Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El Duende

La tecla del duende

Apoyo

En cierta ocasión, durante una charla que di ante un grupo de profesionales, me hicieron una pregunta: ¿Qué es lo más importante que ha hecho en su vida? Sabía que los asistentes deseaban escuchar anécdotas sobre mi trabajo.

«Lo más importante que he hecho en la vida, tuvo lugar el 8 de octubre de 1990. Comencé el día jugando golf con un amigo. Entre jugada y jugada me contó que su esposa y él acababan de tener un bebé.

«En eso llegó el padre de mi amigo, quien le dijo que al bebé se lo habían llevado de urgencia al hospital. Mi amigo se subió al auto de su padre y se marchó. Yo me quedé donde estaba, sin saber qué hacer. ¿Seguir a mi amigo al hospital? Mi presencia allí, me dije, no iba a servir de nada. ¿Brindarle mi apoyo moral? Quizá, pero tanto él como su esposa provenían de familias que les ofrecerían apoyo. Así que decidí ir más tarde al hospital.

«Al llegar, la sala de espera estaba llena de familiares. Se presentó un médico, quien se acercó a la pareja y les comunicó que su bebé había fallecido. Al verme, mi amigo se refugió en mis brazos y me dijo: “Gracias por estar aquí”.

«Durante el resto de la mañana, permanecí sentado en la sala de urgencias del hospital. Aquella experiencia me dejó como enseñanza que lo más importante en la vida es el tiempo que dedicamos a cultivar una amistad». (Enviado por Rafael).

La verdad

Érase un hombre que buscaba la verdad. Un día llegó a un lugar donde ardían innumerables velas de aceite. Las cuidaba un anciano que, ante su curiosidad, respondió que ese era el lugar de la verdad absoluta. Cada vela refleja la vida de los individuos sobre la Tierra: a medida que se consume el aceite, menos tiempo de vida les queda. El hombre indagó si le podía indicar cuál era la suya. Al descubrir que su llama estaba al extinguirse, aprovechó un instante de distracción del anciano y tomó otra vela, para verter un poco de aceite en la suya. A punto de alzarla, su mano fue detenida por la del viejo: Creí que buscabas la verdad. A veces cuando creemos encontrarla, nos resulta tan difícil asumirla que la negamos. Buscamos la verdad para confirmar nuestras sospechas y al descubrirla nos sentimos débiles para asumirla. Es tan dolorosa, que nos paraliza o nos sentimos morir al encontrarla. La negamos, o tomamos la parte que más nos beneficia y dejamos la que nos perjudica. Descubrir la verdad puede ser terrible, pero es mucho más doloroso convivir con la mentira. (Publicado por Guillermo Cabrera Álvarez el 14 de abril de 2005).

 

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