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El lobo vuelve a la camada

De nuevo a las andadas. Paul Wolfowitz, el crucificador y arquitecto principal de la guerra contra Iraq, tiene ya otra oferta de cargo en la administración de George W. Bush, el hijo, que no es cosa de dejar regados por ahí y sin protección a sus cerebros, cómplices y socios más descollantes.

Cambia la cara, Wolfi, que ya Bush te tiene un empleíto... El ex subsecretario de Defensa y ex presidente del Banco Mundial, a pesar de sus deslices recomendando una guerra en Iraq que está empantanada o favoreciendo con jugoso contrato a su amiga íntima, que le valieron salir de los cargos, va ahora con funciones precisas en el equipo que nunca ha abandonado: presidente de la Junta de Consejeros de Seguridad Internacional, al servicio y bajo el mando de la secretaria de Estado Condoleezza Rice.

El «rumor» lo hace público la revista Newsweek, que con su periscopio escudriñó dos fuentes del departamento de la diplomacia, quienes ponen al viejo lobo al frente de un panel de 18 miembros que aconseja a la Rice en temas de inteligencia: los nombrados como el desarme, la proliferación nuclear y las armas de destrucción masiva, y los innombrables, aquellos etiquetados como «otros asuntos», pero no le quepa duda son el espionaje, el fomento de la subversión, la guerra sucia, las injerencias, las agresiones, y un etcétera laaaaaargo, y lleno de peligros para el mundo, aunque siempre en defensa de los intereses del imperio.

El número impreso de la revista saldrá el próximo 10 de diciembre, sin embargo, ya está en la versión digital el criterio de uno de los «chismosos» pertenecientes a las altas esferas del Departamento de Estado: «Pensamos que él (Paul Wolfowitz) está bien situado y hará un excelente trabajo». «Asombroso» tal nombramiento y la publicación lo escribe dando un levantón de cejas al enterarse de la habladuría.

De ser cierto lo dicho por Newsweek, Wolfowitz tendrá a su lado a un viejo aliado a favor de la guerra en Iraq, el ex director de la CIA, James Woolsey, por lo que no tendrá que preocuparse de muchas opiniones en contra de lo que diga o aconseje. Tampoco le quitarán el sueño a él, a la Rice, y al W. los criterios del Congreso de mayoría demócrata, porque para esa posición de juego al duro no se requiere el permiso del Senado, siempre tan remiso a aceptar los nombramientos del jefecillo de la Casa Blanca.

Wolfowitz sustituiría a Fred Thompson, quien renuncia al cargo porque aspira a obtener la candidatura presidencial de los republicanos, y ese reciclado mantiene en activo la carrera de quien por ahora es un conferencista del principal tanque pensante del neoconservadurismo, el American Enterprise Institute.

Paul Wolfowitz no quiso comentarle a Newsweek los rumores de su promoción, pero lo imagino orondo como lo presentó Michael Moore en el documental Fahrenheit 9-11: acicalándose para salir a una comparecencia televisiva, poniendo un generoso salivazo en su peine antes de alisarse el cabello...

Si queremos atenernos a cuáles consejos daría el señor Wolfowitz, citemos a un antiguo colega suyo que, al calificarlo, dijo en una oportunidad: «“Halcón” no le haría justicia. ¿Qué tal si le decimos “velocirraptor”?». Supongo que el término describe a un veloz animal depredador de la época de los dinosaurios.

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