Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Un bolero para ti

Si bien hoy puede asegurarse que la etapa en la que internacionalmente «lo cubano» en materia de música pasaba en lo fundamental por el filtro de fonogramas como Mi tierra o el Buenavista Social Club y la moda del revival de los sonidos del decenio de los 50 de la anterior centuria, ha perdido fuerza en el mercado en comparación con el auge que registraron en un momento dado, entre nuestros artistas que hace unos años gozaron de ese boom comercial existen algunos que han podido mantener una media muy aceptable en la relación entre oferta y demanda en materia de consumo musical a escala planetaria.

Tal es el caso del santiaguero Eliades Ochoa, que continúa llenando plazas en diversos rincones del mundo. Su éxito mediático de mayor renombre en los últimos tiempos ha sido el hecho de resultar galardonado con el Premio Grammy Latino 2012 por el disco titulado Un bolero para ti, una producción perteneciente al sello Egrem y que el creador grabase en el Estudio Siboney, ubicado en la otrora capital de la ya desaparecida provincia de Oriente.

No cabe duda alguna en cuanto a que en el riquísimo universo de la música popular cubana, el bolero, ese género que al decir de Rafael Castillo Zapata es entre nosotros la lengua natural del amor, ha desempeñado, desde hace muchos años, un rol protagónico y, como ha asegurado Rosendo Ruiz, constituye uno de los significativos aportes de nuestra Isla al quehacer musical de muchos pueblos.

En opinión del académico chileno Mariano Muñoz-Hidalgo, el bolero como género, en tanto canción, «es, primordialmente, un fenómeno textual verbal, vehiculizado por la música y por la interpretación o canto».

En el álbum Un bolero para ti, Ochoa se hace acompañar por los integrantes de su agrupación de respaldo, es decir, el Cuarteto Patria, y por una formación que responde al nombre de Banda del Jigüe, un proyecto ideado por el propio Eliades a fin de poder contar también con sonoridades de viento, en una evidente evocación a los timbres que se impusieron en nuestro contexto al influjo de las victrolas.

Uno de los aspectos que sobresale en este reciente y laureado fonograma de Ochoa es el intercambio que él propicia entre composiciones de diferentes épocas, al asumir para el CD un repertorio en el que por igual nos encontramos piezas harto conocidas y que en el pasado hicieron furor entre la fanaticada no solo cubana sino hispana en sentido general, como por ejemplo La vida es un sueño, sin la menor duda la composición más exitosa de Arsenio Rodríguez; Las cuarenta, perteneciente al dueto autoral Garrido-Grela; o Quinto patio, original de Luis Alcaraz, junto a otras compuestas por el mismo Eliades Ochoa, como ocurre en los temas nombrados Un fantasma para ti, Su aliento me hace falta, No sigas mintiendo, y la que da nombre a la producción discográfica, o sea, Un bolero para ti.

Completan el álbum los cortes Negrura (Güicho Cisnero), Amar y vivir (Consuelo Velázquez), Enferma del alma (Otilio Portal), Desvelo de amor y Dónde tú irás (Rafael Hernández), Envidia (Gregorio García Segura), Entre espumas (Luis Marquetti) y Mis delirios (Agustín Magaldi/Pedro Noda/Gerardo Corletto).

Con producción musical a cargo del propio Eliades Ochoa, arreglos orquestales llevados a cabo por Geovanis Alcántara (es de destacar el quehacer de este músico, dado lo funcional de las orquestaciones) y diseño gráfico de Ricardo Monnar, el fonograma Un bolero para ti, de seguro, hará las delicias de todos los amantes del modo clásico (y ¿por qué no decirlo?, también convencional) del género por excelencia para el romance y de quienes aprecian en la vieja sonoridad de los conjuntos y de las jazz band de nuestro país de allá por las décadas de los 40 y los 50 del pasado siglo XX, la época dorada de la música cubana. En cualquier caso, en verdad, el CD corrobora la idea de que el bolero permanece vivo entre nosotros, y es porque, como todo género auténtico, crea una tradición (sobre la base de su autenticidad), al margen de que, en mi opinión, la tradición no se muestra ni demuestra por el álbum de recuerdos.

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