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Solucionado, pero costó Dios y ayuda

Como no se puede vivir entre aguas sucias, el pasado 14 de septiembre Santa Efigenia Pérez Suárez denunciaba aquí, desde la localidad matancera de Colón, que desde el 4 de abril de este año una tupición del registro de aguas albañales a escasos metros de su vivienda afectaba a varias casas de la cuadra.

La misiva, que firmaban otros 17 vecinos, relataba que el problema fue reportado entonces a Acueducto y Alcantarillado, a Epidemiología y a Atención a la Población del Gobierno municipal.

A los 14 días, decía, fue una brigada que intentó infructuosamente destupir la tubería: había que romper la calle. El 4 de mayo Santa Efigenia llamó de nuevo a la encargada de tramitar las quejas, quien le dijo que ya ese reporte estaba en la Empresa.

La afectada esperó 30 días y volvió a llamar: Ídem: ya está reportado. El 22 de junio ella volvió a la carga, y la misma persona le respondió que ya eso no estaba en sus manos, sino en las de la Dirección.

Pasaron muchos días, y a tanta insistencia telefónica diaria fueron dos operarios con un carro de alta potencia a limpiar la tubería, y nada pudieron hacer. Lo mismo: había que picar la calle. Pero jamás volvieron, ni tampoco respondieron más, apuntaba la afectada.

Santa Efigenia llamó de nuevo a quien atiende las quejas, y esta le informó que ya estaba lleno el modelo que autorizaba a picar la calle, pero solo faltaba que lo firmaran.

Desesperada, viendo que pasaban los días y no acababan de firmar el susodicho modelo, llamó de nuevo. Y entonces la misma funcionaria le informó que no existía el martillo neumático para picar el asfalto, según le había informado la dirección de Acueducto y Alcantarillado.

La doliente siguió llamando una y otra vez para hablar con la directora, y no pudo: no está en estos momentos, está reunida… consejo de dirección… o está para el Gobierno, le respondían.

Al respecto, responde Edrian García Morales, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Matanzas, quien reafirma la razón de la demandante. Y confirma que se había tratado de desobstruir la tupición con una brigada de alcantarillado, y posteriormente con el carro de alta presión. Y en ambos casos los resultados fueron infructuosos.

Señala que posteriormente se detectó dónde estaba la obstrucción, pero se necesitaba un compresor y permiso de tránsito para romper la calle. Y la demora estribó en que no contaban con un compresor de la UEB Colón, aunque al fin recibieron apoyo de otras entidades de Recursos Hidráulicos.

Cuando se obtuvo el permiso de vialidad y el compresor, afirma, de inmediato se comenzó a trabajar en la solución. Y se detectó que lo que obstruía el sistema de alcantarillado era un tubo plástico, que finalmente se extrajo.

Insiste Edrian en que afectaciones como esa son provocadas en ocasiones por indisciplinas sociales de la población, que arrojan basura y objetos, los cuales crean obstrucciones. Y finalmente, les ofrece disculpas a esos vecinos por la demora en la solución.

Agradezco la respuesta y la solución del problema; pero lo cierto es que no debía demorarse tanto la solución cuando se trata de un peligro para la salud de los vecinos. Estos tuvieron que esperar meses por un permiso para romper la calle que debía ser más expedito, y también por un compresor que al final     apareció, gracias a la colaboración   de otras entidades de Recursos Hidráulicos.

Mientras tanto, faltó información sistemática a los dolientes de lo que trasuntaba aquella demora, al punto de que Santa Efigenia se desgastaba en visitas tras visitas.

La política de Comunicación aprobada por el país exige de las instituciones una dinámica de interacción con los afectados y demandantes más sistemática y transparente.

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