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Baracoa: villa de leyendas

Este 15 de agosto la Ciudad Primada de Cuba arriba a sus 495 años rodeada de una historia legendaria, singular y cautivante

Autor:

Lisván Lescaille Durand

Fotos: Jorge Luis Merencio Cautín

BARACOA, Guantánamo.— La primera capital de los cubanos, Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, guarda y exhibe singularidades que la convierten en una ciudad de primicias para la historia de Cuba.

Desde sus predios de villa prístina, fundada el 15 de agosto de 1511, se gestó el proceso de conquista y colonización de Cuba que condujo al establecimiento de las primeras siete villas.

En este sitio de naturaleza exuberante, cuyo toponímico significa, según el prestigioso lingüista cubano Sergio Valdez Bernal, existencia de mar, acontecieron los dos primeros matrimonios celebrados en suelo cubano.

¡Se casa el gobernador! Corrió la voz en lengua cristiana. Y esa mañana de un año impreciso aún miraron extrañados los indios taínos de la numerosa población asentada allí, al séquito nupcial que llegó a la pequeña iglesia con paredes de embarrado y techo de guano.

Diego Velásquez en persona, parecía poner su toque personal a la pretendida empresa evangelizadora —exterminadora con el tiempo—, desposando a Isabel de Coellar, dama de la aristocracia ibérica, hija de Cristóbal Coellar, Tesorero del Rey de España. A los siete días murió la esposa y enviudó el Gobernador.

Otro no menos importante enviado especial a la Ciudad Paisaje, Hernán Cortés, mientras servía como alcalde de Baracoa se casó con Catalina Juárez, personaje de la hidalguía del momento.

Ante la Cruz de la Parra —que se conserva como la única sobreviviente de las 29 que plantó Colón en igual número de puertos en sus cuatro viajes por América— Fray Bartolomé de las Casas realizó la primera misa oficiada en Cuba

PRIVILEGIOS SIN SER CAPITAL

Uno de los más fervientes estudiosos y conocedores de la Primada, Alejandro Hartmann Matos, historiador de la ciudad, sostiene que, pese a perder en 1515 su estatus de capital, «Baracoa tiene mucha importancia para la jerarquía eclesiástica superior...

«En ese propio año, cuando Santiago de Cuba, con mejores condiciones como puerto, pasa a ser la capital y se hace el primer escudo de Cuba, lo que preside ese escudo es la virgen de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa.

Escultura de Cristóbal Colón a la entrada de la ciudad primada «Pero hay más —abunda Hartmann—, por Bula del Papa León X en 1518 se funda en Baracoa el Obispado de Nuestra Señora de la Asunción. No es hasta 1523 que transfieren a Santiago de Cuba dicha jerarquía.

«Tras un salto de casi 80 años en el que aún hoy existe vacío documental sobre lo acontecido en esta primogénita villa, vuelve el paradisíaco entorno baracoense a deslumbrar a más de un visitante: aparece en 1598 el poema La Florida, de Fray Alonso Gregorio de Escobedo, defendido como la primera obra de la literatura cubana.

«El autor dedica varios versos a tradiciones baracoenses. Hace descripciones de los indios —a quienes se suponía exterminados—, sus costumbres, comidas típicas como el palmito, plato indígena preparado a partir de la palma real, que aún sobrevive en algunas de nuestras comunidades con las adiciones lógicas de casi 500 años.

«En ese poema se da mucha primacía a Baracoa, la primera capital, la sede del primer obispado de Cuba, lugar que asimiló el instrumento musical denominado tres».

Otro hecho que revela la categoría concedida a la Ciudad Paisaje es su sistema de fortificaciones: Matachín, tercero en importancia de Cuba, después del de La Habana y Santiago de Cuba; al cual se le adicionó el fuerte Majana, un fondeadero de barcos en la ensenada de Boca de Miel con evidente interés estratégico militar.

Baracoa, explica su historiador principal, es la única de las siete villas que se conserva en el mismo sitio de su fundación, gracias a su ubicación en una planicie, dentro de un entorno geográfico mayoritariamente montañoso.

LA CAPITAL DEL ORO VERDE

Catedral de Baracoa En lo económico la Primada resaltó, después de la revolución de Haití, en cultivos como el coco, el café y la caña de azúcar. Está documentado que en la primera mitad del siglo XIX hubo un florecimiento moderado de sus exportaciones de café, miel, frutas, y en menor medida de azúcar. En 1889 exportó un millón de unidades de coco.

Otra sorpresa es que a finales de ese siglo operó allí la primera refinería de petróleo de Cuba, según documentos recogidos en el libro Franceses en Baracoa, de Alejandro Hartmann Matos. En ese texto demuestra su autor que hubo en Baracoa consulados de Estados Unidos y Francia, entre 1831 y 1893.

La también denominada capital del Oro Verde, por su prolijo comercio de guineo —así le llaman los lugareños; bananos el resto de los mortales—, tuvo hasta 1946 un moderado florecimiento económico sin que ello deba, de ningún modo, confundirse con riqueza o equidad.

Y no solo lo afirma Hartmann. El titular Baracoa en desgracias, del periódico local La Semana del sábado 12 de junio de 1937, consigna una arista del abandono gubernamental a los campesinos, mayoritarios en su empobrecida población.

El 60 por ciento de los pobladores carecía de agua potable, contaban con un médico para 15 000 habitantes, solo 11 kilómetros de carretera, altísimo desempleo y depauperación socioeconómica caracterizaban a la Cenicienta de Oriente, como la bautizara la prensa de la época.

Imposible el parangón con nuestros días en que decenas de programas sociales sepultan aquellas realidades: el indicador de mortalidad infantil por debajo de cinco, el pleno empleo y una red de servicios en la salud, la educación y otros frentes para beneficio de sus más de 81 000 habitantes.

Es que a la vuelta de 495 años, la primera de nuestras villas y ciudades seduce y asombra, enamora y apasiona tanto a nacionales como a extranjeros que la siguen viendo con los ojos de Cristóbal Colón: «... la más hermosa cosa del mundo».

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