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El español está más saludable que nunca

Así piensa la doctora Nuria Gregori, directora del Instituto de Literatura y Lingüística de Cuba y vicedirectora de la Academia Cubana de la Lengua

Autor:

Luis Luque Álvarez

Foto: Calixto N. Llanes Poco antes de que las carabelas de Colón llegaran a América, en 1492, Antonio de Nebrija regaló al castellano su primera Gramática, instrumento de una lengua que habría de prevalecer, mediante el argumento de la espada, en los dominios de ese imperio «en el que nunca se ponía el sol».

Hoy, sin embargo, al español le cabe, más que ser «herramienta del imperio», ser «compañero de la integración». Así lo ve la doctora Nuria Gregori, cuando conversa sobre el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado a fines de marzo en Medellín y Cartagena de Indias, Colombia. Y particularmente acerca de uno de sus frutos: la nueva Gramática.

«En realidad, hubo dos grandes congresos. En el de Medellín —el decimotercero de la Asociación de Academias de la Lengua Española—, el objetivo era revisar el trabajo conjunto que realizan actualmente las 22 academias (la española, las de América, y la filipina).

«Algo de mucho relieve en este encuentro fue la visibilidad que tuvieron las lenguas indígenas americanas. En Colombia, por ejemplo, se hablan alrededor de 60. Se reconoció la necesidad de hacer diccionarios bilingües (español-lenguas indígenas), con las 20 000 palabras más usuales. Si queremos realmente alcanzar la integración de todas nuestras naciones, también debemos ser capaces de elaborar esos diccionarios. Y aún más: hay que apoyar a estos pueblos para que también ellos cuenten con sus lexicógrafos y gramatólogos, y puedan emprender obras similares a las que realizamos hoy en español.

«En Medellín, una de las cuestiones más importantes fue la aprobación de la nueva Gramática. La última Gramática académica fue publicada en 1931. Después vino la guerra civil española, en 1936, y la RAE cerró su casona en Madrid; dejó de existir durante un tiempo. Hasta la fecha, la Gramática no se había actualizado. Se publicó un esbozo en la década de 1970, pero no pasó de ahí.

«Para elaborar esta Gramática se emplearon diez años de trabajo. Esta tiene la novedad de que, por primera vez, se hizo por consenso entre las 22 academias. Fue una labor muy compleja, difícil. Pero se logró.

«En el nuevo texto hay una presencia mucho mayor de América que en todos los anteriores, porque se respeta la variación lingüística existente. Posee además, en el capítulo dedicado a la fonética y la fonología, un DVD en el que están grabadas las entonaciones y pronunciaciones de diferentes variantes americanas».

—¿Cómo llega este nuevo instrumento, en lo práctico, al hispanohablante promedio?

—De esta Gramática se hará un compendio, algo más breve, para utilizarlo en la enseñanza. Habrá una Gramática mayor, para especialistas, y un extracto para la enseñanza. Pero estará al alcance de todos los que deseen consultarla cuando se publique, en 2008. También cada país podrá realizar sus gramáticas escolares, partiendo de ella.

—¿Implicará cambios en los programas de estudio del español en nuestro país?

—Hay muchas cosas que tenemos que ver y actualizar, algunas cuestiones que han cambiado, que se han adecuado a las nuevas ideas lingüísticas. La Gramática anterior era, por supuesto, mucho más estrecha en su concepción de la variación, aunque en lo que respecta a normas gramaticales y ortográficas no puede existir la misma visión variacionista que se tiene en cuanto al léxico y la fonética. La gramática y la ortografía deben ser más rígidas en sus normas. De estas, se han incorporado otras, vigentes en el habla americana, y también, por supuesto, de los peninsulares, pero sigue siendo, en esencia, la gramática española que conocemos.

«En el tema de los géneros, por ejemplo, se ha trabajado mucho, sin caer en ridículos ni en soluciones que conspiran contra la economía del lenguaje. Si hay presidentas y ministras, no hay por qué decir “la presidente” o “la ministro”. Esos cargos deben aparecer en femenino, cuando se trate de una mujer que los ocupe, porque antes no los ocupaban, pero hoy sí.

«Pero ese fenómeno de “los niños y las niñas”, ¡vamos! O aquello de colocar el signo de arroba (@), que no es una letra del alfabeto, para referir que hay individuos de los dos sexos. Eso no es feminismo ni mucho menos. No estamos de acuerdo con esas prácticas. Hay momentos en que sí tenemos que hacer la especificidad, para impedir equivocaciones. Pero en un texto periodístico o en una obra literaria, no se puede permitir toda esa repetición.

«Sí se puede evitar, por ejemplo, “hombre” como genérico. Podemos decir: “la persona”. Pero no aquello de tratar de imponerlo a toda costa, como si fuera lo esencial. Eso resta credibilidad y da pie a burlas».

—¿Cuál ha sido el papel de Cuba en la redacción de la nueva Gramática?

—Ustedes no se pueden imaginar la cantidad de mensajes que cruzaron el Atlántico para allá y para acá. Menos mal que tenemos el correo electrónico, que facilitó muchísimo el trabajo y la realización de esta magna obra. De otra forma no sé si hubiésemos podido realizarla en tan breve plazo.

