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Criterios desde el surco sudoroso

En el «agro» hay una larga cadena de instituciones y organizaciones; el último eslabón es el campesino, que depende de las condiciones objetivas de la economía, pero también de la gestión de cada uno de esos actores, de factores subjetivos como métodos de dirección incorrectos, arbitrariedades y burocracia.

Lo dice Lienel Vigoa Bello (calle 37 entre 34 y 40, Artemisa), presidente de la ANAP en la cooperativa de cultivos varios Tomás Álvarez Breto. Y añade que las diversas formas productivas (CPA, CCS y UBPC) se vinculan con empresas agropecuarias estatales, que deben facilitar lo necesario para sus producciones y comercialización.

A su vez, las cooperativas mantienen relación con las delegaciones de la Agricultura en los territorios, las que se encargan de la implementación y control de las políticas estatales. Su función es apoyar y fomentar el desarrollo del movimiento cooperativo. Además, está el Grupo Empresarial de la Agricultura, al cual la empresa rinde cuentas con sus planes de trabajo.

Las cooperativas reciben orientaciones metodológicas de la Delegación, se vinculan con la empresa agropecuaria, que certifica sus registros contables y brinda información estadística a otras instituciones. Reciben apoyo político del Partido y además tienen la asesoría constante de la ANAP, mediante las organizaciones de base, para influir en los socios y lograr unidad e integración a las comunidades.

Las cooperativas, refiere, firman contrato con la empresa para comercializar a través de Acopio, y realizan las asignaciones de la demanda de insumos en la contratación con el Grupo Empresarial de Logística del Ministerio de la Agricultura (Gelma), el comercializador. Las cooperativas contratan con Gelma, pero deben contar con la empresa. Y el Banco media en el pago de empresa a cooperativa. Hubo un mecanismo, el de pago por facturas, que favorecía a la cooperativa cobrar sin demoras directamente en el Banco. Pero ya no se aplica.

Para Lienel, las cooperativas sufren errores que las conducen a una mala autodeterminación. Se traduce en mal control, mala gestión de directivos de la empresa, y una ideología errónea de centralización de los recursos, comenta.

Como muestra, anota que a tres meses de iniciado 2018, aún no tienen contrato firmado entre la empresa y la cooperativa. También, que los recursos están centralizados por el grupo empresarial, y se favorece a la empresa estatal y sus fincas. La empresa es juez y parte, añade, pues cuenta con sus fincas, las cuales prioriza por encima de las CCS al asignar los recursos en Gelma, que no asegura insumos para las cooperativas. No se respeta el contrato.

Otra traba: la cooperativa no puede comprar directamente su aceite mineral; tiene que hacerlo a través de la empresa agropecuaria. «Hace casi un año que no hay ese producto, importante para fumigar contra la Sigatoka en el plátano».

Hay impagos a los productores, dice, la empresa no tiene liquidez y depende de créditos bancarios cada año; además de que no se planifican bien los créditos. Al escribir el pasado 2 de abril, se esperaba la aprobación de una instancia superior para que los campesinos lograran cobrar cuatro meses de atrasos en los pagos.

Así, dice, el campesino sufre la mala gestión comercial de la empresa, pues no puede contratar ni vender su ganado directo al matadero. No puede comprar subproductos de la caña de azúcar para el ganado, ni medicamentos, ya que son por medio de la UEB Veterinaria del territorio o con Labiofam en pequeñas entregas. No puede adquirir en tiendas en CUC, pues la cooperativa no tiene cuenta en CUC. No tiene acceso a maquinarias ni piezas de repuesto, ni equipos de riego, que vienen por inversión y se complejiza su adquisición. Se dificulta cualquier construcción, pues todo es centralizado. Los mecanismos para ejecutar una inversión son largos y desgastantes. También necesitan mayor atención por parte de la PNR, ante los robos de que son víctimas.

«No hemos podido alcanzar la visión de la cooperativa agropecuaria perfilada hacia el desarrollo, la eficiencia y el bienestar de sus integrantes», sostiene.

El pasado 6 de abril, Lienel volvió a escribir: «En el día de hoy nos informaron que se preparaba el pago a los campesinos, pues a la empresa agropecuaria el Banco le asignó un crédito. La situación se alivia, pero para el fin de año es seguro que se vuelva a quedar sin dinero. Los problemas de base continuarán afectándonos a todos. Esos son más difíciles de resolver», concluye.

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