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Maestros a la revancha

De izquierda a derecha Yandy Bode, Alinet Rodríguez y Felix Pérez JR salió a medir las expectativas de los educadores ante el regreso a las aulas. Los encontró dispuestos a consolidar la transformación educacional

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Desde hace siete años Cuba desarrolla una profunda revolución educacional para garantizar una calidad superior en la enseñanza. Este proceso entra desde mañana en una nueva etapa, cuando sus 13 700 centros escolares y miles de sedes universitarias abran sus puertas a maestros y alumnos.

Como en cursos anteriores, el país ha hecho un gran esfuerzo para garantizar libros, cuadernos, libretas, lápices, material escolar, equipos audiovisuales y muchas escuelas reparadas y rehabilitadas.

Pero no solo un buen aseguramiento material garantizará la excelencia del período lectivo que comienza. Para eso se necesita que el engranaje maestro-alumno-familia e instituciones sociales funcione con la sincronización del mejor equipo deportivo.

Sin embargo, la realidad demuestra que existen brechas que, de no taparse a tiempo, pueden dejar escapar la calidad de nuestro sistema educacional, como lo reconocieron educadores interrogados por este diario.

JR consultó a una veintena de ellos de todas las enseñanzas, en un sondeo que incluyó las siguientes preguntas: ¿Qué le faltó a usted como maestro y a su institución en el curso anterior? ¿Qué cambiaría en el nuevo año académico para consolidar la transformación educacional del país?

Con marcado carácter autocrítico, la mayoría de los encuestados manifestó insatisfacciones personales y desaciertos institucionales que les impiden realizar con mayor profesionalidad su encomienda.

Una mano lava a la otra

Yumisledy Linares. «En el curso que finalizó me faltó lograr más organización entre mis alumnos e inculcarles mejor algunos valores que en el futuro les ayudarán a convertirse en personas más preparadas en todos los sentidos», responde Ainet Rodríguez Abreu.

Ainet, de 23 años de edad y educadora de la escuela experimental Yuri Gagarin, de la provincia de La Habana, imparte ocho asignaturas a 15 alumnos, con los cuales no interactuó todo el tiempo que a ella le hubiera gustado.

«Las video-clases son importantes y nos ayudan en la formación de los pioneros, pero si no fueran tan extensas tendríamos más tiempo para interactuar con los muchachos. Ese contacto directo con los pioneros es insustituible para lograr una comunicación más efectiva entre maestro y alumno», explica la joven.

El escaso tiempo de que dispone para su preparación profesional fue otra de las dificultades que enfrentó Ainet en el anterior curso. «Sé que en la vida todo exige sacrificio, pero un poco más de tiempo para mi autopreparación me serviría para formarme mejor».

Según esta joven, ella cree que imparte bien todas sus asignaturas, pero asegura que conoce colegas suyos a quienes no les va igual, y que en eso puede influir el escaso tiempo de que disponen para realizar tantas actividades.

«Para el próximo curso nos ayudaría que los profesores con más experiencias nos apoyaran un poco más en nuestro desempeño profesional. En mi caso no tengo muchos problemas con eso, pero sé que en algunas escuelas los PGI no reciben toda la ayuda que deberían o necesitan por parte de quienes llevan más tiempo en esta actividad», concluyó.

La villaclareña Yumisleidy Linares Peralta es profesora general integral en la escuela experimental José Martí, de la capital. Con solo 22 años de edad ya es guía base en el centro y dice que ama su profesión. Aún así, señala dificultades que le gustaría se resolvieran, y comienza con una fuerte autocrítica.

«En el curso que terminó fui incapaz de convencer a mis alumnos para que optaran por carreras pedagógicas, y eso es como una espina que llevo clavada y espero sacarme en este nuevo ciclo. No fue por falta de gestión; es una tarea difícil porque muchos jóvenes no se interesan por esta especialidad», explicó.

Otra deuda que tuvo el curso anterior fue la relacionada con las actividades recreativas y deportivas que quiso y no pudo darle a sus discípulos.

«Quería que mis alumnos vieran la escuela como el sitio ideal para estudiar y a la vez recrearse, pero no lo conseguí. Así me pasó con las actividades deportivas. Me gusta que practiquen deportes; sin embargo, en mi escuela no están creadas las condiciones», lamenta.

La joven considera que también hay trabas que obstaculizan el desarrollo de la revolución educacional que lleva a cabo la Isla.

«Necesitamos que quienes nos dirigen confíen más en nosotros y que nos permitan poner en práctica las ideas que traemos. Algunos directores ni siquiera te explican por qué alguna iniciativa no se puede llevar adelante. Debe existir más diálogo».

