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Revelan casos de uso irracional de la energía en instituciones estatales

La Revolución Energética enfrenta un adversario que le ocasiona significativos estragos. A simple vista se observa el salidero de energía que confirman las estadísticas

Autor:

Nelson García Santos

En el horno eléctrico decenas de pollos que de solo mirarlos despertaban el apetito. El manjar iba a estar rápido y bien asado, a juzgar por el maestro de cocina, quien insistía más en las bondades del equipo que en el arte culinario propiamente.

Mientras lo oía, volteé la vista hacia el horno y a través del cristal de su puerta resultaban significativas las emanaciones de vapor, signo de que por algo anormal transitaba el asado.

De súbito abrieron el aparato para introducir otra parrilla repleta de pollos, momento que aproveché, disimuladamente, para tocar uno. Fue, entonces, cuando retumbó la voz del cocinero: «Periodista, cuide la higiene, vea pero no toque nada».

El toquecito era el único recurso a fin de comprobar un presentimiento: estaban asando los pollos congelados.

—Oiga, están helados —cuestioné al maestro de cocina.

—No se preocupe, con la temperatura a la que regulé el horno se les van a cocinar hasta los huesos.

—Cuando se preparan así quedan medio quemados por fuera y crudos por dentro.

—Cuentos. Es una lástima que no te pueda invitar a saborearlos, aproximadamente en una hora; los voy a llevar de menos a más temperatura.

—A costa de un mayor consumo de electricidad, ¿verdad?

—Un poquito más de gasto tampoco va a arruinar a nadie, compadre.

ANTE NUESTROS OJOS

Qué ironía. El país invierte millones en divisas para dotar de equipos eficientes, de bajo consumo de electricidad, mientras esa filosofía del cocinero de que un poquito más no importa se convierte en despilfarro galopante.

Sorprende que tampoco haya que salir con una lupa a descubrirlo o realizar una profunda investigación para determinar por qué el derroche. Una buena parte trasciende a la vista pública como lo más normal de este mundo.

Si ocurre de ese modo, a pleno sol, ¿cómo será allí donde jamás bastarán los ojos para detectar el salidero de energía? Claro, lo que más incomoda a la tribuna de la calle es, precisamente, la dilapidación sin miramientos al alcance de todos.

¿Cómo entender que, a estas alturas, con la cultura que hay sobre la necesidad del uso racional de la energía, explicado hasta la saciedad, directivas administrativas incluidas, el sector estatal incurra en despilfarros inconcebibles?

La filosofía del cocinero «de que un poquito más de consumo no va a arruinar a nadie», representa un salidero trascendente de recursos, por obra y gracia de la negligencia.

IGUAL A 50 CASAS

«Hay un gasto excesivo por violaciones en la explotación de la electricidad», enfatiza Juan Carlos Rodríguez Pérez, al frente de la Dirección de Uso Racional de Energía de la Empresa Eléctrica en Villa Clara.

—¿Revelaciones?

—En inspecciones realizadas encontramos encendidas en un local de juegos recreativos de una escuela, que estaba cerrado, 35 lámparas dobles de 40 watts, para un total de 2 800, y en un comedor, tras concluir el servicio, mantenían en funcionamiento 16 pares de luces, un gasto en conjunto de 1 280 watts, y dos ventiladores de techo.

«Además, edificios docentes, de albergue, con pasillos y locales iluminados innecesariamente, al igual que las áreas exteriores. Y circuitos con una gran cantidad de lámparas con un solo interruptor, lo que imposibilita hacer un uso del alumbrado en la medida que se necesita».

—¿Un ejemplo concreto?

—Una biblioteca permanecía alumbrada por 25 lámparas de 40 watts para atender a un solo estudiante.

—Increíble.

—En el grupo de escuelas inspeccionadas calculamos un gasto de 50 kw, que podría ser muchísimo menor. Esa cifra equivale, aproximadamente, al consumo de igual número de casas en 24 horas. Y esto solamente en unos pocos centros del municipio de Santa Clara. Imagínate a cuánto se elevaría el gasto si sumamos los demás municipios, donde hay también escuelas y otras instalaciones excesivamente alumbradas.

—¿Dónde se despilfarra más?

—Bueno, en el exceso de iluminación. También está lo relacionado con la ineficiencia en la explotación de los aires acondicionados. Por cierto, ustedes publicaron un reportaje sobre esa problemática.

—Sí.

—En realidad hay falta de hermetización en muchos lugares donde colocan los equipos. O los mantienen funcionando cuando los locales están vacíos.

—Y, para colmo, los regulan para bajas temperaturas.

—Cierto, aunque deben funcionar para los 20 grados centígrados, que resulta un clima agradable. No hay porqué fijarlo para 17 o menos, y tener que ir a laborar con un abrigo.

—¿Qué más?

—En las empresas hay pérdida de energía por los conductores en mal estado, por líneas internas que tienen instalados demasiados equipos, lo que ocasiona fugas de energía o equipos de un potencial superior al que necesitan para realizar determinada labor. Son solo ejemplos.

—Detectan el problema, ¿y luego qué?

—A las entidades les pedimos que acudan a la Empresa Eléctrica, pues les podemos ayudar a resolver las dificultades, y a las que sobrepasan el consumo se lo informamos a su ministerio para que les aplique las medidas pertinentes.

—¿Lo único?

—Como Dirección Provincial de Uso Racional de la Energía nos compete tratar de revertir todo lo que perjudique a ese propósito, que va desde determinar exactamente las necesidades de corriente de cada organismo y sus dependencias, hasta precisar si la utilizan con eficiencia.

El derroche abarca disímiles sectores. Todavía hay tiendas recaudadoras de divisas que cierran en horas de la tarde, a pleno sol, y dejan las luces encendidas; hornos de panaderías vacíos, o llenos a medias, conectados a la corriente, y tanques de agua botándose por la demora en apagar la turbina.

De qué valen los matutinos sobre el ahorro, la propaganda en el mural, las directivas para evitar el malgasto que corresponde impedir, en primerísimo lugar, a las administraciones, si se convierten en meras palabras. ¿Por qué? ¿Dónde están los responsables de aplicar el clic al derroche de divisas?

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