pueblo. Hoy se han convertido en otro problema del día a día del trabajador estatal y de la familia cubana, apunta, producto de la dificultad de poder encontrar los dos dichosos codeudores.

Es tanta la necesidad y son tantos los problemas de vivienda, apunta, que el trabajador o tiene crédito o ya es codeudor y la capacidad de pago disminuye. O tiene interés en pedir uno.

Sin embargo, contrasta, ahora se autorizan créditos a los trabajadores por cuenta propia sin necesidad de codeudores, solo con el respaldo de la actividad que realizan como no estatales.

Isidro pregunta:

«¿En los momentos actuales, el trabajo estatal no es garantía para el otorgamiento de un crédito bancario sin necesidad del respaldo por otras personas? ¿El esfuerzo y el apoyo del trabajador estatal a la economía del país, no es garantía para que el Estado piense en otra variante para el otorgamiento de dichos créditos? Y con respecto a los créditos para la compra de artículos de cocción de alimentos, ¿por qué obligatoriamente tienen que ser en cheques bancarios?».

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