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Foto: Roberto Morejón Que los talleres pioneriles se han convertido en una nueva fuente de conocimientos es un hecho que ya nadie pone en duda. Y si no que le pregunten a los estudiantes de la secundaria Roberto Rodríguez, de Morón, en Ciego de Ávila. Allí todos los grupos están integrados a ese movimiento estudiantil, y el día en que sesionan los talleres es una verdadera fiesta donde todos aprenden.
Abdara Molina, quien hasta el curso pasado fue la presidenta del colectivo de esa escuela, siempre recordará con especial agrado el último taller en el que participó, donde el trabajo de su destacamento alcanzó la calificación de relevante.
Y claro que fue un premio merecido, si el equipo realizó una excelente investigación acerca de la historia de la localidad, y consultaron hasta al historiador del municipio.
«En mi escuela esto funciona muy bien —relata Abdara—. Cada destacamento tiene su movimiento integrado por ocho o diez pioneros, y se exponen diversos temas: arte, historia, artesanía... Se designa una fecha para realizar los talleres, y ese día es solo para eso. Así todos los pioneros pueden ver cada una de las exposiciones».
Al igual que sus compañeritos, Abdara está orgullosa del movimiento de los talleres pioneriles. Por eso llevará la experiencia de su municipio al próximo Congreso. Y es que en Morón, desde la misma organización de pioneros hasta la dirección municipal de Educación, les dan a esta actividad la seriedad que requiere.
Como los pioneros se ven estimulados, despliegan toda su creatividad, y lo mismo hacen dramatizaciones, que cantan o recitan poemas.
«En estos años se han presentado muy buenos trabajos —dice Abdara—. Temas que incluyen el sida, el alcoholismo y el tabaquismo. Pienso que este movimiento tiene mucha influencia en los pioneros, porque aunque no todos participan directamente, se interesan y conocen de diversos temas, y al final eso ayuda a elevar nuestra cultura».
