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Con madera verde y sin delicadeza patrimonial

Sigue sonando aquí la casa museo de La Yaya en el municipio camagüeyano de Sibanicú, sitio sagrado de la Patria donde se firmó en 1897 la última Constitución de la República en Armas de nuestra gesta independentista.

La primera vez fue el 31 de enero de 2008: Rydel Victoria Viera denunció el deterioro de ese sitio histórico: filtraciones y roturas de vigas y tejas, al punto de que en septiembre de 2007 Gobierno y Cultura acordaron desmantelar el techo. Se aseguró que había recursos para reparar.

Y en la práctica, retiradas las tejas del ala norte del museo y ya a la intemperie, se adujo que no había recursos. La casa estaba a merced de la lluvia y el viento. Y la brigada que asumió el desmantelamiento no era especializada en trabajos patrimoniales. «Hicieron el trabajo de un elefante en una cristalería», afirmaba Rydel.

Refería que los trabajadores del museo seguían esperando la anunciada visita de los especialistas de Patrimonio en la provincia. Y se preguntaba si se salvaría el sito de tanta gloria o dejaría solo recuerdos.

La segunda vez fue el 27 de febrero de 2008: Respondía Alberto J. Valdés, director del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, que se había visitado La Yaya el 6 de ese mes para el dictamen técnico. En la comitiva iban representantes del Gobierno municipal, Cultura y el Minaz, entre otros.

El desmantelamiento, decía, lo asumió una brigada del complejo agroindustrial Siboney, que guardó a buen recaudo los materiales. El dictamen arrojaba deterioro en el sistema estructural de la techumbre, y en menor medida en vigas, soleras, limas y cumbrera.

En las paredes de madera, exteriores e interiores, la situación no era tan grave, salvo algunas tablas y vigas de entramados, al igual que la carpintería de puertas y ventanas. Se había calculado los materiales para la restauración, y se hacían gestiones para comenzar la intervención en el menor plazo posible.

La tercera fue el 26 de julio de 2008: Salvador Tejón, director provincial de Cultura, afirmó aquí que en esos días se daban los toques finales a la reparación de La Yaya.

La cuarta fue el 23 de septiembre pasado: Ryder volvía por sus fueros para revelar que la reparación de 2008 «duró poco, pues se hizo de madera no adecuada y verde». Y que en 2015 hubo que reparar totalmente el techo por la pudrición; pero de nuevo con madera verde y una brigada no especializada, de la Forestal. La carta traía una foto del deterioro. «¿Hasta cuándo tanta desidia, indolencia y chapucería con ese símbolo de nuestras luchas independentistas?», decía.

La quinta la acaba de enviar Amaury Basulto Requeijo, subdirector general de Cultura en la provincia: «Al conocer la preocupante sobre el estado constructivo del inmueble, la Dirección Provincial de Cultura se ha dispuesto a colaborar en el asunto. Se coordinó con el Fondo Cubano de Bienes Culturales y el 8 del presente mes se visitó con los especialistas el lugar, presentando la carta de intención para que realicen el diagnóstico del inmueble y del mobiliario a reparar, lo que debe ser presentado a las autoridades del municipio con el proyecto de necesidades materiales y cálculos de valor financiero. Estamos en contacto con los compañeros del Municipio para colaborar en todos los aspectos que estén a nuestro alcance».

Ojalá que no haya que publicar en el futuro una sexta revelación sobre ineficaces reparaciones de la casa museo La Yaya por una fuerza constructiva ajena a los delicados y preciosistas trabajos de recuperación patrimonial. Y que no sea, por favor, con madera verde.

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