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A pagar culpas ajenas

Por insólitas que parezcan algunas historias contadas aquí, son sus protagonistas quienes las envían. Y este redactor solo les da un toque de expresiva redacción, como en la de Ramón Arteaga Díaz, residente en calle 220 No. 9305 A, entre 93 y Lindero, en el municipio habanero de La Lisa.

El pasado viernes 22 de marzo Ramón dormía la siesta de mediodía cuando su hijo lo despertó abruptamente: dos jóvenes que decían ser de la Empresa Eléctrica, con un panfleto en la mano, advertían que iban a cortar la corriente eléctrica de la casa, porque no la habían pagado.

Ramón les preguntó por el recibo requerido. Uno de ellos respondió que no tenía recibo, el problema era que el cobrador asignado a esa zona se había marchado para el extranjero, y «dejó embarcado todo». Ramón preguntó al joven cuánto tenía que pagar. Y aquel le respondió que 15 pesos por el consumo eléctrico y tres pesos más de recargo.

«Esto es el colmo —dijo alterado Ramón—. Tengo que pagar un recargo por una negligencia de la Empresa Eléctrica, que nunca mandó el aviso de cobro…».

—«Pipo», acuérdate que tienes una cardiopatía —terció el hijo de Ramón. Y este retornó de su ira y pagó también el recargo, aunque el asunto para él no eran los tres tristes pesos, sino la ligereza de tratar así, intempestiva y alevosamente, a los clientes.       

«No puedo callarme —me revela en su carta—, porque después me enteré que habían hecho lo mismo a todo el vecindario».

El otro colmo, para Ramón, es que un vecino llamó a la Empresa, quizá pensando que no podía ser verdad aquello, y le dijeron que todo era cierto, sencillamente.

«Por favor —suplica él—, ¿alguien puede poner fin a tanta desfachatez, falta de respeto y descaro?».

Pacientes… con impaciencia

«¿Quién garantiza el transporte para el traslado de especialistas médicos desde Guáimaro a Sibanicú?», preguntaba aquí el pasado 2 de marzo Orleans Ulises García Palma, residente en esta última localidad camagüeyana.

Y lo hizo en nombre de los pacientes que se quedaron esperando por los galenos que debían haber ido a prestar sus servicios en Sibanicú el 21 de noviembre de 2018 y el 16 de enero de 2019, los cuales no asistieron, pues la Dirección de Salud Pública manifestó en las dos ocasiones que no había transporte.

Refería que se quedaron pacientes con brazos y piernas enyesados para esperar al mes siguiente a que los atiendan. Y, además, de los especialistas que debían ir allí desde Camagüey, el cuarto jueves del mes, solo fueron dos.

«¿Será que en Sibanicú no se podrá garantizar un vehículo ligero para transportar a tres personas?», cuestionaba él.

Al respecto responde el doctor Reinaldo Pons Vázquez, director de Salud en Camagüey, que la comisión que investigó el caso comprobó que hubo deficiencias organizativas por parte de las direcciones municipales de Salud de Guáimaro y Sibanicú, que motivaron la inasistencia de los especialistas del primero al segundo municipio.

«Toda vez que fue identificada la problemática, analizada y discutida críticamente las causas con los responsables —refiere— se determina la queja Con Razón, y desde la Dirección Provincial de Salud se adoptaron las medidas organizativas y de control para que las consultas se recuperaran, y se reprogramaran en el transcurso del mes de febrero, los días 6 y 20; situación que fue solucionada, y se brindó el servicio a la población por las especialidades mencionadas.

«La paciente en cuestión, la esposa del lector, fue vista por la especialidad con la que tenía turno. Se indicaron desde la Dirección Provincial de Salud las medidas organizativas y de control para el cumplimiento de las interconsultas, con la garantía de la transportación para la asistencia de los especialistas a través del Sistema y no del servicio de la empresa de taxis».

Agradezco la respuesta. Pero, poniéndome en el lugar de los afectados, solo agrego que es imperdonable que se registren «deficiencias organizativas» con los servicios de salud en un país con tantos problemas de transporte para trasladarse de un municipio a otro; y donde no en todos los territorios hay el total de las especialidades, lo que obliga a llevar a los facultativos hasta esos sitios.

No se aclara qué medidas se adoptaron con los responsables, luego del análisis crítico. Ojalá haya sido suficiente para que no vuelva a repetirse tal vacío. Porque son los pacientes quienes lo sufren… con impaciencia.

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