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Pican calles y aceras

Desde calle 9, edificio 1, apto. S, entre A y B, Bejucal, denuncia Emilio N. Lorenzo Surí que cualquiera rompe  arterias y aceras de esa localidad mayabequense impunemente, con arreglos «por cuenta propia» que pueden ir sembrando la anarquía y el caos.

Cuenta que hace una semana alguien, intentando resolver una tupición o un salidero, rompió la acera en calle 11, esquina a A, y dejó los escombros entorpeciendo el paso.

Recuerda que hace tres años rompieron la acera de la esquina de 9 y A y dejaron un hueco sin tapar allí. Fue cuando él escribió al periódico Mayabeque. Un funcionario de Acueducto lo visitó para explicar por qué no se había restaurado la acera y no se había tapado el hueco. Y le aseguró que en breve se resolvería el problema. El funcionario solicitó a Surí que firmara la constancia de que lo había visitado y le dio explicaciones.

«Hoy siento —señala— que se burlaron de mí y que me irrespetaron, al prometer algo que no han cumplido. ¿Quién responde por esto? Yo no sé en otros municipios, pero en Bejucal se pican calles de acera a acera en busca de la conductora maestra, para tener agua en sus casas».

Cuenta que un domingo a fines de 2016 él llamó al Poder Popular municipal para informar que unas personas estaban picando una calle para hacer una conexión de agua. Y lo que hizo la funcionaria fue interrogarlo: cuál era su nombre completo y dirección, número de su teléfono; y si quienes rompían la calle eran trabajadores de Acueducto o no.

Surí le sugirió que por qué no iban hasta el lugar, a solo tres cuadras del Gobierno. Y la respuesta fue que si la llamada era anónima, no podían perder el tiempo en ir hasta allí sin tener la certeza.

«Por lo que menos se preocupó, dice, fue por preguntarme la dirección donde se cometía la infracción. Primero iban a verificar si yo existía y luego irían al lugar del hecho». Comprobar lo que él denuncia, enfatiza, no es difícil. Solo tienen que salir de las oficinas y caminar las calles del municipio, concluye Surí.

Entre heces…

Rosa Parra Fernández (calle 62, edificio no. 1920, apto. 3, entre 19 y 21, Playa, La Habana) escribe molesta por la situación que tienen con la línea que va directo a la fosa del edificio, la cual se encuentra caída. Por ello, las heces fecales no pueden llegar directamente a la fosa, lo que provoca desbordamientos de la misma.

El asunto lleva más de diez años. Es planteamiento regular en asambleas de rendición de cuenta. Los vecinos lo han reportado en Edificios Múltiples, el Gobierno municipal y Saneamiento (ex Aguas Negras).

El último reporte se hizo en noviembre de 2016, para que enviaran una pipa de alta presión a aliviar la tupición y el desbordamiento de las heces, que llegan a la Avenida 19. Les dijeron que no podían enviarla porque solo existían dos pipas. Había que esperar. Volvieron a llamar y esa vez los equipos estaban para el Malecón. Aún están esperando…

La línea ha sido aliviada o destupida apenas por gestión particular de los vecinos.  Y ya no resuelven con la pipa. La línea está rota y la solución es hacerla nueva.

El año pasado la Presidenta del Gobierno pasó por allí, se detuvo y habló con los vecinos. Quedó en mandar una brigada, no solo para ese edificio. Ella cumplió: la brigada vino en un carro con los materiales. Pero cuando terminaron en el otro edificio, montaron los materiales en el carro y dijeron que venían al otro día para empezar en el de ellos. Esta es la fecha en que siguen esperando…

Rosa vive en el primer piso. Con la línea llena, cuando descargan los apartamentos de arriba, las heces salen por su casa. Y la pudrición está filtrando paredes. «Desde noviembre pasado los vecinos de la planta baja hacemos las necesidades fisiológicas en jabas de nailon y las echamos en la basura. Además, debajo de la sala de mi casa se encuentra la cisterna del edificio y se puede contaminar, si es que ya no está contaminada».

El 13 de febrero se entrevistó con una especialista de Atención a la Población del Gobierno de Playa. Le dijo que le llevara una carta con la situación, y esperara unos días a que se fuera a verificar. Esperó una semana y no fueron. Volvió a verla y la mandó con otro especialista. Este le dijo que esperara al jueves 2 de marzo o el viernes 3. «Tampoco han venido», concluye.

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