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Nuevas opciones para jóvenes licenciados del Servicio Militar Activo

Como resultado de un convenio entre las FAR y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. La comisión agramontina ofrece una bolsa de empleo con más de 150 plazas

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Luego de insertarse a la vida laboral los jóvenes pueden superarse y llegar a cursar estudios universitarios La comisión camagüeyana propuso una bolsa de empleo con más de 150 plazas.

Desde Camagüey y hasta una unidad del Ejército Occidental viajó con las manos llenas de futuro Santos Hernández Mollineda.

Una bolsa de empleo con más de 150 plazas, el equivalente a dos opciones para cada soldado, era lo más valioso de su equipaje, hecho a la carrera, para sobrevivir fuera de casa durante una semana.

Con él viajaron tres compañeras de organismos como la Organización Básica Eléctrica y la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social del territorio agramontino.

Este hombre, que preside la comisión que inserta laboralmente y ofrece opciones de estudio a los jóvenes camagüeyanos licenciados del Servicio Militar Activo (SMA), inició la entrevista con el soldado Yordanys Rodríguez formulando preguntas como las siguientes:

«Abogamos por que las ofertas sean personalizadas, para eso realizamos un estudio previo de las posibilidades, intereses y fortalezas de cada soldado», precisa Llama —¿Qué te gustaría hacer cuando termines el Servicio? ¿Te gustaría trabajar como veterinario en la Empresa Pecuaria Triángulo Tres, en Camagüey?

—No. Prefiero ser chofer. En esta unidad obtuve la licencia de conducción y quiero hacer lo mismo que mi padre —respondió convencido Yordanys.

El joven, antes de ingresar al SMA, se había graduado como técnico medio en la especialidad de Veterinaria, y eso lo supo la comisión de su territorio cuando realizó, casuísticamente, un estudio de los soldados de su demarcación que se licenciarían entre agosto y octubre del presente año.

Por eso no fue casual ofrecerle empleo en un centro pecuario de la zona donde radica. Tampoco era secreta la simpatía del joven por el oficio de conductor, y como segunda oportunidad le plantearon desempeñarse como chofer de CUBALSE.

Santos no solo le informó que manejaría un camión IVECO, con el cual trasladará mercancías a distintos puntos comerciales de la referida cadena de tiendas. Le aseguró que ganaría 275 pesos, 10 CUC y, si lo deseaba, tendría la oportunidad de recibir inicialmente un curso para prepararse como cajero-dependiente.

«Durante el Servicio manejé un ZIL 131, y como chofer participé en varias maniobras. ¿Qué cosa puede asustarme? Ya estoy probado», respondió cuando fue inquirido por sus responsabilidades futuras.

El soldado Reinier Socarrás es otro ejemplo de los muchos jóvenes que por estos días son consultados, a fin de ofrecerles posibilidades de trabajo o estudio.

Antes de ingresar al SMA se graduó como técnico de nivel medio en electricidad y ahora no le falló a la vocación. Por eso cuando Gladis Huerta, especialista en gestión de Recursos Humanos de la OBE camagüeyana, le ofreció plazas como liniero u operador de grupos electrógenos, tuvo que pensarlo varias veces, pero se decidió por la segunda propuesta.

«Me informaron que ganaría 360 pesos, 10 CUC y, si cumplo con mis deberes, una estimulación del 30 por ciento del salario. Además, podré estudiar hasta convertirme en ingeniero eléctrico, que es uno de mis anhelos», aseguró.

«No se trata de ofrecerles las plazas que otros no quieren», explicó Irracela Blanes Romaguera, especialista superior en la gestión de Recursos Humanos de la Dirección de Empleo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

«Queremos que las mejores plazas sean para ellos, porque de esa manera reconocemos y estimulamos su presencia en la salvaguardia de las conquistas del pueblo».

Aclaró que hasta las unidades militares del país se trasladan más de diez comisiones provinciales, para que el proceso de inserción de jóvenes licenciados del SMA satisfaga las expectativas de su implementación.

«Ellos poseen la preparación política y madurez que les permite asumir responsabilidades de envergadura. Por eso son aceptados con mucho respeto donde llegan».

La inserción a la vida laboral o educacional comenzó a gestionarse hace dos años mediante las comisiones multifactoriales, que incluyen representantes de la UJC, trabajadores sociales, la Dirección de Empleo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, y la Oficina Nacional de Atención a Combatientes y Familiares, especificó la especialista.

Personalización  

Los licenciados del SMA poseen la preparación política y madurez que les permite asumir responsabilidades de envergadura Cada unidad militar semestralmente nos entrega el listado de los jóvenes que necesitarán empleo una vez licenciados, explicó Lorenzo Llamas, funcionario de la Oficina Nacional de Atención a Combatientes y Familiares.

«Esta relación nominal incluye una serie de datos individuales que nos permiten personalizar las propuestas que posteriormente les ofrecemos. Así evitamos que los jóvenes rechacen las plazas, porque no les resulten gratificantes, o simplemente no respondan a sus intereses vocacionales y actitudes».

Santos, por su experiencia como especialista provincial en la gestión de Recursos Humanos en Camagüey, opinó que para que las comisiones de inserción trabajen con calidad «hay que ponerle el extra, porque algunas subjetividades aún afectan todo lo que se espera de una misión que tiene un fin tan noble, como brindarle seguridad con empleo y estudio a jóvenes comprometidos con la Revolución».

Al hecho   

Hasta la Empresa de Mantenimiento a Centrales Eléctricas, en la capital, llegamos tras la huella de algunos de los jóvenes que estrenaron en el año 2005 las oportunidades de inserción a los licenciados del SMA.

Dinorah Rodríguez, especialista principal del Departamento de Capacitación, mientras nos conduce adonde trabaja Raúl López, nos explica que en estos momentos están visitando las unidades militares para captar graduados en especialidades afines a la entidad.

En el Taller de Tubería, Raúl se desempeña como pailero. Por sus manos pasan diversos metales que tras varios procesos se convierten en piezas que le reintegran la vida a las centrales eléctricas, cuando estas sufren algún tipo de avería.

Cuando llegó a este centro, no tenía ninguna experiencia laboral y allí, con conceptos como el respeto y la disciplina, madurados durante el SMA, pudo sumarse sin el menor rechazo a un colectivo de tradición laboral reconocido.

«Ahora curso el segundo año de Ingeniería Mecánica, cuando me gradúe, aspiro a ser un profesional muy útil, porque vengo desde abajo y eso te da habilidades y la posibilidad de comprender unas cuantas cosas, entre ellas el poder del sacrificio».

En otro taller contiguo Yansei Valdés suelda una pieza que tendrá como destino la central de Felton. Visiblemente apurado nos responde que le gusta su oficio, y que, de cinco a siete de la noche, dos veces por semana permanece en el trabajo para estudiar.

«Quiero alcanzar el duodécimo grado y luego continuar hasta donde pueda. El SMA fue una escuela que me abrió los ojos para enfrentar la vida, una de las cosas que pude ver con claridad fue este trabajo que tantos beneficios me aporta».

En la unidad militar donde Santos Hernández y su comitiva consultan a los jóvenes, Raidel Muchulit, un bayamés, aguarda por la hora de la inserción. No quiere regresar a su oficio como albañil.

«Cuando llegue el momento, voy a escoger un empleo que me permita ayudar a mi familia y a la vez estudiar», dice, sin perder de vista un majestuoso tanque de combate, que cuida y mantiene celosamente como si fuera suyo.

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