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El ojo del amo…

Desde Santa Cruz del Sur, en la provincia de Camagüey, Licet Gallardo Reyes, cuestionaba aquí el pasado 25 de octubre los enrevesados y laberínticos mecanismos burocráticos para hacer justicia al consumidor en Cuba, a partir de la historia que sufrió en carne propia.

Contaba que el 15 de enero del actual año adquirió un teléfono inalámbrico Panasonic, por valor de 62.45 CUC, con su tarjeta magnética de descuento como colaboradora internacionalista. Y el mismo comenzó a presentar problemas hasta que, definitivamente, tuvo que hacer su devolución al técnico del taller correspondiente el 25 de febrero pasado.

El técnico le dijo que debía esperar unos días, a que él fuera a la cabecera provincial, para que le dieran el comprobante, y entonces Licet lo debía llevar a la tienda donde lo adquirió.

Así lo hizo. Entregó la propiedad del equipo, el papel del técnico y el comprobante de compra al económico de la tienda, quien le dijo que debía esperar 30 días para que le reintegraran el dinero correspondiente en la tarjeta.

Licet esperó 30 días, y la respuesta del económico fue la misma: Había que esperar. Fue a la tienda varias veces y… había que esperar. Se entrevistó con el gerente de la misma, quien, a todas estas, pensaba que ya el problema se había resuelto. Llamó al económico, quien le dijo que iba a revisar el asunto, pero… había que esperar.

Al fin le dijeron a la cliente que en Fincimex en Camagüey se había perdido el comprobante, y ya se había enviado la copia. Pero… había que esperar. Transcurrieron seis meses… y nada.

A inicios de septiembre de 2015, Licet llamó a Atención al Cliente de Fincimex en Camagüey, y le recogieron la queja, asegurándole que en una semana habría respuesta. Ella esperó la semana y llamó, pero le dijeron que el problema «se estaba procesando». El 5 de octubre volvió a llamar y le dijeron que estaban esperando que el económico diera una respuesta. Licet llamó a la Gerencia de Fincimex, y le indicaron que debía llevar la carta de entrega, fecha y número de reporte de cuando el económico entregó todo, para que le hicieran la devolución.

«Yo no tengo esos documentos, afirmaba Licet, es responsabilidad de la tienda. ¿Quién es el del problema, el cliente o la tienda?».

Al respecto, responde Nélida Báez Lago, gerente general de la Sucursal Camagüey de Cimex, que en este caso «se violó la disciplina por el especialista en Gestión Económica encargado de dar respuesta a Licet, al maltratar a la cliente, engañar a las instancias superiores en el seguimiento del trámite correspondiente, así como por involucrar indebidamente a Fincimex, refiriendo que esta entidad tenía en trámites la devolución del artículo, sin asistirle razón para ello».

Es una violación grave de la disciplina laboral, añade, asociada a un hecho de maltrato al consumidor de carácter continuado. Es una violación del Manual de Normas y procedimientos del Comercio Minorista en cuanto a control de efectivo, protección al consumidor, medios y formas de pago a través de tarjetas magnéticas. Y daña el prestigio del Grupo Empresarial Cimex.

Al especialista en Gestión Económica se le aplicó la medida disciplinaria consistente en separación definitiva de la entidad, añade Nélida, y concluye que «la Sucursal Cimex Camagüey tiene el compromiso de atender y aclarar todas las inquietudes de sus clientes, para mantener una actitud favorable hacia los servicios y ofertas que brinda el Grupo Empresarial Cimex».

Agradezco la respuesta, la cual, por cierto, no refiere lo más importante: si se le reintegró a Licet el dinero en su tarjeta magnética. También los hechos arrojan que los superiores del especialista en Gestión Económica no estaban al tanto ni controlaron el asunto. De lo contrario, habrían detectado la dilación, el engaño y el maltrato y hubieran obrado en consonancia, no ya haciendo la autopsia. El ojo del amo… engorda el caballo…

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