Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Javier Dueñas

Frente al espejo

Sano orgullo

«El tema de la intransigencia es sugerente (Ver, oír, pedir cuentas, Luis Sexto, Coloquiando, viernes 16 de diciembre). A mi entender, el valor de la intransigencia está en lo que se defiende. Cuando se trata de defender valores, principios, intereses sociales, apego a la verdad demostrada, el intransigente tiene las puertas abiertas al reconocimiento social. Si se trata de defender intereses personales en contra de los colectivos, de mantener una imagen como el jefe que ordena y manda, del falso concepto de que su verdad es la absoluta y por eso no escucha a los demás, o lo hace como apariencia pero ignora lo dicho, serán otras puertas las que se les abren.

«Ver, oír, y luego pedir cuentas sobre bases lógicas y justas, son propias de un buen jefe. Pedir cuentas por lo que vio o escuchó, sin previo razonamiento del problema, sin profundizar en los hechos, sin escuchar otras versiones que les permitan sacar conclusiones, puede convertir al jefe en un intransigente injusto, que a la postre causa daños en lugar de ayudar a resolver los problemas.

«La intransigencia como espada para combatir lo que daña a la sociedad es virtud; como escudo personal, es mezquina. Me sentiría orgulloso de ser llamado intransigente por defender los valores conquistados por nuestro sistema socialista; abochornado, si fuera por defender algo que solo me favoreciera, dañando intereses sociales». (Luis P. Matos Hernández)

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