«Por la parte cubana, la coordinadora fue la doctora Ofelia García Cortiñas. Ella revisaba todo lo que enviaban de España, y hacía saber nuestros criterios. Unos eran aceptados, otros no. Esto es normal, es imposible tener unanimidad de criterios entre tantos millones de hablantes de tan diversos territorios. Pero sí hay un consenso, y ahora existe una mayor representatividad de los hablantes del español de América, que antes no había, y ha quedado claro para todos y para siempre que la Gramática, como los diccionarios y la ortografía, no la hace la RAE, ni España sola, sino todos los hispanohablantes juntos, por primera vez».

—Como el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD)...

—Que se va a revisar también, para que no haya discrepancias entre él, la Gramática y la Ortografía. De esta última también se hará una nueva edición. Se revisará la de 1999, que fue una de las primeras obras panhispánicas.

—Respecto al DPD, hemos visto contradicciones entre él y el Diccionario de la Real Academia (DRAE). Por ejemplo, la palabra «medio ambiente». El DPD propone «medioambiente». Si ahora este texto fuera el que dictara nuestra norma, se trataría para el hablante cubano de una regla extraña...

—El DPD recomienda «medioambiente», pero no dice que es la única forma. Señala que aunque todavía es mayoritaria la grafía separada «medio ambiente», el primer elemento de este tipo de compuestos suele hacerse átono, y da lugar a que las dos palabras se pronuncien como una sola. Por ello se recomienda la grafía simple: «medioambiente».

—Pero llevaría algunos años variar nuestra costumbre...

—No lo creo, lo que debemos hacer es poner al alcance de todos las nuevas normas, para que se conozcan. La prensa y los medios de difusión, en general, son una herramienta para lograrlo. Si asumimos el DPD como libro de estilo para toda la prensa —y esa es también la idea—, de inmediato los hablantes comenzarán a emplearlas. Tenemos la intención de firmar una declaración conjunta entre los medios y la Academia Cubana de la Lengua. Algunos colegas de Hispanoamérica me expresaron sus reservas sobre esto, y les dije: «Nosotros en Cuba lo podemos hacer, porque tenemos las mejores relaciones con la Unión de Periodistas de Cuba, con los diarios...

«Por otra parte, también existe la voluntad política de adquirir ejemplares del DPD para la red de bibliotecas, los organismos e instituciones del país. Hoy puede consultarse en las bibliotecas de la Academia de la Lengua, en la Biblioteca Nacional, en la del Instituto de Literatura y Lingüística, en la Facultad de Artes y Letras y, por supuesto, en Internet. Los diccionarios son libros caros, y el precio de este es, aproximadamente, de 24 dólares».

—¿Estamos hablando entonces de una sustitución del DRAE por el Panhispánico?

—No, de ningún modo. Ningún diccionario sustituye a otro. El DRAE se está actualizando también. Se desea hacer una nueva edición para 2010. Además, se comenzará a elaborar el nuevo Diccionario Académico de Americanismos, que incluirá unas 100 000 palabras.

«Entretanto, el DPD es el que da respuesta hasta ahora a las dudas más frecuentes de la comunidad hispanohablante. El director de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, “pedía” este convenio con los órganos de prensa de cada país, para la retroalimentación mutua. Vamos a disponer de un sitio web para que nos envíen las dudas más usuales, y usaremos esas preguntas con sus respuestas para actualizar el DPD. Y lo mismo con la prensa, que es decisiva en cuestiones del lenguaje».

—¿Está satisfecha con la enseñanza de la lengua materna en nuestro país?

—No, no estamos satisfechos. Se puede hacer mucho mejor y tenemos las posibilidades reales de hacerlo en un país como el nuestro. Hay problemas en la enseñanza del español. Todo el mundo lo sabe, y no solo en Cuba.

«Tenemos que lograr que nuestros estudiantes, cuando terminen la secundaria básica, sepan redactar, no tengan errores en la ortografía, sepan expresar sus ideas. Debemos impartirles clases mejores, amenas, y tener diccionarios, que en las casas deben ser como la mesa de comer. La ortografía española es muy sencilla, a pesar de lo que se dice. Es la más fonética de todas, por la gran correspondencia entre el sonido y la escritura; sin embargo, las faltas ortográficas que cometen nuestros estudiantes son increíbles».

—Si tuviera que hacer un diagnóstico del español en el mundo y en Cuba, ¿cuál sería?

—Que el español avanza cada día más. Primero, porque tiene más de 500 millones de hablantes. Pero además, por esta unión —de todos los países de habla hispana— en Academias que trabajan y defienden la unidad de la lengua, al mismo tiempo que reconocen y preservan su diversidad.

«El español está más saludable que nunca, aunque en algunos organismos internacionales —desgraciadamente para ellos— todavía no sea lengua oficial, como sí lo son el inglés y el francés. Es otra batalla que debemos dar: que se reconozca que la nuestra no es una lengua menor, sino una de las de mayor extensión mundial, con una literatura vastísima y escritores de prestigio universal. Y es hoy una de las lenguas más estudiadas como segundo idioma.

«En cuanto a Cuba, no me preocupo, me ocupo. La chabacanería y la violencia verbal son fenómenos de conducta social que se reflejan a través del lenguaje, que debe combatir toda la sociedad: la familia, la comunidad, la escuela, los medios de difusión. Estamos en condiciones de hacer de nuestros ciudadanos mujeres y hombres verdaderamente cultos, y para ello le corresponde el primer lugar al uso que hagamos del lenguaje».

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