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Al fin, se examinó

Desde Nuevitas, Lisset Pedroso Díaz contó aquí el pasado 4 de julio que su hijo, quien cursaba el 11no. grado en el preuniversitario de ese municipio camagüeyano, fue a subir nota en el examen final de Matemática, y no lo dejaron entrar porque se había hecho en el pelo los rayitos, tan de moda en los adolescentes.

La madre refería que llamó al instituto y le dijeron que está comprendida esa prohibición en el reglamento escolar. Llamó a la Dirección Municipal de Educación y dijeron lo mismo. Entonces, ella explicó que el joven se había hecho los rayitos ya de vacaciones, pensando que no tenía que ir más a la escuela. Pero quiso mejorar su nota.

Y como él había otros alumnos en situación similar, que incluso habían hasta desaprobado la asignatura y pretendían examinarse, manifestó, al tiempo que preguntaba: «¿Es justo que les tronchen el futuro a esos niños por unos simples rayitos, o por un pelo pintado?».

La madre comprendía que el reglamento hay que cumplirlo, pero consideraba que siempre se puede tener cierta dosis de flexibilidad, de manera que se sopese qué es lo más importante en este caso, cuando ya el curso está prácticamente concluido, muchos de esos alumnos ya se veían en sus vacaciones, y optaron por mejorar su nota al final.

Al respecto, responde Osdeine Hernández Navarro, director municipal de Educación en Nuevitas que, de acuerdo con la investigación realizada, es cierto que ese alumno, Kevin, junto a otros dos que también se habían pintado el pelo, se presentaron a la revalorización de Matemática violando lo establecido en el Reglamento disciplinario.

Se les orientó por la dirección del centro, precisa, que retornaran a sus casas y resolvieran la situación del cabello y volvieran al mismo para que realizaran la prueba. Los otros dos alumnos cumplieron la indicación, retornaron y se presentaron al examen. Pero Kevin no le comunicó a su mamá la posibilidad que le habían dado. No retornó, manteniendo el color de su pelo. Y ningún otro estudiante dejó de ser examinado.

Aclara que toda la gestión realizada por la madre fue por la vía telefónica: primero fue atendida por la Subdirectora docente y después por la Directora del centro. Y en la Dirección Municipal, por la jefa del Departamento Secundaria-Preuniversitario, quienes no le comunicaron que Kevin podía regresar si solucionaba lo del pelo. En conversación posterior, ella afirmó que de habérsele dicho hubiese solucionado el problema.

El 5 de julio, añade, en entrevista con Kevin en presencia de su mamá, este refirió que le molestó la indicación de la escuela por ser un extremismo y decidió no regresar. Se le explicó que el Reglamento según Resolución ministerial 357, es efectivo todo el curso, aún en período de exámenes que concluyen el 13 de julio con el último extraordinario. Y en su artículo 14 establece que se use el peinado sin extravagancias, de un solo color, no colores llamativos.

Afirma Osdeine que dicho reglamento había sido analizado con los padres en septiembre, pero no consta en el acta de esa reunión la presencia de los padres de Kevin. Además, fue analizado con los estudiantes en septiembre y octubre, y sí consta la presencia del alumno en dichos encuentros. Aparece su firma. Él conocía de antemano las prohibiciones que el reglamento establece.

«A pesar de que quedó evidenciado que la responsabilidad del hecho corresponde a la familia y al propio estudiante, y por tanto se consideró la queja sin razón, se determinó posibilitar su presentación al examen extraordinario, considerándosele como Revalorización, con la condición de que, previamente, el alumno cumpliera con lo establecido en el reglamento de su escuela en relación con el pelado», señala el Director Municipal de Educación.

Esa decisión se le comunicó por escrito a la mamá, quien aceptó la misma y se comprometió a solucionar la situación del cabello de su hijo y presentarlo a prueba. Y el alumno se presentó al examen, cumpliendo lo establecido por el reglamento interno del centro.

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