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Pregunte sin pena

Autor:

Juventud Rebelde

I.V: Mi esposo tiene 42 años de edad y yo 31. Llevamos cinco años de relación. Nos llevamos muy bien. Trabajamos juntos y eso conlleva a que estemos bastante unidos, excepto cuando él tiene que laborar fuera del territorio. No sabemos si es normal que frecuentemente realicemos el acto sexual más de una vez al día, incluso hasta tres, disfrutándolo y haciéndolo a gusto. ¿Es normal esto? ¿Nos traerá problemas?

Aunque la duda sobre la frecuencia adecuada es común, no existe ningún criterio médico autorizado que estipule una norma al respecto. Cada pareja elige la cantidad de veces que hace el amor en función de su deseo, condiciones reales para efectuarlo y la satisfacción que obtienen. Cuando la unión erótica es satisfactoria, la salud y la calidad de vida se benefician, se equilibra el funcionamiento de los múltiples sistemas del organismo, se adquiere una relajación muscular y subjetivamente se experimenta un placer que estimula el bienestar de la vida en pareja. No sucede así cuando uno de los miembros no desea el coito, no se satisface y lo hace solo por complacer a su pareja o cumplir con una meta. Tampoco es recomendable si se padece alguna enfermedad que nos obligue a limitar nuestra actividad física, de lo cual nos advertirá el médico. A nivel poblacional, las parejas estables practican el coito poco más de dos veces semanales. Los más jóvenes suelen tener relaciones entre tres y cuatro veces semanales y en la medida que avanza la edad la frecuencia disminuye. Durante el ciclo de vida de las parejas también varía la frecuencia. Al principio, la necesidad de descubrimiento y el deseo intenso se expresan en una actividad sexual reiterada. Luego, la pareja transita un período irregular hasta que alcanza una estabilización diferente, donde la frecuencia coital es menor, pero usualmente más satisfactoria, sin los accidentes del inicio. Estos estudios indican tendencias generales. Existe una amplia gama de diversidad entre un extremo y otro, de modo que lo mejor será que cada uno encuentre su propio ritmo en función de aquello que le resulte más placentero.

MSc. en Psicología Clínica Mariela Rodríguez Méndez

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