Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Honor a quien honor merece

Para la comunidad de personas que, desde múltiples perspectivas académicas, nos interesamos por el ámbito del estudio y análisis de la música cubana, la noticia de que Zoila Lapique Becali recibió el pasado martes 21 el Premio Nacional de Investigación Cultural 2010, otorgado por el Instituto de Estudios Culturales Juan Marinello, devino alegría generalizada. Por decisión de un jurado encabezado por la doctora Graziella Pogolotti, presidenta de la Fundación Alejo Carpentier, se concedió este galardón, que se suma a la larga cadena de reconocimientos que por su intenso y fructífero quehacer ha recibido la querida Zoila, entre los que cabría mencionar en 1974 el Premio Pablo Hernández Balaguer, de Musicología, y en 2002, el Premio Nacional de Ciencias Sociales.

Nacida el 27 de junio de 1930 en La Habana, de inicio Lapique estudió Bibliotecología en la Sociedad Económica de Amigos del País, en cursos patrocinados por la Biblioteca del Congreso de Washington, Estados Unidos. Posteriormente, a la par de trabajar en el mundo de las bibliotecas, estudia la Licenciatura en Historia, de la que se gradúa en 1969 en la Universidad de La Habana.

Sin discusión alguna cabe afirmar que Zoila Lapique Becali ha consagrado toda su vida a la investigación musical e histórica. Entre otros sitios que han sido testigos de su quehacer como investigadora, a partir de 1959 trabajó en la Biblioteca Nacional. El Departamento de Música de dicha institución, cuando el mismo era dirigido por el maestro Argeliers León, sería el primer escenario para que Zoila se sumergiese en polvorientos, amarillos, y en muchas ocasiones, deteriorados documentos, de los que ella siempre ha sabido sacar fruto.

Con posterioridad y hasta el momento de su jubilación, Lapique Becali laboró en la Sala Cubana de la Biblioteca Nacional, donde obtuvo el grado de Investigadora Titular como especialista en Cultura cubana, sobre todo de los siglos XVIII y XIX. Junto a esta labor, ha impartido múltiples cursos regulares como profesora invitada de la Facultad de Arte de la Universidad de La Habana.

La gran pasión con la que Zoila se ha entregado a la investigación acerca de la música cubana del siglo XIX, la ha llevado a convertirse en una de las más profundas conocedoras del arte sonoro de este período, etapa fundamental para comprender buena parte de las raíces de los procesos musicales que acontecieron al arribo de la siguiente centuria.

A mi modo de ver las cosas, lo ejemplar del trabajo investigativo de Zoila Lapique consiste en que ella, con su incesante ir y venir por las páginas de la prensa del siglo XIX, no se conformó con aportar una copiosa cantidad de datos biográficos de infinidad de músicos, sino que nos da una visión que trasciende las fronteras de lo hechológico, para entregarnos una aguda mirada al entorno o correlato social en el que se desarrolla el acontecer musical investigado. Es ese un proceder que todos los que nos relacionamos con el estudio y análisis del mundo de los sonidos ordenados, nunca deberíamos obviar.

En la copiosa bibliografía acreditada a la recién galardonada con el Premio Nacional de Investigación Cultural 2010, entre otros títulos sobresalen: Catalogación y clasificación de la música cubana, editado por el Departamento de Publicaciones de la Biblioteca Nacional en 1963; Música colonial cubana en las publicaciones periódicas (1812-1902), t. 1, libro puesto en circulación por la Editorial Letras Cubanas en 1979; La mujer en los habanos (1996); La Habana: historia y arquitectura de una ciudad romántica, escrito en colaboración con María Luisa Lobo y Alicia García Santana, en 1999; La memoria en las piedras (historia de la litografía en Cuba, siglo XIX), y su obra más reciente, Cuba colonial. Música, compositores e intérpretes 1570-1902, sacado a la luz en 2007 a través de Ediciones Boloña.

Mujer que trabaja y disfruta con lo que hace, Zoila Lapique Becali es figura imprescindible en el actual panorama de nuestras ciencias sociales y un modelo a imitar para todo aquel interesado en el abordaje académico de nuestra música.

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