Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Canciones: ¡disco altamente recomendable!

Creo que uno de los sucesos más felices que ha vivido la discografía facturada en Cuba durante los últimos diez años es la aparición de la colección The jazz youg spirit, acontecimiento acreditado a Gloria Ochoa y el sello fonográfico que ella dirige, o sea, Producciones Colibrí. Aunque ya puede hablarse acerca de la importancia que para nuestra música representan los álbumes registrados bajo el aludido concepto, estoy seguro de que con el transcurrir del tiempo, lo acertado de haber emprendido dicho proyecto se notará mucho más aún.

Uno de los que ha grabado un CD como parte de la aludida colección es el pianista Harold López-Nussa Torres. En una primera etapa de su devenir artístico, muchos llegaron a pensar que él se dedicaría al ámbito de la música clásica o académica, como preferentemente se dice ahora. Sobraban razones para ello, pues el muchacho había resultado triunfador en distintos concursos competitivos, tanto nacionales como internacionales, entre los que cabría mencionar el Amadeo Roldán, el Iberoamericano de La Habana y el Citta di Senigalia, en Italia.

Pero como asegura el refrán, una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero. Aunque Harold nunca tuvo en planes descartar de su aprendizaje el repertorio de autores como Johann Sebastian Bach, Frederic Chopin y Serguei Prokofiev, entre otros, su vocación más profunda lo impulsaba hacia el universo del jazz y la música popular. Así, la primera gran prueba de que eso sería lo suyo, la ofreció al erigirse como el ganador del Solos Piano Competition del mundialmente afamado Festival de Jazz de Montreux (Suiza).

Por eso, cuando en una de las emisiones de Cubadisco el primer fonograma acreditado a Harold López-Nussa resultó premiado, ello no sorprendió a los seguidores de nuestra escena jazzística. Canciones, título con el que designó a su ópera prima y que contara como productor a Ernán López-Nussa, es un CD concebido en lo fundamental a partir de versiones realizadas acerca de temas conocidos de sobresalientes compositores, en la cuerda de figuras como Santiago Feliú, Carlos Varela, Fito Páez o Tom Jobim y Vinicius de Moraes.

Por el contrario de lo que sus compañeros de generación han hecho, en su álbum —debut Harold incluyó una sola pieza de su autoría, la denominada Bailando suiza. Creo que justo en esta concepción de romper con lo establecido radica, en mi criterio, uno de los principales méritos de Canciones como fonograma. Un segundo acierto que de conjunto aprecio en los cortes de la grabación, es ese aventurarse a incursionar por una suerte de jazz cameral.

Esto que apunto en la ópera prima de Harold, no está dado tan solo por la utilización de un cuarteto de cuerdas, como quizá algunos podrían pensar, sino sobre todo por la concepción de las orquestaciones, particularmente muy funcionales en el aspecto de las combinaciones tímbricas, y, de forma especial, por el tratamiento que se le da al piano (instrumento protagónico del disco) en los diez temas que conforman la propuesta.

Otro mérito imposible de soslayar resulta la calidad de grabación, mezcla y masterización del CD, trabajo a cargo de Maykel Bárzagas, una de las personas más cualificadas que hemos tenido por acá en tales funciones técnico-artísticas. A ello habría que añadir la intervención de Nelson Ponce en el diseño, las fotos de Iván Soca y las lúcidas notas de presentación, a cargo de Leonardo Acosta.

Por supuesto que a la valía de Canciones como álbum, también contribuyen de manera definitoria la lista de músicos convocados, así como la participación especial de su padre, el batería Ruy López-Nussa, y de su tío Ernán, quien se une a Harold para interpretar Los Muñecos, de Ignacio Cervantes, en una hermosísima versión a dos pianos, recogida como bonus track dentro del disco y que estimo como uno de los instantes de más alto vuelo artístico en el CD.

Otros cortes a los que recomiendo prestar especial atención son Para Bárbara, 11 y 6 y Causas y azares, aunque en realidad habría que decir que éste resulta uno de esos discos que no tiene desperdicio, por lo que da gusto escucharlo una y otra vez desde el principio hasta el final.

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