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¿Por qué no correo electrónico también?

Jorge Sarría Monteagudo cuenta que la Empresa Eléctrica en Cienfuegos, a tono con estos tiempos de coronavirus, habilitó un número telefónico para que sus clientes informaran la propia autolectura que debían hacer del metro contador, exactamente el mismo día del mes anterior en que el cobrador lo hiciera, aportando, además de la lectura, otros datos de interés como el nombre de la sucursal, la ruta y el folio.

El procedimiento, una buena iniciativa en el contexto de aislamiento que requiere esta epidemia, según Jorge, lejos de beneficiar a los clientes, les genera una incomodidad adicional. Sólo se admiten llamadas entre las 8 de la mañana y las dos de la tarde, pero resulta imposible comunicarse con el dichoso teléfono. «Cuando no da tono de ocupado, sale con que está fuera de servicio, indudablemente por la congestión que supone tantos clientes realizando la misma gestión», refiere el remitente.

Jorge llamó por teléfono a Atención al Cliente de la Empresa Eléctrica en Cienfuegos, y la persona que le atendió, muy amablemente, por cierto, apenas le dejó concluir la explicación, manifestando que su queja era una más de las tantas que había recibido en los últimos días de muchos clientes, que referían la imposibilidad de comunicarse con el número de el teléfono habilitado, debido a las congestión y también a qué sólo sé tenía ese número para toda la ciudad de Cienfuegos.

«Cómo es posible que, cuando se está hablando de informatización de la sociedad, se haya adoptado un método tan infructuoso como complicado para los propios clientes?, cuestiona. ¿No hubiera sido mucho más fácil haber habilitado una dirección de correo electrónico, por ejemplo, a donde los clientes pudieran dirigir toda la información sobre su autolectura, incluso hasta con confirmación de recibo para mayor seguridad del reporte?

«Pienso que estamos aún a tiempo para revertir esta situación con fórmulas y métodos más prácticos que el aprobado, el cual, lejos de beneficiar a los clientes, les genera una incomodidad adicional, con el riesgo de que al final, lo más probable es que la propia empresa termine tomando el promedio de mi lectura de los últimos meses, por la sencilla razón de que las gestiones que yo mismo puedo hacer como cliente, me lo impide ella misma, la que brinda el servicio”, concluye Jorge, quien, aún sin poder comunicarse, espera una respuesta desde el edificio 17, apto. 25, en el reparto Buena Vista, de la ciudad de Cienfuegos.

Maltrato, en días de COVID-19

Por las dificultades que enfrenta el cubano en tiempos de coronavirus, son más connotados y visibles el maltrato y la desatención de quienes deben servirle con esmero y una sensibilidad muy especial.

Juan Alberto Gómez Morales (San Mateo 763, Santiago de Cuba) cuenta que ayer 28 de abril, llegó a la panadería El Sol, ubicada en la Plaza de Marte de esa ciudad, esperando que abrieran a las 9:00 a.m., como está establecido. Y para asombro de los consumidores, que están tensos por estos días, a esa hora no abrieron.

Al preguntar la demora en abrir, una trabajadora le comunicó que ¡estaban reunidos! Pero jamás el administrador salió para dar esa información. Juan Alberto llamó en tres ocasiones a la Policía Nacional Revolucionaria para dar a conocer esa situación. Y la oficial le  aseguró que iban a tramitar la inquietud.

A las diez de la mañana cuando abrieron, la dependienta explicó que solo había dulce de 40 pesos. Juan Alberto inquirió por el administrador para plantearle su queja, y ella le dijo que no se encontraba.

El cliente se marchó, a resolver otros problemas de abastecimiento. Y a las 10:40 a.m., cuando pasó de nuevo por la panadería El Sol, estaban vendiendo pan. Le preguntó por el administrador a la misma dependienta, quio en le respondió que no se encontraba.

«Espero tener una respuesta concreta, pues el maltrato es injustificable», concluye Juan Alberto.

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