Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El Duende

La tecla del duende

Feliz Coincidencia

Los ocurrentes H. Nordelo y Pepino están de fiesta. Y es decir Adriana, Gema, Ámbar y Gerardito. Y es decir héroe, hermano, Patria. Cuba, como le apodaron en los duros años de la prisión. Es un aniversario cerrado; casi todos los que luchamos por su liberación sabemos cuántos son.

Pero es también el cumpleaños de otra persona querida por nuestros lectores. El doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, un ser entrañable que comunica emociones en sus habituales conferencias de prensa. Héroes ambos, enlazados por una fecha de nacimiento y una entrega sin límites al otro, propiciando la sobrevida para toda una nación. ¿Cómo no agradecerles hoy por sus historias de vida?

Una vez fueron héroes anónimos. Hoy pueden ser conocidos por el mundo entero. ¿Cuántos Gerardo, cuántos Durán caminan junto a nosotros, entre nosotros? Las circunstancias los colocarán a la luz, cuando resulte oportuno. Para todos ellos, felicidades por hacer su parte de deber, para que nadie pueda vencernos.

Vencer

¿Por qué la mayoría de la gente se da por vencida?

Porque esperan resultados rápidos, porque dejan de creer en sí mismos, porque el camino al éxito no es tan atractivo ante el temor del fracaso.

Porque dedican poco tiempo a lo importante y se desviven ante lo urgente. Sobredimensionan sus problemas, se enfocan en sus debilidades sin potenciar sus fortalezas.

Porque ceden ante la primera adversidad, no visualizan el logro, porque renuncian al sacrificio de vencer.

La gente se da por vencida cuando no está convencida, se derrota porque le faltan argumentos para la trama de su trayecto.

No te des por vencido. Lucha por tus aspiraciones, que los resultados no vendrán de inmediato, pero sí paso a paso. De cualquier manera, siempre la lucha supone la superación de uno mismo, creces, vences. (Versión de un texto publicado en internet)

Semilla

Busco el día en el que la gente no sea juzgada por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter. Martin Luther King

 

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