En el finalizado curso escolar Félix Pérez no realizó con sus 15 alumnos un trabajo diferenciado, como se lo había propuesto. Esa dificultad la arrastra para este, pero está convencido que ahora cumplirá. Él es un PGI de 20 años de edad que labora también en la escuela experimental Yuri Gagarin.

«Esa dificultad es personal y pondré mucho interés en solucionarla, pero también tenemos otros problemas que dificultan nuestra formación, como la poca preparación de algunos profesores que nos imparten clases en la sede universitaria».

Otro que no estuvo conforme con su rendimiento profesional en el último curso es Yandy Bode González, PGI en la escuela experimental José Martí. «No supe ganarme el apoyo total de mis alumnos y sus padres para las actividades extraescolares; a lo mejor es por mi falta de experiencia. En este curso haré lo posible para vencer esa deficiencia, y si cuento con un poco más de comprensión por parte de la familia de mis alumnos lograré más rápidamente mis objetivos».

Técnicos del futuro

Las transformaciones educativas en la enseñanza técnico-profesional vienen registrándose hace más de un lustro, pero la verdadera aplicación data solo de tres años, cuando se elevaron los niveles de disponibilidad y empleo de los medios de aprendizaje, como la televisión y el video.

El Instituto Politécnico Agropecuario (IPA) Villena-Revolución es una de las entidades más autorizadas para hablar de este tipo de educación. Durante 45 años ha graduado a más de 42 000 técnicos en las especialidades de Zootecnia, Veterinaria y Agronomía.

«Tenemos estudiantes que el surco le corre por las venas, y por eso escogieron nuestro centro. Pero hay otros que matricularon para eludir los preuniversitarios en el campo», afirma Julio Alberto Salve Vidal, jefe del Departamento 2B, que atiende la especialidad de Bachiller Técnico en Agronomía.

«Uno de los grandes retos que nos hemos planteado y que pudiera extenderse a la enseñanza es no dejar morir ni menguar la vocación de aquellos que están sensibilizados con nuestras especialidades.

«Lo más difícil es despertar el interés de los que se incorporaron persiguiendo el título de bachiller. Eso lo lograremos impartiendo clases atractivas. Para lograrlo hacen falta voluntad y ética profesional», asevera.

«Durante el curso pasado me faltó exigencia para garantizar los niveles óptimos de asistencia de los alumnos, y como jefe debí ser más intransigente con la preparación de los profesores.

«Los maestros menos jóvenes, debido a que no incluyeron la computación en su carrera, muchas veces rehúsan al empleo de la tecnología. Eso es un problema que se irá solucionando en la medida en que avancen las maestrías y desaparezca el temor que trae asociado lo novedoso».

Claudina Leyva hace 37 años trabaja en este IPA, donde imparte la asignatura de Nutrición. Como una limitante de su generación señala no dominar plenamente la Informática, pero entre sus desafíos aparece romper esa barrera.

«La Maestría me ayuda, pero no es suficiente. Debo ponerle un extra a la computación para poder explotar todas las facilidades que aportan las transformaciones en la enseñanza.

«Como nuestras disciplinas están ligadas a la práctica, tenemos que trabajar más en las áreas especializadas, como la de pastos. Lograr estos escenarios naturales requiere dedicación, y esa ha sido una flaqueza de la enseñanza que debemos revertir en pos de la calidad de nuestros egresados», acota Claudina.

Mercedes Albelo González sabe que en un país como el nuestro, donde alcanzar una cultura integral se ha convertido en un anhelo colectivo, no debe restársele importancia al perfeccionamiento de la lengua materna, aunque se trate con la tierra y los animales.

Más de 20 años en la docencia, impartiendo una materia priorizada como Español, le sirven para apostar a favor de esta asignatura en la enseñanza politécnica.

Reconoce que en el curso anterior le faltó trabajar con las habilidades de aplicación y sistematización, que dicho en buen español significa lograr que sus alumnos tengan una letra legible y buena redacción y ortografía.

En aras de resolver esas insatisfacciones se plantea despertar el hábito de lectura, tanto en los alumnos como entre sus colegas, y lograr que se entienda que el idioma debe usarse de acuerdo con las circunstancias y es nuestro sello distintivo.

Al valorar qué le faltó durante el curso anterior a su enseñanza para avanzar en las transformaciones educativas, menciona la falta de maestros en un sistema que exige superación diferenciada.

Subraya que la preparación metodológica de los profesores en formación no debe coincidir con la de los graduados, porque conlleva pérdida de tiempo.

Finalmente plantea que continúa la captación de nuevos profesores, pero que es necesario estimular a los que están para que no abandonen la profesión.

Emilio Ariel Hernández, profesor del mismo IPA, considera que como educador y formador de patriotas le faltó profundizar en el vínculo de lo instructivo y lo educativo.

