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Cubanos rinden tributo a víctimas de Hiroshima y Nagasaki

El hecho, considerado entre las mayores acciones genocidas de la historia, fue recordado este lunes en proyecto comunitario de La Habana

Autor:

Juventud Rebelde

LA HABANA.- Los cubanos rindieron tributo hoy a las victimas de los bombardeos atómicos de Estados Unidos a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, hecho considerado entre las mayores acciones genocidas de la historia, reporta la Agencia de Información Nacional.

En el acto, celebrado en el Callejón por la Paz, del proyecto comunitario de la barriada capitalina de Cayo Hueso, también se recordó a Vilma Espín, quien fuera miembro del Consejo Mundial por la Paz e incansable luchadora por los derechos de la niñez y la mujer.

José Ramón Rodríguez, presidente del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, rememoró pasajes del crimen, y exhortó a todos los países a despojarse de las armas nucleares, arsenal bélico que pone en peligro la supervivencia de la raza humana.

Destacó que los cubanos mantienen como premisa la paz y la solidaridad internacional y ejemplificó con la ayuda médica que la Isla presta a naciones asoladas por desastres naturales, la Operación Milagro, que ha devuelto la vista a más de 600 mil personas y la difusión de programas de alfabetización.

Sayuri Yoshida, del proyecto Atenas Japan, manifestó la decisión de traer a Cuba el fuego de Hiroshima, símbolo del horror de la destrucción atómica y mensaje de esperanza para que prime la cordura en el hombre y de alerta sobre el peligro de las armas nucleares.

Orlando Fundora, presidente del Consejo Mundial por la Paz, y Enrique Córdova, representante del Partido Comunista de Colombia, participaron en la ceremonia, en la que se leyó el Llamamiento de Hiroshima y Nagasaki, adoptado en 1985, donde se exige la total eliminación de las armas nucleares.

El seis de agosto de 1945, a las 8:15 AM, un destello provocó una nube en forma de hongo que pulverizó la ciudad de Hiroshima y provocó miles de muertes.

Tres días después, Nagasaki sufrió un destino similar, una segunda bomba cobraba esta vez 80 mil vidas.

Hoy, muchos años más tarde, los habitantes de esas regiones sufren los efectos de las explosiones, tales como trastornos en el crecimiento, envejecimiento prematuro. Enfermedades de la sangre y la piel siguen aquejando a los descendientes de quienes sobrevivieron a la masacre.

En la actualidad las potencias atómicas declaradas o no, poseen tantas bombas nucleares, de hidrógeno y de cobalto-estroncio, que hacen parecer petardos a las arrojadas en Hiroshima y Nagasaki.

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