Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Cuando la hibridación es total

Con frecuencia, mientras ando por las calles de mi barrio San Leopoldo, Centro Habana, suelo encontrarme con el guitarrista Pablo Menéndez, quien desde hace algún tiempo reside en la zona. Siempre que ello sucede, dialogamos por un buen rato, porque él es un conversador natural y además, asiduo lector de esta columna. En nuestra última charla, me informó que iba por unos días a Estados Unidos para un concierto de celebración a propósito del cumpleaños 90 de su madre, la vocalista norteamericana Bárbara Dane. Igualmente me comentó que a partir del sábado 3 de septiembre, entre cinco y ocho de la tarde, él y su grupo Mezcla comienzan una peña en el patio-bar de la Egrem, el formidable espacio que en San Miguel 410, entre Campanario y Lealtad, ha propiciado el productor discográfico Jorge Rodríguez.

Aunque a Pablo Menéndez se le suele evocar como el guitarrista estadounidense que ha integrado las filas de agrupaciones cubanas de primer nivel, como el Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, Sonido Contemporáneo y Síntesis o como el líder y fundador de Mezcla desde mediados de la década de los 80 de la anterior centuria, creo que esa visión es reduccionista porque ignora el importantísimo rol que él ha desempeñado como formador de músicos.

No es solo que en sus más de 30 años Mezcla, la banda encabezada por Pablo Menéndez, ha sido una suerte de conservatorio en el que han completado su educación musical numerosos instrumentistas, sino también el trabajo que Pablo ha desarrollado como maestro de jóvenes ejecutantes de la guitarra eléctrica y que en la actualidad son destacados intérpretes del instrumento de las seis cuerdas. Por solo mencionar unos ejemplos, ahí están los casos de Élmer Ferrer, Norberto Rodríguez y Daniel Peraza, que hoy sobresalen en escenarios internacionales.

Como docente, Menéndez no les impone a sus alumnos que ellos toquen en el modo que lo hace él. Más bien todo lo contrario. El énfasis lo pone en que sus discípulos aprendan la técnica de los distintos géneros y estilos y que por dicho camino, encuentren un propio sello al tocar la guitarra eléctrica. Alguna vez las instituciones docentes cubanas tendrán que rendirle tributo a Pablo Menéndez, así como a Jorge Luis Valdés «Chicoy», por lo que ambos han hecho en pro del desarrollo de otros guitarristas en nuestro país.

Otro legado de Pablo Menéndez y de su grupo Mezcla, según mi parecer, es demostrar cómo se puede ser fiel a la tradición y al propio tiempo, contribuir a que la misma no permanezca estancada sino en permanente renovación. Aunque respeto a los que se aferran en materia de cultura a las convenciones, prefiero el quehacer de aquellos que desde el conocimiento de las mismas, apuestan por innovarlas.

Eso justamente es lo que han hecho Pablo Menéndez y Mezcla durante toda su trayectoria, principio ideoestético que de nuevo encontramos en uno de sus más recientes fonogramas, el álbum titulado Pure Mezcla. Este CD es contentivo de una presentación en vivo en escenarios de EE. UU. y contiene 12 temas en los que reina el sentido de flexibilidad al recontextualizar géneros y estilos en apariencias muy distantes unos del otro. He ahí un auténtico ejemplo de lo que en verdad es la fusión, esa invención setentera que saliese de la cabeza del gran Miles Davis.

En Pure Mezcla escuchamos una suerte de repaso por piezas representativas del repertorio histórico de la agrupación. Así encontramos temas de origen afrocubano y que la tropa de Menéndez ha reorquestado con nuevas armonías, timbres contemporáneos y abundantes improvisaciones.

A tono con el historial del ensemble, no falta en el álbum una muestra de la cancionística de nuestros trovadores, en este caso el corte titulado Lo que me amarra aquí, de Gerardo Alfonso, cantautor al que el grupo ha echado mano desde que debutasen, cuando hicieron popular su composición Aquí cualquiera tiene. Por otra parte, la conexión con el jazz viene representada por varios cortes de autores estadounidenses. Y Mambo influenciado, de Chucho Valdés.

Algo que también me atrapa en el disco es la gama de colores y timbres que hallamos en el mismo. Así, uno se deleita con una guitarra que por momentos suena totalmente limpia, en ocasiones con reverberación y en determinados pasajes con la agresividad que proporcionan las bien empleadas distorsiones. Igualmente, sobresale el desempeño de José Hermida desde el bajo (estupendo en la técnica de slap), perfecto apoyo para la base rítmica a cargo de Octavio Rodríguez y Roberto Smith, quienes con destreza se mueven entre lo tradicional y lo moderno. Por último, Julio Valdés brilla en su ejecución, ya sea por medio de aportar ricas texturas en los teclados o calientes solos en el violín.

Así pues, Pure Mezcla es una de esas propuestas que los interesados en la música de carácter propositivo no deberían desdeñar. Yo se la recomiendo.

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