Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Por favor, ¡hay que hacer silencio!

Metido aquí entre cuatro paredes / llevo algún tiempo ya sin salir / me asusta lo que afuera sucede, / deja de insistir.

Ya no entro en la red ni de la tele, / ni compro ni salgo a trabajar, / qué importa si ahora llueve o no llueve, / tú déjame en paz.

Déjame, yo sé lo que digo, / déjame vivo de verdad, / si tu alma se parece a tu oído / es que estás muy mal.

Déjame, yo sé lo que digo, / déjame vivo de verdad, / si tu alma se parece a tu oído / vete a consultar. / Si tu alma se parece a tu oído / vete a confesar. / Es que estás muy mal, / vete a confesar.

Lo anterior es el texto de la canción que da nombre al más reciente trabajo discográfico de Alejandro Frómeta, el fonograma titulado Sio. En la ya larga historia de esta columna Los que soñamos por la oreja, que arriba en el presente 2013 a su 25 aniversario, he escrito varios textos dedicados al quehacer de este creador, a quien algunos suelen definir como cantautor, pero que en realidad es un músico en toda la extensión del término. Una prueba más de lo anterior se verifica al escuchar su nuevo CD, obra de plena madurez y sin una mínima concesión a los patrones que imperan por los días que corren.

Cuando oigo trabajos como Sio, me reafirmo en la idea de que en la actualidad lo más llamativo que desde el punto de vista propositivo acontece en la música cubana en materia de grabaciones, está sucediendo en el ámbito de las producciones independientes, las cuales van ganándole la partida a los sellos discográficos, que por su propia naturaleza responden más a intereses comerciales que artísticos.

Con una sólida formación académica como músico, Frómeta es de esos que no ha renunciado a hacer una canción de arte pletórica en complejidades que nada tienen que ver con ritmos y estructuras melódico-armónicas de moda, a sabiendas de que con semejante proceder su propuesta no encaja en los circuitos que se rigen por una visión mercantilista. Por ello, ha apostado a no vivir de su música sino a hacerla en absoluta correspondencia con sus principios ideoestéticos, que lo han llevado en años recientes a desempeñarse por lo general fuera de la industria del espectáculo.

Como disco, Sio es un álbum de canciones, en el que las orquestaciones hechas por el propio Alejandro Frómeta tienen un rol de particular importancia, en ocasiones a partir de las sutiles referencias que encontramos a distintos géneros y estilos como el pop, la canción de autor, el jazz, el son, el bolero, la música de cámara contemporánea (procedimiento de homenaje que Alejandro ha usado desde el álbum Verde melón, de los desaparecidos Superávit) y que hacen de estas piezas formidables ejemplos de intertextualidad posmoderna, e incluso de lo que en teoría del arte se conoce como Texto Cultural.

Muestra de lo antes expuesto se aprecia en cortes como Aquel mañana, La clave, Sio, Luz y progreso (uno de los temas que más me hace evocar la experiencia de Superávit, no solo por la participación en el mismo del invitado Raúl Ciro, otrora miembro de dicha agrupación, sino además por el arreglo orquestal), Ya cambió, Instante feliz, Ahora y Revoluciones.

Concebido a partir de una base instrumental común en las piezas del fonograma, Sio tiene la carga conceptual que ha signado el quehacer de Frómeta. Por una parte, dicho título alude al período en que este músico dejó de presentarse en vivo, y por otra, resulta un llamado a un poco de silencio, a fin de apartarnos del ruido que nos rodea y así podamos escuchar de verdad. En cierto sentido, esto es también un tributo a una obra del compositor académico John Cage, referida a la necesidad del silencio tanto en la música como en el resto de la cotidianidad.

A los excelentes resultados del CD contribuye la nómina de invitados, entre los que cabría mencionar a Boris Larramendi, Pavel Urquiza y Raúl Ciro (cantan con Alejandro en algunos temas), la violonchelista Ivette Falcón, la extraordinaria violinista Mirelys Morgan, Carlos Puig en la trompeta y Emilio Veitía en la batería. Todos ellos hacen lo suyo para ayudar a que con este nuevo disco, Alejandro Frómeta nos demuestre que él es uno de los músicos cubanos de la actualidad que más cosas tiene por decir, siempre que sepamos hacer silencio para escucharlo.

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