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Patricia Cáceres

Detrás de la ciencia

Ébola, el asesino del vómito negro

La fiebre aparece súbitamente, acompañada de fuertes dolores musculares, de cabeza y de garganta. Vómitos, diarrea, erupciones en la piel, disfunción renal y hepática afloran. En la mayoría de los casos, las hemorragias internas y externas se tornan incontenibles.

Esos son los síntomas del vi-rus Ébola, de la familia de los filovirus, que ha arrasado con poblaciones de África Occidental, y es considerado el peor brote conocido hasta la fecha.

Según documentan diversas instituciones científicas, comenzó en Guinea, luego pasó a Liberia, Sierra Leona y Nigeria, y ha creado verdaderos estados de emergencia sanitaria allí adonde va. Al cierre, según despachos de prensa, se contabilizaban más de 930 muertos y más de 1 700 infectados.

La Cruz Roja Internacional, que ha enviado centenares de médicos a la zona, califica la crisis como «fuera de control». Los científicos, consternados, definen al virus como «una fiebre hemorrágica mortal». Pero la hemorragia es solo el efecto del auténtico problema.

Incubación letal

Con solo 80 nanómetros de ancho, su forma de gusano contiene un código genético que obliga al cuerpo humano a autodestruirse.

Según se describe profusamente en el sitio web de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como el VIH, el Ébola se contagia por el intercambio de fluidos corporales. Heces, orina, saliva y semen, incluso unas pocas gotas de mucosa, pueden resultar fatales. Una sola gota de sangre infectada puede contener entre 10 000 y un millón de partículas del virus.

El período de incubación —el intervalo desde la infección a la aparición de los síntomas— puede variar entre dos y 21 días. Pero los pacientes solamente son contagiosos desde el momento en que empiezan a manifestarse los síntomas.

Si bien se desconoce el origen del virus, que afecta tanto a personas como a primates no humanos, las evidencias sugieren que los murciélagos frugívoros son sus huéspedes más probables. No obstante, a pesar de décadas de investigación, constituye ciertamente un misterio por la forma en la que ataca.

Se cree que se esconde en los cuerpos de los macrófagos, una suerte de policías microbiológicos que limpian al organismo de infecciones bacteriológicas, pero que pueden ser vulnerables a los virus. Y es aquí donde yace la debacle.

Los macrófagos, al morir, irradian un producto químico conocido como citosina. A niveles normales, la explosión de citosina avisa al resto del sistema inmunológico para que se una a la defensa del organismo. Pero con el Ébola, las emisiones de citosinas producen una suerte de «cortocircuito» en el sistema. Las paredes de las venas empiezan a agrietarse, y la sangre se filtra a través de ellas hacia los tejidos circundantes.

Entonces, los órganos del infectado empiezan a descomponerse a un ritmo vertiginoso. El hígado, el epicentro del virus, se llena de fisuras. Brota la sangre fuera. La infección se propaga. Así, órgano tras órgano, el cuerpo colapsará en el denominado «vómito negro», una hemorragia interna generalizada. Solo la muerte viene después.

Los científicos sospechan que los filovirus surgieron hace miles de años, ya que no existe nada a partir de lo que pudieran haber evolucionado. Sin embargo, no fue hasta la última mitad del siglo XX que se descubrieron.

La ficha de un criminal

Perteneciente a la familia de los filovirus, existen cuatro variedades del Ébola: el Sudán, el Zaire, el Reston y una mutación descubierta en 1995 procedente de Costa de Marfil. A la familia pertenece también el virus Marburg, el primero en detectarse, en la ciudad alemana que le dio nombre, en agosto de 1967.

Por entonces, monos traídos desde Uganda por los laboratorios Nehring Works iniciaron el contagio. Murieron seis personas de las 31 infectadas.

El Ébola, en particular, debe su nombre al río donde fue descubierto en la República Democrática del Congo (antiguo Zaire), en 1976. Allí cobró la vida de decenas de pobladores y se extendió a otras zonas, dando origen a la variedad Ébola-Zaire, la versión tropical del virus y se afirma que es la más mortífera de todas.

El Reston fue descubierto en 1989, en Estados Unidos, cuando unos monos procedentes de Filipinas contagiaron a cuatro empleados del laboratorio de Reston, Virginia.

Afortunadamente, en esa ocasión no hubo pérdidas humanas que lamentar, aunque los animales fueron sacrificados.

