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Ni una cosa, ni la otra

Asombrosamente, el 9 de julio de 2014, cuando Yanisel Bonilla Ramírez llegó a Cuba, al término de su misión internacionalista en tierra venezolana, el televisor que había remitido desde allá el 23 de mayo anterior, no había arribado aún a manos de su destinatario. El envío había sido por DHL y el ítem-guía del paquete era el 6898805701, evoca la remitente, que reside en Carretera Caletón s/n, Boca de Dos Ríos, Guamá, Santiago de Cuba.

Yanisel se dirigió entonces al centro de Correos de Cuba de su municipio, donde dialogó con Daimara, su directora. Esta se comunica con el Centro provincial, donde verifican en el sistema automatizado para rastrear dónde se encontraba el paquete de la afectada. Se informa entonces a la reclamante, a través de la directiva de su municipio, que el televisor —Samsung de 32 pulgadas— estaba en La Habana, que debía esperar unos días para que llegara, relata la santiaguera.

«Por mis medios consigo un número de teléfono del jefe de Mensajería nacional y me comunico con él (…). Vuelve a buscar mi envío en el sistema y me dice que estaba en Santiago de Cuba desde el 18 de junio, con número de envío RR016925304cu, y que había entrado por el canal naranja», rememora la colaboradora.

Al ver que la cosa se extendía en los predios del peloteo, la santiaguera se personó en la instancia provincial de Correos de Cuba, allí la atendió la especialista Aymé López, de Atención a la población. Ella realizó varias verificaciones en el centro de clasificación, que es adonde llegan los envíos directamente. En esta instancia le afirman que su paquete había llegado «relacionado, pero no físico, o sea, estaba en papeles, pero la tv jamás llegó».

Por supuesto que la colaboradora formuló una queja allí mismo. Le tomaron todos sus datos y le aseveraron que en 30 días como máximo tendría una respuesta. Al cabo del mes se comunicó la reclamante con la oficina correspondiente de Correos de Cuba y le responden que todavía su expediente «estaba abierto y que tenía que seguir esperando. Pasaron dos meses y sin respuesta alguna»…

Luego de algún tiempo, tras insistentes llamadas de la afectada, recibe una carta fechada el 18 de diciembre, pero que llegó a sus manos a finales de enero de 2015. La misiva venía a nombre del director del centro (no aclara si provincial o nacional), en la que se explicaba que «lamentablemente su envío se había perdido, que debía ser indemnizada por el valor de 130 CUC. Poco después recibo una llamada telefónica del departamento de Atención a la población (…) diciendo lo mismo».

«Le contesté que no estaba de acuerdo con eso —refiere la lectora— porque esa cifra no me repone el televisor, ya que hoy en día en las tiendas se venden a un precio que triplica la cifra. Yo realmente quiero mi televisor o al menos la cifra para poder adquirir uno».

Le indicaron entonces que debía acudir al centro y redactar una carta que expresara su inconformidad, la cual ella no hizo. De ahí recaló la santiaguera en el Departamento de Atención a la población de la Asamblea Nacional del Poder Popular y esa instancia tramitó su queja al Departamento homólogo de Correos de Cuba, y este sería el encargado de darle contestación.

Además, le explicaron que en caso de no estar de acuerdo con la respuesta, podía volver a escribir. Sin embargo, aún al momento de escribirnos (2 de octubre), Yanisel aguardaba porque la contactaran o le ofrecieran alguna respuesta, señala la remitente.

«Es bueno decir que cuento con la factura de pago y los papeles del envío. Hace ya un año y cuatro meses que realicé el envío y ni una cosa ni la otra», se duele la lectora.

Poco hay que añadir ante casos como este, que ya son harto conocidos en nuestra columna. Hasta que ineficiencias de este tipo no cuesten a las instituciones y personas implicadas altas indemnizaciones, tal vez sigamos presenciándolas con tristeza.

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