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No se procesó el pago a tiempo

El pasado 19 de noviembre, y desde el municipio capitalino de Playa, José Francisco Hurtado Dávila manifestaba aquí su preocupación porque, en un país que pretende digitalizarse e informatizarse, en los últimos meses él haya tenido que personarse tres veces en las oficinas de la Empresa Eléctrica, debido a que el pago del consumo eléctrico que hizo con su tarjeta magnética no haya salido.

 Y precisaba que en noviembre fue a aclarar el asunto, para que no sucediera más. Y quien le atendió no le dio una explicación convincente, ni ofreció disculpas por el maltrato. Lo envió a hacer la cola, con más de cien personas por delante.

 Al respecto, responde Mario Castillo Salas, director general de la Empresa Eléctrica de La Habana, que, según las investigaciones hechas por la directora comercial de esa entidad, ese cliente ha efectuado el pago de los recibos de electricidad de una manera oportuna todos los meses.

  Precisa que la oficina comercial Almendares, adonde tributa el cliente, no procesó oportunamente su pago en el mes de septiembre, lo que pudo haber provocado su insatisfacción. Y añade que se realizarán los análisis de las causas y condiciones que propiciaron que en esa oficina no se procesaran los pagos a tiempo.

 Refiere que en esa empresa existe un mecanismo para atender los reclamos de la población mediante correo electrónico y la mensajería de Facebook y Twitter, por lo que también se puede evitar la espera en la atención presencial. «No obstante, dice, no consta en nuestros registros de la oficina comercial Almendares que el cliente hubiese efectuado reclamación alguna».

 Explica que se trató de contactar con el cliente vía telefónica y de manera presencial en su vivienda, y fue infructuosa la gestión.

 Informa que las oficinas comerciales de esa entidad estuvieron cerradas durante varios meses para la atención directa a los consumidores, y no fue hasta octubre que se decidió la reapertura de estas, y el reinicio de todos los servicios, lo cual generó una gran afluencia de público, que se mantiene hasta hoy.

 Durante ese período, indica, se mantuvo la atención telefónica en la propia oficina, así como por el centro de llamadas de la Empresa Eléctrica de La Habana para la aclaración de cualquier inquietud y la recepción de quejas administrativas.

También señala que como parte de las medidas sanitarias a cumplir en la actual etapa, se decidió regular la cantidad de público en el interior de las oficinas comerciales, por lo que en el local de atención al público solamente podrá encontrarse la persona que esté siendo atendida.

 Agradezco la respuesta, pero al final esta adolece de un basamento esencial en ese tipo de investigaciones: No se pudo contactar al cliente ni presencialmente ni por teléfono. Y no se pudo abundar en dos cuestiones que quedan en el limbo: José Francisco afirmaba que tuvo que personarse tres veces en la oficina comercial porque su pago en tarjeta magnética no salió en tres ocasiones. Y tampoco se esclarece el hecho de la deficiente atención que tuvo en su visita en noviembre.

¿No pueden auxiliarla?

 En una sociedad que envejece demográficamente, no debería llegarse al extremo de que un anciano tenga que escribir a un periódico para solicitar ayuda en su comunidad, ante sus impedimentos.

 María Santiesteban Portuondo (Calle 26 no. 116, entre 13 y 15, Vedado, Plaza de la Revolución, La Habana) cuenta que es beneficiaria de la Asistencia Social, y el domingo 29 de noviembre fue diagnosticada con una contusión en la cadera. Y está sometida a un régimen de reposo absoluto.

 Por ello, no puede desplazarse al comedor del Sistema de Atención a la Familia, en donde garantiza su alimentación.

 «He decidido a través de Salud Pública intentar hacer la conexión con el trabajador social que le compete esta situación mía, para localizar un mensajero que me haga llegar los alimentos. Y me he dado cuenta que el tiempo que duren esos trámites burocráticos acabará con mi existencia. No estoy exigiendo algo indebido, simplemente reclamando un derecho que me corresponde»; afirma la señora.

 ¿Será posible que no aparezca un ser solidario en la comunidad para auxiliarla?

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