La denominada Ébola Tai o Costa de Marfil se aisló en 1995 en la sangre de una zoóloga suiza que enfermó después de haber practicado una autopsia a un chimpancé del Parque Nacional Tai, en Costa de Marfil. Sin embargo, sobrevivió a la enfermedad.

Entre los brotes más catastróficos, antes del presente, se encuentra el de Zaire en 1995 cuando 315 personas contrajeron el virus tras haberse extendido por los hospitales. La mortalidad en aquella ocasión fue del 81 por ciento.

Pasaron cinco años, y en 2000, la variante Ébola Sudán reapareció en Uganda y causó la muerte de 224 personas, de 427 infectados.

Desde entonces todos los países de la región como Gabón, Sudán o el Congo han tenido sucesivos casos de fiebre hemorrágica del Ébola.

Se estima que desde 1967 se han detectado a nivel mundial unos 1 900 casos de infectados, de los cuales han sobrevivido poco más de 600.

En cuarentena

Peter Piot, director de la Facultad de Higiene y Medicina Tropical de Londres, quien descubrió el virus en el Congo, lamenta lo que está sucediendo y llamó la atención sobre un elemento que debe ser debidamente sopesado, el hecho de que el virus esté presente ahora en países del África Occidental —recuérdese que durante años atacó en regiones del centro del continente— y allí la gente pudiera no tener suficiente percepción de riesgo acerca de su amenaza.

Ben Neumann, virólogo de la Universidad inglesa de Reading afirma que, como todos los virus, puede ser contenido totalmente por medio de cuarentenas.

«Ese es el antiviral universal. Aislarte en una habitación no te va a poner mejor y no hay un tratamiento en contra del Ébola, pero protege al resto del mundo», añadió.

Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NAID, por sus siglas en inglés), reconocido inmunólogo a nivel mundial, le dijo a la BBC que «en septiembre comenzarán ensayos clínicos con una vacuna que obtuvo resultados prometedores en animales».

Pero Fauci cree que esta podría estar lista a mediados de 2015, por lo que al menos, para este brote, no será posible contar con ella. «Es una situación realmente catastrófica porque no tienen la infraestructura de salud para manejarlo», expresó el científico.

Por lo pronto —indica la BBC—  la OMS se centra en reforzar las campañas de información sobre el virus, los factores de riesgo, así como las medidas de protección como única arma para combatirlo y reducir el número de infecciones y muertes.

La OMS recomienda que el contacto entre personal médico incluya máscaras, batas de mangas largas, guantes y botas, además de un procedimiento de saneamiento adecuado, que garantice un lavado y cuidado extremo en el uso de los instrumentos médicos.

Además, la organización alerta sobre los cadáveres, que son otro factor activo de transmisión. «La gente que murió de Ébola debe ser enterrada rápidamente y de forma segura», comunica la institución en su portal web.

«Igualmente debemos reducir el riesgo de transmisión de animales salvajes al ser humano a consecuencia del contacto con murciélagos de la fruta o monos o simios infectados y del consumo de su carne cruda», añade la OMS.

El Banco Mundial pondrá a disposición de los países de África Occidental que intentan contener el brote un fondo de 200 millones de dólares. El dinero se distribuirá entre los Gobiernos de Liberia, Sierra Leona y Guinea, naciones con mayor afectación, y también llegará a la OMS.

Paul Blake, enviado por la BBC a Washington, afirma que el dinero se usará para pagar a trabajadores de salud, promover alertas sobre la enfermedad en comunidades locales y reforzar el traslado de los enfermos a los centros de salud.

Según BBC, las organizaciones no gubernamentales que trabajan para contener el brote más catastrófico de la historia, esperan que la crisis continúe hasta fin de año.

¿Desastre global?

Jeremy Farra, referente mundial en materia de infecciones y director de la Organización de Promoción de Investigaciones Médicas Wellcome Trust, descartó una epidemia global.
«No estamos ante un grave peligro de una pandemia global que llegue a América, Asia o Europa», dijo a la BBC.

«En cambio —subrayó—, frente a lo que sí estamos es ante una posible propagación más extensa en África».

Ian Lipkin, profesor de epidemiología en la Mailman School of Public Health en la Columbia University, cree por su parte que una propagación por el mundo es «poco probable».

«Ciertamente es posible. Pero debido a nuestro sistema de salud es improbable. Seríamos capaces de contenerla. No creo que haya razones para el pánico ante una epidemia global de Ébola», sentenció el experto.

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