Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

En busca de una nueva flor

Por diversas razones, el rock sinfónico ha sido un estilo muy poco desarrollado por los músicos cubanos. Una de las causas que motiva el desinterés entre nuestra gente por esta manifestación, guarda relación con las dificultades que se originan para poder disponer de un arsenal de instrumentos electrónicos de alta tecnología. Porque sin lugar a duda, si una manifestación del rock requiere de un aparataje muy costoso a la hora de adquirirlo, ese es el del llamado art rock y su hijo natural, el rock progresivo.

A lo anterior se une que para hacer esta clase de música hay que poseer una sólida formación académica, y por lo general los instrumentistas cubanos formados en los conservatorios del país, cuando apuestan por la música popular urbana, rara vez van a sentirse motivados hacia el campo del rock sinfónico o el progresivo. De ello se desprende que han resultado muy pocos los discos que entre nosotros se han dedicado a abordar esta clase de manifestación sonora.

Uno de los contados fonogramas que en la historia de la discografía cubana se inscribe dentro de los parámetros del art rock o rock sinfónico es el álbum En busca de una nueva flor, que fuese la ópera prima del grupo Síntesis allá por 1979. Por entonces, Síntesis había surgido a partir de la unión de Tema 4 y los tres músicos acompañantes de aquel cuarteto dirigido por Carlos Alfonso, con otros dos destacadísimos creadores, el tecladista José María Vitier y el cantautor Mike Porcel, ideólogo principal del proyecto y que ya había vivido la experiencia grupal de ser integrante de Los Dada.

Con semejante nómina inicial de músicos, es fácil comprender que en el acercamiento al rock sinfónico por parte de la primera formación de Síntesis, la perspectiva de la canción pasada por el muy exigente filtro ideoestético de la Nueva Trova estaría todo el tiempo presente en el repertorio de la agrupación.

En la actualidad, transcurridos más de 30 años de haber sido grabado En busca de una nueva flor, cuando lo volvemos a escuchar verificamos que en este se dan varios de los principales elementos que van a tipificar el lenguaje del rock sinfónico. Desde la pieza que da apertura al disco, la titulada Nueve ejemplares no tan raros, original de Mike Porcel, apreciamos la ampulosidad y grandilocuencia orquestal que va a ser signo distintivo del estilo.

Junto a ello, aquí aparece también un refinado trabajo vocal, a partir de la utilización de varias voces a la manera de los cuartetos y quintetos, así como el empleo de los timbres de un sintetizador Minimoog, el primer instrumento de esta clase utilizado en Cuba. Tales características se repetirán en mayor o menor medida en distintas piezas del fonograma.

Ese es el caso de lo que acontece en Ven a encontrarnos, compuesta en colaboración entre Mike Porcel y el teatrista Alberto Pedro, Somos la flor, escrita por Mike en colaboración con el actor José Antonio Rodríguez, o la que brinda nombre al material, es decir, En busca de una nueva flor, de la autoría del mismo Porcel, pero esta vez en mancomunión con el también cantautor Ireno García, tema harto conocido pero en la versión interpretada por Argelia Fragoso y que fuera seleccionado como la canción del Decimoprimer Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, efectuado en La Habana en 1978.

En el resto del álbum se apela a la musicalización de textos poéticos de importantes autores universales. Sucede así en Primera noche, poema de Nazin Hilcmet al que José María Vitier pusiera música, procedimiento idéntico seguido por él en el corte llamado Poema, hecho a partir de célebres versos firmados por el chileno Pablo Neruda.

Editado en Cuba en formato de LP a fines de la década de los 70, existe también una edición mexicana de En busca de una nueva flor en CD, pero que lamentablemente no ha circulado en nuestro mercado. Fonograma histórico en la discografía cubana de todos los tiempos, sería hermoso que algún día la EGREM se animase a reeditarlo, para que las nuevas generaciones de rockeros en el país conozcan un trabajo del pasado, pero también de altísima valía artística. Digo yo.

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