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El camino de nunca concluir

Hace diez años los vecinos del batey El Carmen Hernández, del consejo popular Juan Gualberto Gómez, municipio matancero de Unión de Reyes, denuncian, sin solución alguna, lo intransitable del camino que va hasta el poblado de Cabezas.

El alerta lo envía Dayamí Bravo Herrera, quien apunta que no se puede pasar en tiempo de lluvia, con la consiguiente ausencia de los niños a sus clases en Primaria y Secundaria. Y personas necesitadas de hacer un trámite o de ir a la consulta del médico en Cabezas, tienen que recorrer a pie la distancia. «¿Nadie siente ese dolor? ¿No se dan cuenta  de que somos tan cubanos como los que tienen la posibilidad de resolver nuestra problemática?», cuestiona Dayamí.

Varias veces, dice, se ha informado que están los materiales, el combustible y el presupuesto para el arreglo. Inician la obra, gastan petróleo y miles de pesos desmontando cunetas y emparejando el camino. Pero el relleno nunca llega, y no saben por qué. La delegada del Poder Popular se desgasta en gestiones. Resultado: al caer el primer aguacero se pierde lo hecho y se pone en peores condiciones.

«¿Por qué no nos explican con claridad cuál es la verdadera causa por la que no acaban de arreglar el camino? Esta es una zona que produce para la alimentación del pueblo. Y el campesino, para sacar su producto pasa mucho trabajo.

«No pedimos una carretera central, sino un camino que valga la pena», concluye Dayamí. Y esperamos respuesta del Consejo de la Administración Municipal en Unión de Reyes.

El precio de ciertos precios

El pasado 26 de noviembre, Aminael Rodríguez compró un flotante para su tanque de agua, a 60 CUP, en la tienda El Escorial, en Monte esquina a Cárdenas, en la capital, de la cadena de Mercados Artesanales Industriales (MAI). Y ese mismo día, descubrió que en La Vanguardia, de esa cadena, en Monte entre Águila y Ángeles, se ofertaba el mismo flotante con la válvula de bronce y la boya plástica en color azul, pero al precio de 45 CUP.

Regresó a El Escorial y planteó su inquietud por la variación del precio a la administradora, quien le dijo que cuando el producto lleva en la tienda más de seis meses, sufre depreciación; por consiguiente, se le aplica rebaja en el precio de venta. Y la fecha de entrada por tarjeta de estiba de tal producto a esa tienda era de solo unos días. Pero Aminael no pudo confirmar la fecha que tenía la tarjeta de entrada de los flotantes en La Vanguardia.

Y recordó que meses atrás, en ese mismo MAI, adquirió 15 metros de cinta para antena de televisión por el precio de tres pesos por metro (los revendedores los tienen a cinco o más). Pero la cinta no estaba en exposición. Al preguntarle a la dependienta si tenían cintas para antena, ella llamó a otro empleado, quien la sacó del almacén.

A Aminael le preocupa que, entre ciertas irregularidades, pueda haber administradores en conturbenio con dependientes, jugando con los precios de los productos como si fueran dueños de los establecimientos estatales.

Insiste en que muchas veces las medidas que se tornan no parecen que hagan escarmentar a los infractores del consumidor. Le ha sucedido que, cuando hace una pregunta para esclarecer la situación, la consideran impertinente y capciosa, y no le han dado las explicaciones adecuadas como cliente.

Reflexiona acerca del daño moral,   aparte del económico, que causan las violaciones de algunos precios con productos de alta demanda. Incluso, cómo son vendidos a los revendedores, quienes los ofrecen a precios inalcanzables para los de menores ingresos, la mayoría de la población. Y todo el mundo permanece inmutable, viéndolo como lo más natural del mundo.

Aminael espera una respuesta esclarecedora en su hogar, en O Reilly 360. apto. 1, entre Habana y Compostela, La Habana Vieja.

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