Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

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La tecla del duende

Zumo

Si todos los días le fueran dedicados, habría que buscar más tiempo para escribir su nombre. Si todas las voces le cantaran, habría que encontrar más aire para decir su cuerpo. Por eso, aunque solo sea este 8 de marzo, casi en secreto, abracémosla. Suyo es el zumo con que algún poeta puede imaginar, otra vez, la creación.

Un domingo (...) a las nueve de la mañana, volvió a crearse el mundo cuando se oyó una voz femenina que decía: hoy te toca a ti traerme el desayuno a la cama.

En el espacio reinaba ese silencio neumático que precedió al Génesis. Aún no había sido hecha la luz ni el espíritu flotaba sobre las aguas ni había manzanas en el paraíso, pero en ese momento todo el universo fue ocupado por un sonido que salía de la cocina.

El exprimidor de naranjas había entrado en acción impulsado por el compañero y el zumo comenzó a existir. Poco después la casa se inundó con el aroma del café. Mientras el hombre preparaba el desayuno, ella leyó un verso en el libro que tenía en la mesilla: A través de una noche en pleno día/ vagamente he conocido la muerte.

Entonces él entró en la habitación con la bandeja y en ella llevaba mermelada, tostadas, café, zumo y algunas cápsulas de vitaminas y minerales. Depositó el desayuno en el regazo de la mujer y a continuación subió la persiana y descorrió las cortinas. Fuera de la habitación no existía nada porque el mundo no había sido creado todavía, pero aquella mujer ya se llamaba Eva y el hombre era Adán.

El horizonte de la ventana lo formaba una sensación de plomo, aunque ahora la habitación estaba iluminada por el zumo de naranja y cuando ella elevó el vaso a los labios como una lámpara en la oscuridad exterior comenzó a vibrar una luz iridiscente sobre la cual se extendió el concepto del tiempo y de la memoria. Esta pareja de amantes ignoraba su pasado. No recordaba haber sido expulsada del paraíso ni sabía que la muerte les acogería un día a causa del placer. Después del zumo tomaron café, tostadas y algunas vitaminas.

(...) Sin darse cuenta la pareja sentada en la cama estaba creando un mundo a su imagen y semejanza. Pásame la mermelada, dijo Eva. ¿Quieres un poco más de café?, preguntó Adán. Y entonces por primera vez en su vida saludaron al sol que iluminaba las sábanas revueltas por el amor y las cortinas se inflaron con una brisa que traía un perfume de protozoos y algas... (Manuel Vicent)

En el hueco de G y 21

Allí mismo, en El Vedado, este sábado los ocurrentes regalarán a las «ocurrentas» su mejor travesura. A las dos de la tarde. Nos vemos.

Graffiti

Carlos Miguel: Wendy es mi despertar y tú mi anochecer... ¡no me falten nunca! Migdalia

Yo: De las 24 horas del día, dame una y sabré rendir el universo a tus pies. Yo

MM: Si mañana el destino no te guarda para mí, estaré siempre en la sombra a la que sonríes y en el aire que acaricias. Nemo

RGVR: Toda regla tiene su excepción; ¿me dejas ser la tuya?

Semilla

El poeta, como las serpientes/ muda y recicla,/ acumula y cuando ya no cabe/ en sí mismo,/ nos lega la piel de sus palabras. Sergio Corrieri

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