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¿Quién permitió aquello?

El pasado 6 de octubre, y desde Arroyo Naranjo, La Habana, Eneida Burke censuró que en la Agencia de Ómnibus Nacionales de Palma Soriano, Santiago de Cuba, una arbitraria disposición prohibía colocar en los equipajes de los pasajeros las etiquetas que señalizan al dueño. Y decía que, como hay pasajeros que se apean en los tramos, quién le garantiza al chofer, más en horario nocturno, que esté entregando a su verdadero dueño el equipaje.

Ese 6 de octubre, también criticaba la medida Luis Domínguez Rodríguez, quien reveló que, por ello, los choferes de ómnibus exigían que los pasajeros depositaran en los equipajes sus respectivos carnés de identidad, para que, una vez en su destino, pudieran identificarlos.

«Imagínese usted, decía, qué sucederá si uno de esos equipajes se extravía. ¿Cómo quedaría el pasajero, sin su pertenencia y, además, sin su carné de identidad para iniciar una reclamación? Y ello trae aparejada la violación de que el pasajero no lleve consigo el carné que lo identifica ante cualquier situación que se presente en el trayecto».

Responde Aidel Ramón Linares, subdirector comercial de la Empresa de Ómnibus Nacionales, que la medida constituye una violación y muestra de falta de calidad que puede incidir en la ocurrencia de extravíos.

«Considerando que la Agencia de Palma Soriano pertenece a la Empresa Provincial de Transporte de Santiago de Cuba, apunta, y comercialmente es atendida por la Empresa Viajero, teniendo en cuenta lo establecido por el Reglamento Comercial de Ómnibus Nacionales, se indicó a todas las UEB de nuestra Empresa cuyos vehículos transitan por dicha localidad, que corresponde a las tripulaciones asumir el etiquetado y carga de los bultos, por lo que cada Departamento Comercial de nuestras unidades deberá garantizar el cumplimiento de la anterior indicación.

«Para ello, acota, los choferes reciben en el módulo para su servicio en carretera (rutas y flete) los correspondientes tiques o comprobantes de equipajes. Y para evitar el atraso en el turno, plantea, se incrementaron cinco minutos en la parada en esa agencia, y se modificó el itinerario de la ruta, conjuntamente con la subdirección de Operaciones. La anterior indicación constituyó un acuerdo de la Reunión Nacional Comercial efectuada el pasado 24 de octubre, y comenzó a surtir efectos a partir del día siguiente».

Agradezco la respuesta. Y solo imagino qué nivel de descontrol había allí, al punto de que se instrumentara como algo normal tal absurdo, lesivo a la tranquilidad y el respeto a los pasajeros.

Cuánto invento funesto, a su imagen y semejanza, puede estar por ahí haciendo de las suyas, por la ocurrencia súbita o comodidad de alguien especializado en complicarle la vida al prójimo.

Cara y con problemas

Liván Salazar Morejón (calle Cuarteles 121, entre Solano Ramos e I. de Armas, Pinar del Río) compró en abril de 2016 a 49,95 CUC, una cajita HD Soyea, para la TV Digital, y le llamó la atención que el control remoto que traía era de mala factura, comparado con otros de más cuerpo y acabado. Desde un inicio el mando tuvo problemas. El compartimento de las baterías no estaba bien diseñado y era inestable, por lo que había que acomodar aquellas para que funcionara.

Al terminar la garantía de seis meses, muchos botones obraban a capricho. Si se subía el volumen cambiaba el canal o ibas a la guía y te abría el USB. Liván averiguó —aclara que por canales informales— y supo que lo del mando era común, a pesar del precio descomunal de los decodificadores.

Hace unos meses la mayoría de los botones no trabajan, en especial los de subir y bajar volumen y cambio de canales, los cuales impiden la navegación en las demás funciones. Liván llamó a los servicios de Postventa de Cimex, cadena que vendió la cajita, y le dijeron que para el mando no entra nada de esa marca hace mucho tiempo.

«¿Ahora qué hago? ¿Tengo que volver a gastar 50 CUC para ver TV Digital por otros seis meses? ¿Por qué asumir el costo de lo que fue una mala inversión de alguien al comprar una marca de baja calidad? No entiendo que los costos sean tan exagerados, sobre todo para el salario cubano medio, y la calidad sea tan mala.

«Con las cajitas llueve sobre mojado. Al final solo oímos justificaciones y promesas de lo que viene, con una solución: desembolsar otros 50 CUC», concluye.

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