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Entre bytes, la esperanza

Al cumplir 20 años de creados, los Joven Club son un programa más sólido, capaz de enfrentar nuevas responsabilidades y retos

Autor:

Juventud Rebelde

Foto: Calixto N. Llanes Dos décadas después de su creación, bajo la tutoría de la UJC, si algo caracteriza a los Joven Club de Computación y Electrónica (JCCE) es ser un proyecto que siempre ha estado dirigido por jóvenes, y donde la mayoría de sus trabajadores también lo son.

«En pos de esa renovación se consolida cada día como un proyecto más capaz, experimentado, donde los instructores y los propios usuarios han logrado una superación muy significativa», asegura Raúl Van Troi, director nacional del movimiento.

Tanto es así que en el futuro próximo ya los JCCE contarán con más de 700 trabajadores graduados como másteres, de los cuales un grupo importante continuará el doctorado.

«Si bien tenemos más de 600 instalaciones, lo más importante para nosotros no es su número, sino la posibilidad de que estas lleguen a rincones muy apartados, lo cual hace que seamos un elemento muy importante en la extensión de la informática», explicó.

Detrás del teclado

Raúl Van Troi, director nacional de los Joven Club. Foto: Roberto Morejón  Aunque más de un millón de personas se han graduado en los Joven Club, sus cursos apenas cubren hoy el 75 por ciento de las demandas de capacidades, lo que evidencia la avidez por aprender computación y a su vez el reconocimiento ganado por esta institución educativa.

Los títulos que otorga, especialmente el de Operador de Microcomputadora, tienen fuerza legal y acreditan los conocimientos de quien aspire a un puesto de trabajo. Esto explica por qué es el curso más solicitado, aunque no faltan otros nuevos, como el de Linux, que poco a poco van ganando adeptos.

«Eso depende mucho de la comprensión de la importancia que tiene la introducción del Software Libre en Cuba, un país que precisa más que ninguno desarrollar sus propias herramientas informáticas. En eso los Joven Club estamos ayudando, y podemos hacerlo todavía más, pues lo fundamental es capacitar a personas en esta tecnología».

Proyectos poco conocidos de los Joven Club, como su participación en las misiones internacionalistas de médicos cubanos en países como Venezuela, China, Bolivia, Kiribati, Timor del Este y Argelia, están entre sus múltiples tareas en los últimos tiempos.

En esa lista figura también su contribución a la comunicación entre los galenos y sus familiares, facilitando a estos últimos servicios de correo electrónico, al igual que hacen con los estudiantes latinoamericanos que cursan la carrera de Medicina en Cuba.

Muy humana resulta su labor de contribuir a la incorporación de los ex reclusos a la vida útil, facilitándoles cursos de computación, e incluso llegando hasta las propias prisiones con los Joven Club móviles, en aras de contribuir a reeducar a quienes alguna vez delinquieron.

«Es difícil encontrar en estos 20 años alguna tarea importante de la Revolución, algún acontecimiento significativo del país, donde no hayan estado involucrados de una u otra forma los Joven Club», enfatiza Van Troi.

«No se trata de una exageración nuestra, sino una aseveración del propio Comandante en Jefe Fidel Castro, que con razón catalogó al proyecto como “la computadora de la familia cubana”».

—Entonces, ¿existen planes para ampliar la cantidad de instalaciones?

Las instalaciones tambien colaboran en la municipalización de la educación. Foto: Roberto Suárez —Como mismo se hizo en diversos momentos de la historia, en cuanto las condiciones económicas del país lo permitan, los Joven Club continuarán extendiéndose. No obstante, en realidad lo más importante no es el número, sino la calidad de la docencia que logremos impartir, la novedad de los servicios.

«En los últimos tiempos, por ejemplo, nos hemos trazado nuevas metas, para llegar aun a más sectores de la sociedad, como los abuelos o los discapacitados, que tienen menos acceso a la informática.

«Igualmente, sin renunciar a los cursos tradicionales, la introducción masiva de la computación en la educación cubana nos obliga a especializar cada día más nuestros servicios, pues a diferencia de sus orígenes, los niños y jóvenes que hoy van a los Joven Club en su mayoría saben de computación, y lo que quieren es aprender más.

«Como todo proyecto con dos décadas de vida, hoy tenemos más experiencia, solidez, pero también más responsabilidades y retos. Sabemos que ya no somos aquel laboratorio casi mágico, con unas máquinas desconocidas, que encantaban a muchos.

«Sin embargo, buena parte de la informatización de la sociedad cubana descansa en nuestra labor, creadora de conocimientos para ello. Eso es un desafío tan grande como el que tuvieron los que iniciaron en 1987 el movimiento. Y es la mayor tarea que nos ha asignado su primer fundador, y máximo impulsor del proyecto, el Comandante en Jefe Fidel Castro».

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