Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El Duende

La tecla del duende

Vocación y reino

El maestro José Alejandro Rodríguez —vecino de los bajos—es un primigenio de alma. Tiene la rara cualidad de captar emociones, olores, sentidos, y luego narrarlos en imágenes exuberantes. Su detector de realidades es el típico de los periodistas ingénitos. Por eso solo en la prensa podía hallar vocación y reino.

Más de una hora estuvimos escuchándolo en la tertulia teclera del sábado último y uno se quedaba bobo, de puro deleite, viajando por su itinerario sentimental. Lo vimos en su natal Jovellanos, en la casona colonial inmensa de largos aleros y aljibe, con patio interior de losas catalanas, mirando —niño ansioso de saberes— las hormigas y el musgo, o escuchando a sus padres y tías: los primeros profesores.

Con él supimos del retrato del Martí que precedía las tertulias familiares, aquellos espacios donde alzaba los oídos para que no se escaparan las cosas nuevas. También nos permanecimos quietos ante la majestad de su profesora de cachetes empolvados, culta señora con impecable caligrafía palmer.

La vorágine maravillosa del año-enero aún late en los recuerdos de Pepe Alejandro de la mano de su madre. «Unos tuvimos que bajar para que muchos subieran», así le explicó su padre la Revolución. Y él rápido se integró a aquella babel indescriptible de ensueños.

Escuelas al campo, corte de caña, camino polvoriento por el que una sola vez le llegaron refuerzos alimenticios del hogar. Beca de universitario rebelde. Periodismo. Tanto periodismo con manos de cronista regio que ya parece hablar contándoles a los lectores o contarles a los lectores como en una charla de amigos.

Así es Pepe Alejandro, y parece que con él los hilos místicos de la tecla reactivaron afectos. Volvió Mignelys, médico de nuestra familia, el Chino y Tania casi nos cortan el aliento; Rafael y Dayana unieron su buena fe mientras Daily remolcó a Felipe Ramón —que aún nada en su vientre— y a Jimmy, para entonar como solo ella sabe el Chamamé a Cuba.

Holguín y Las Tunas

«Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía». Bajo ese sentir becqueriano, se encontraron los tecleros de Holguín. Junto a ellos estuvo la multipremiada escritora Belkis Méndez, quien deleitó con su obra. Flores, dulces y un buen café cerraron los arrestos líricos de la cita.

Y este domingo, a las 2:00 p.m., los ocurrentes tuneros se encontrarán en el Centro Cultural Huellas.

GRAFFITI

Yidi: Si realmente hay ángeles en el cielo y nos observan, seguramente lo hacen a través de tus ojos. Lía

Yassel: Felicidades por nacernos otro teclero. Los ocurrentes

SEMILLA

Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas. Proverbio árabe

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