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Recuerdo imborrable de un colega

El periodista Ernesto Rojas falleció víctima de un infarto cardíaco.  Al morir colaboraba con el semanario Opciones

Autor:

Juventud Rebelde

Ernesto Rojas, a la derecha, en diálogo reciente con Víctor Ramírez Ruiz, presidente del Instituto Nacional de la Vivienda. Foto: Baldrich Nuestro colega Ernesto Rojas ya no está entre nosotros. Falleció víctima de un infarto cardiaco.

Claro que sus más allegados amigos y periodistas lo acompañaron y despidieron en la funeraria de Calzada y K, en el Vedado capitalino, entre ellos la representación de los trabajadores de Juventud Rebelde, diario al que entregó su sabiduría y en el que publicó interesantes trabajos en distintas etapas, porque se trasladaba a otros centros y después retornaba.

Fue a principios de la década de 1980 que se le vio llegar a la antigua redacción de Prado y Teniente Rey, en La Habana Vieja, cargado de lozanía, ilusiones y sueños reporteriles y desde donde pudo insertar su obra periodística en diferentes páginas, muchas que competían fraternalmente con la sección de Ciencia y Técnica Siglo XX, a cargo de Juan Dorcet, otro inolvidable compañero desaparecido.

Fue un capacitado periodista cubano del período revolucionario, sobre todo en tres campos: en el dominio del idioma inglés, en ciencia y tecnología y en la computación, de los que no solo escribió oportunos trabajos, sino en los cuales enseñó y ayudó a numerosos colegas.

Ernesto Rojas se jubiló en 2005 como periodista del semanario Opciones, pero siguió laborando en ese colectivo de nuestra editora, donde se le veía asiduamente tecleando en las computadoras.

Afable siempre, sabio siempre, amigo siempre, su principal virtud como persona se reflejaba al entrar al periódico y no sentarse a trabajar hasta no saludar al último de los presentes.

Perfecto no era, nadie lo es. Por ejemplo, no hizo caso a los llamados de que dejara su inveterado vicio de fumar, y el cigarro constante en sus labios fue una de las causas de la insuficiencia cardiaca que hacía algunos meses lo había llevado a terapia intensiva.

Pero esa imperfección nunca podrá opacar la imagen de su personalidad distinguida, ni el sentimiento de amistad, sinceridad y afecto con que lo recordaremos. Nos dejó su trabajo y el recuerdo imborrable de un compañero fiel a Juventud Rebelde y a la Revolución.

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