Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Una matancera en París

El hecho de que numerosos músicos nacidos y formados en Cuba, cultores de todos los géneros y estilos, en el presente estén diseminados en múltiples sitios geográficos a la búsqueda de circuitos de legitimación y promoción, pone a los investigadores de la cultura nacional ante un nuevo reto: ¿cómo saber que un creador cubano, hoy residente en Japón o Finlandia, no publicó en la década pasada o está a punto de editar un disco genial, que marcará no solo nuestra música sino la hispanoamericana de los próximos años?

La dispersión de la que somos testigos ya está cambiando la fisonomía de la música cubana y en el futuro incidirá en su valoración, en tanto se está conformando un corpus difuso, cuyos límites resultan muy difíciles de precisar. Y es que el desplazamiento geográfico pone sobre el tapete el asunto de que en la actualidad ciertas manifestaciones de la cultura cubana parecen ese infinito jardín de senderos que se bifurcan.

Pensaba en todo ello cuando hace muy poco mi gran amiga, la musicóloga estadounidense Susan Thomas, me hizo llegar el álbum titulado Quiéreme mucho (publicado por DG Diffusion+B15), primer disco grabado por la cubana Niuver Navarro, una matancera residente en Francia desde hace ya varios años. Aunque este es un trabajo editado en 2009 y en el pasado 2012 Niuver puso en circulación un nuevo esfuerzo discográfico bajo el nombre de Trasnochando (Sony Music), material que dicho sea de paso aún no conozco, confieso que para mí escuchar lo que fue su ópera prima devino una muy agradable sorpresa.

Un buen amigo, el poeta, letrista de canciones y hacedor de programas radiales Rogelio Ramos, ya me había recomendado prestar atención a esta intérprete y que, quizá, algunos recuerden de sus lejanos tiempos como integrante del grupo Aries, agrupación vocal instrumental de orientación al pop, en la que también resultaron figuras frontales las hermanas Lynn y Suilén Milanés, y Magileé Álvarez. De entonces a acá ha llovido mucho y Niuver ha ido edificando de forma paulatina una sólida carrera en los escenarios franceses.

Su disco Quiéreme mucho es una muy llamativa mezcla de elementos de jazz, pop y ritmos cubanos, alquimia enfocada en todo momento desde la estética de la canción. Con una sonoridad acústica en la que predominan el piano, la guitarra eléctrica, el contrabajo y la batería, disfrutamos aquí de un total de 11 piezas, en las que el sentido íntimo de la interpretación nos hace sentir cómplices de lo grabado.

El profundo lirismo que ha de impregnar el repertorio registrado en el fonograma se hace presente desde el tema que sirve de presentación del material, el corte titulado Déjame tu piel. A partir de aquí, se suceden una tras otra melodías en las que uno experimenta la sensación de que la vocalista está cantando solo para nosotros, con la atmósfera de las tradicionales descargas que solemos armar los cubanos en nuestras casas, en torno a una guitarra y algún que otro bebestible.

Confieso que desde el día en que me regalaron este CD de la Navarro, no me canso de escuchar reiteradamente piezas como Enamorados, de clara influencia bolerística; Manantial, donde se perciben los ecos del danzón; Te amo, típico corte de aire pop; o esa pequeña maravilla melódica en 3X4 que responde al nombre de No estás aquí.

Como lo que dispongo es de un CD quemado, en el que únicamente aparecen los títulos de las melodías, no sé quiénes son los autores, los músicos participantes o a quién corresponden los muy funcionales arreglos, en fin, me falta información. Empero, con lo que he oído en el álbum Quiéreme mucho, sin la menor dubitación puedo asegurar que, en mi opinión, la matancera Niuver Navarro figura por derecho propio entre las buenas cantantes de la actual música cubana y sería harto refrescante para nuestra programación radial que su voz se dejase escuchar, ya sea en el disco que hoy he comentado o en la más reciente producción llevada a cabo por ella, es decir, el fonograma Trasnochando.

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