Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

El sitio mágico de Alfredo Chacón

Quienes entre los cubanos amamos los distintos modos de abordar el jazz, por estos tiempos tenemos que sentirnos contentos. Son muchos los buenos resultados que en dicha expresión musical nuestra gente está consiguiendo. Por ejemplo, hace apenas unas horas, el periodista y gran amigo José Dos Santos circuló una información que daba cuenta del éxito registrado por el joven y aventajado pianista Dayramir González, a propósito de su examen final de la carrera de composición en la mundialmente famosa Berklee College of Music, de Boston.

En un comentario que escribí acerca del disco Habana en Trance, de Dayramir, me refería a que si bien la pobre difusión del jazz contemporáneo durante años fue un problema entre nosotros, a lo cual se unió el hecho de que en un largo período con posterioridad a 1959 no se comprendió que estábamos a la vanguardia en el jazz latino, hoy puede afirmarse que esa resulta historia antigua.

Creo que va siendo hora de formular un serio estudio sobre las razones por las cuales en el presente, entre los cubanos es el jazz (así a secas, pues no se trata solo de la vertiente latina o afrocubana) el género que disfruta de una mayor intensidad creativa, con resultados que trascienden con creces nuestras fronteras.

Discos de figuras consagradas, como los álbumes Dear Diz (Every day I think of you) y Panamericana Suite, o trabajos de gente más joven, al corte de Guantánamo changüí (Yelsy Heredia), Chucho Valdés presenta a Carlos Miyares (Carlos Miyares), Today’s opinion (Yosvany Terry), Dreaming (William Roblejo’s Trío), Musae (Román Filiú), Yo (Roberto Fonseca), Proverb Trio (Dafnis Prieto) y Miniaturas de Eugenio Granell (Alejandro Vargas), por citar algunos de los más recientes, dan testimonio del excelente estado de salud que hoy goza el jazz hecho por cubanos.

Dentro de tal variedad de producciones fonográficas, una de las que más ha llamado mi atención es el titulado Magic Place, acreditado al percusionista y vibrafonista Alfredo Chacón y que participa en la corriente emisión de Cubadisco. Recuerdo que el álbum llegó a mis manos gracias al baterista Leonardo García, líder de la muy interesante agrupación Timbalive, y desde que lo escuché por primera vez me sorprendió gratamente.

Confieso que antes de oírlo, me imaginaba que se trataba de una propuesta inmersa en los códigos del jazz afrocubano, ¡pero nada de eso! Estamos ante un material que maravilla por la variedad que posee, tanto en las formas compositivas como por la diversidad de formatos utilizados (la coloratura y timbre cambian en consecuencia) y que dan muestras de la capacidad de Chacón como compositor y orquestador.

Concebido como una producción independiente, en el CD se aprecian vivificantes influencias que van desde Pat Metheny, Pedro Aznar, Iván Lins, Tito Puentes y Yellow Jackets, hasta conformantes de la Canción Cubana Contemporánea. De tal suerte, hay piezas que nos hacen ubicar el disco en el ámbito del latin jazz, otras que lo acercan al jazz rock y algunas que lo emparentan con los parámetros de lo que en el mercado internacional se conoció primero como light jazz, tendencia que tiene sus raíces en el decenio de los 80, como un desprendimiento del jazz fusión, se consolida en los 90 y en la actualidad, bajo el nombre de smooth jazz, está muy de moda en virtud de su relativa rápida comunicación con el público no especializado en la materia.

De lo antes dicho, se comprenderá que el repertorio del fonograma, aunque todo el tiempo se mantiene afincado en las raíces de lo cubano, transita a su vez por senderos que tienen relación con otros modos de asumir la música, con aires procedentes de Brasil, Argentina y los países escandinavos.

Piezas como 40 Grados, Ni pa ti, ni pa mí (de impronta latina), Madrid at night, Bossame mucho (de fuerte sabor brasileño), Lung och Ro (Paz y Tranquilidad), preciosa balada; o esas maravillas que son Through the window (Chacareramente) y Magi Place, esta última en dos versiones, una instrumental y otra a capela, hacen que en conjunto este disco devenga uno de los más interesantes fonogramas de la discografía cubana reciente y que ubica a su protagonista, Alfredo Chacón, en la vanguardia no únicamente de nuestros jazzistas sino de los actuales músicos de Cuba en general.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.