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Hay sequía... y otras cosas

Dos o tres aguaceritos no nos pueden diluir la memoria y la conciencia del ahorro en un país que sigue sufriendo una severa sequía. Da vergüenza que, mientras tantas personas carecen de agua, se despilfarre impunemente en ciertos sitios eso que llaman «líquido vital».

Mairely Azcue Ferrera reside en la comunidad La Gallega, en calle B, Edificio 2, Apto. 7, en las afueras del municipio capitalino de Guanabacoa. Por eso, se ensoberbece cuando cada día transita por la carretera que va desde Campo Florido hasta el puente de Santa Fe y observa los salideros que corren como ríos, hace bastante tiempo, a ambos lados de la vía.

Precisa la remitente que a esa carretera se le hizo una reparación capital, como nunca ella vio en más de 30 años. Y solo pudieron disfrutar de tal mejora vial unos 30 días. Apenas concluida la obra, comenzaron a romperla para la instalación de las nuevas tuberías de agua. Las zanjas se hicieron profundas, bien separadas de la orilla y de una acera a otra. Luego recubrieron con un poco de cemento y listo.

Resultado: los salideros son aun mayores. En cualquier parte puedes encontrar una unión desconectada, de donde brota agua como de una fuente. Y la carretera, rota por tantos pedazos, ahora está peor que antes, llena de baches que la hacen intransitable.

La ruta de ómnibus 464, del paradero de Peñas Altas, único medio de transporte público que hace el recorrido Guanabo-Guanabacoa, se ha suspendido en más de una ocasión hasta que no reparen los tramos más dañados. «Sí, vienen y “arreglan” algunos baches y nada más. El agua sigue botándose», afirma.

Nadie se ha preguntado, refiere, cuánto se invierte en la purificación de esa agua, cuánto cloro, alúmina y electricidad para el bombeo se gastan en ella. «A nadie le preocupa la intensa sequía que estamos padeciendo, ¿o es que estamos esperando a que las presas de Bacuranao, La Zarza y La Coca, que son las que abastecen esta zona, también se queden por debajo de sus niveles para tomar cartas en el asunto?».

Mairely tampoco entiende la falta de integralidad y la desconexión de las inversiones entre servicios que coexisten en el mismo sitio. «¿Por qué Acueducto y Viales no se pusieron de acuerdo sobre quién debía hacer primero el trabajo, de manera que la carretera se hubiera reparado después de la instalación de las nuevas tuberías? ¿Por qué no se hacen pruebas antes de sellar, para ver si no hay salideros y se ha trabajado con calidad? Son muchos los recursos que se invierten en esto, para malgastarlos de semejante forma», concluye.

La llave de cualquiera

Maileny Dueñas vive en la calle 6ta. del reparto Osvaldo Herrera, en Santa Clara, y labora en el Archivo Central de la Universidad Central de Las Villas. Y escribe «porque es vergonzosa la falta de respeto a la población con el tema del agua».

Caminando por las calles de esa ciudad, Maileny se topa con decenas de salideros, «que se pasan hasta una semana y no los ve nadie; es como si a nadie le doliera», enfatiza.

Sin embargo, con la crisis del agua, a su reparto lo han dividido en tres para la distribución del líquido. La zona de ella pertenece al rebombeo, y por los medios locales se informa que el rebombeo va a estar mañana y tarde.

«Pero los responsables de Acueducto inventaron una famosa llavecita de la discordia. Antes de instalarla todos cogíamos agua a la vez. Ahora ellos la abren, y la gente la cierra. Entonces cogen agua unos y otros no.

«A nosotros nos toca cada cuatro días, cuando no hay problemas. Pero a veces, por culpa de la llave, no podemos acceder, porque cuando nos corresponde cierran la llave. Después la quitan, para que el tanque se recupere. Y por la tarde, los de Acueducto la cierran, porque suponen que ya cogimos. Así, nos hemos pasado dos y tres ciclos sin agua. Se ha llamado por teléfono y no nos hacen caso. Se han ido a quejar a la Dirección Municipal de Acueducto, y lo hacen bien dos o tres ciclos, pero se vuelve a lo mismo», señala Maileny.

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