«El cultivo y dirección de los sentimientos, inseparables de la inteligencia, reclama el rango de método rector de la educación cubana, como declaró recientemente el maestro Cintio Vitier. Por lo que cada acontecimiento, por pequeño que parezca, urge aprovecharlo en acciones educativas que enaltezcan los valores.

«El indicador de la retención escolar sigue siendo el talón de Aquiles de esta enseñanza. Debemos encaminar el trabajo hacia la prevención y estrechar los vínculos con la familia para lograr que los estudiantes no abandonen los estudios».

Universidad multiplicada

Algunos profesores generales se quejan de que ciertos profesores de más experiencia no le brindan la ayuda que necesitan. Foto: Roberto Suárez Un intenso ajetreo se ve por estos días dentro y fuera de la Colina Universitaria. Rostros nuevos se asoman a las facultades. Otros buscan en las propuestas de las sedes universitarias municipales el sueño anhelado.

A la captura de opiniones salió este equipo de JR, y conversó con un grupo de profesores universitarios, quienes nos hablaron de sus expectativas para este nuevo año académico.

Para Carlos Cabrera, profesor de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, «cada nuevo curso es para cualquier maestro un importante reto, en virtud de que cada año plantea escenarios distintos y complejos que tenemos que interpretar, sobre todo desde disciplinas como la Sociología Política, la asignatura que imparto, y tiene que ver con problemas cruciales de la vida política nacional e internacional».

Uno de los desafíos que se cierne sobre las aulas es asumir la abultada matrícula que tiene la universidad cubana.

«El hecho de que los grupos de estudiantes sean numerosos conspira contra la posibilidad de comunicación del profesor con ellos. Aulas con 50 ó 60 estudiantes, en locales con pocas condiciones, dificultan el trabajo e impiden desarrollar las nuevas formas de intercambio académico con los estudiantes, y esto nos plantea un reto», señala Carlos Cabrera.

Desde la docencia, apunta el profesor, en el venidero curso se busca perfeccionar el sistema de evaluación de los estudiantes y lograr que las clases, los seminarios y las conferencias adquieran un dinamismo mayor, y que los alumnos tengan el mayor tiempo posible para trabajar de manera independiente en las tareas docentes que se les plantean.

Para la profesora María de los Ángeles González, de la Facultad de Comunicación, «cuando se lleva un tiempo extenso en la docencia, quizá el educador se identifica con patrones que están enraizados en él y a través del tiempo los ha mantenido. Considero que una debilidad que debo superar es no haber avanzado lo suficiente con los nuevos tiempos y no haberme insertado en dinámicas que son mucho más rápidas.

«Los profesores no pueden ejercer la docencia con patrones dogmáticos; tenemos que ir al ritmo de la aparición de fenómenos como internet. La actualidad impone nuevos métodos de enseñanza», apunta.

«El próximo curso va a ser un reto fuerte, porque asumimos la docencia de un número mayor de estudiantes, la más alta en la última década en el caso de Periodismo, y en condiciones materiales que no son buenas, desde el punto de vista estructural de la Facultad.

«La docencia requiere un ambiente adecuado, pues no es bueno para los estudiantes ni para los profesores impartir un curso en el que los alumnos desborden las aulas. Es muy difícil atraerlos al contenido, debido a esas dificultades», concluye.

En la Facultad de Artes y Letras conversamos con la joven profesora Altinay Josende. Para ella, la asignatura que imparte, Gramática Española, muchas veces les da dolores de cabeza a los estudiantes, pues muchos vienen con problemas de base para comenzar la universidad.

«Muchos alumnos arrastran esos problemas y es muy difícil en el primer año de la carrera nivelarlos a todos. En ese sentido la mayoría de las carreras de la Universidad de La Habana van a tener este año un curso introductorio de Gramática y en alguna medida se podrá solucionar ese problema de fondo.

«¿El mayor reto en lo personal? Imagínate que como la universidad se ha expandido tanto, ahora en vez de tener un aula de 20 estudiantes, tendré una con 80. Impartir Gramática a una cifra tan alta de estudiantes, en una asignatura práctica como esta, es todo un desafío si se quieren erradicar las deficiencias que traen los muchachos», argumentó.

Dionisio Zaldívar, profesor de Psicoterapia en la Facultad de Psicología, asegura que diseñan un plan de estudio para que los estudiantes tengan opciones de armar ellos mismos su perfil en función de intereses, y en esa dirección se viene trabajando como parte de las mejoras.

En el caso de sus clases, el profesor Zaldívar señala como primordial la utilización de las nuevas tecnologías como una vía de poder llevar al aula materiales que, por el espacio asignado a la asignatura, no puede impartir. A través de videos y otros novedosos recursos, aplicará ejercicios interactivos que le permitan al estudiante adquirir habilidades en esa dirección.

«Tenemos que acercar los estudios a la salida profesional; por lo tanto, lo que serían las prácticas profesionales es algo que tendríamos que enriquecer. Tenemos que erradicar por completo ese llamado “Síndrome del graduado”. Los recién graduados piensan que no pueden hacer nada con lo que saben, algo que no es así, y hay que contribuir a eliminar ese sentimiento con prácticas docentes que lo acerquen más a su perfil laboral.

«Mis expectativas en lo personal son altas, pues los estudiantes vienen cada vez más interesados, y eso, aparejado a que hay un incremento de la bibliografía que los alumnos recibirán, hace que el nuevo curso se perfile mejor».

Carlos Galindo, profesor de la sede universitaria de Arroyo Naranjo, alega que para lograr mejores graduados es imprescindible la tutoría. Esta es la mayor debilidad que enfrentaron durante el curso anterior en el centro.

«El tutor no solo instruye. Gracias a la comunicación interpersonal que mantiene con los educandos y la familia, inculca valores de una manera mucho más diáfana y directa. Un buen tutor no solo logra buenos profesionales, sino también buenos seres humanos».

Galindo acepta como reto para el curso entrante el completamiento de la plantilla. Considera que el déficit de profesionales que quieran emplearse de manera fija al centro conspira contra este propósito, porque no todos los que apoyan a la escuela renuncian a sus organismos, por varias razones, entre estas la pérdida de salario.

Deslices que empañan

Luis Ignacio Gómez. «Tenemos que seguir formando maestros, porque son los principales encargados de transmitirles a nuestros niños y jóvenes las virtudes que los convertirán en continuadores de nuestra obra revolucionaria. Por eso lograr mayor ingreso a las carreras pedagógicas es una de las tareas prioritarias para la dirección del país. Nuestros profesores son insustituibles».

Lo anterior lo aseguró el ministro de Educación, Luis Ignacio Gómez, en la Escuela Nacional de Cuadros de la Unión de Jóvenes Comunistas de la capital, donde dialogó por más de dos horas con dirigentes de la Organización de Pioneros José Martí.

El titular dijo que se aprecia falta de liderazgo y capacidad de convencimiento en algunos profesores, incluso contando con los medios necesarios para realizar mejor esa tarea. Para ejemplificar el hecho comentó que el Comandante en Jefe Fidel Castro aglutinó a más de 1 200 hombres para atacar el cuartel Moncada y lo hizo tocando la puerta de cada uno.

«Fidel no tenía ni video, ni equipos audiovisuales y convenció a todos esos hombres de que estuvieran dispuestos hasta morir si era necesario, y lo logró. Sin embargo, ahora hay profesores que con un grupo de estudiantes tienen una tarea que cumplir y no son capaces de motivarlos para que la desempeñen bien».

Gómez añadió que falta un correcto trabajo preventivo por parte de pedagogos, quienes prefieren hacerlo con los alumnos buenos y dejan a un lado los problemáticos, cuando en realidad son los que más atención diferenciada merecen.

«Nuestros maestros tienen que conocer cómo viven sus alumnos y sus problemas y los de sus padres. Esa es la mejor manera de evitar que un niño se aleje del camino por donde queremos llevarlo. A veces tomamos medidas drásticas con algunos muchachos por acciones indebidas que hacen; sin embargo, sus familiares cercanos también cometen actos similares y quedan impunes», subrayó.

Otra dificultad enumerada por el titular fue la necesidad de elevar la formación política de algunos cuadros y maestros, así como su ejemplaridad ante los alumnos, y en este sentido dijo que ningún profesor puede pedirle nada material a sus discípulos a cambio de favores o facilidades.

«Es inaceptable decirles a los estudiantes que no recibirán clases porque su profesor está en una reunión. Tenemos estipulado que los encuentros que realicen los educadores sean después del horario laboral y ningún directivo debe de violar esas normas».

El Ministro dijo que había que cuidar mejor los medios y equipos que la Revolución ha dispuesto en cada aula del país para el mejor aprendizaje de los educandos. Cada año el Ministerio desembolsa 3 000 000 de dólares para la reposición de equipos, el cambio de libros deteriorados por los alumnos y el deterioro de instalaciones que con tanto esfuerzo repara el país», manifestó.

La reparación de escuelas —agregó— marcha bien en algunos territorios, pero en otros muestra ciertos atrasos, principalmente por falta de mano de obra. «Hay alumnos de secundaria básica que han vencido la enseñanza estudiando en distintas escuelas por la demora en las reparaciones de sus centros educacionales».

Luis Ignacio aseguró que con disciplina, dedicación y esfuerzo por parte de los profesores y sus directivos, y con la colaboración de alumnos y familiares, podrían eliminarse las deficiencias e impedir que estas eclipsen un proyecto tan noble y beneficioso para todos como es la revolución educacional.

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