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Un triángulo amoroso no es la solución

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D.A: Al principio, no lubrico con mi esposo cuando realizamos algún juego sexual y tenemos relaciones. Hace cinco meses volví a ver a mi compañero anterior con quien me mojaba con solo mirarlo. De repente comprendí que seguía enamoradísima de él, aunque he luchado de un modo sobrehumano contra este sentimiento. Mi esposo es una maravillosa persona y lo quiero mucho, a pesar de no sentir lo mismo. El otro dice que quiere volver conmigo. Creo en sus ojos pero temo que solo quiera pasar un rato. Él tiene su familia y yo quisiera hacer la mía. La verdad es que después de luchar contra mis deseos y principios, la última vez nos besamos sin pasar de ahí. Esto no va a llevarme a ningún lado y me siento mal con mi marido cuando pienso en lo bueno que es conmigo y en lo descarado que es el otro.

Aunque parezca que la decisión pendiente es qué hacer con este hombre que te seduce, en verdad debes decidir cómo encauzar tu vida erótica. Principios y deseos no tienen que andar separados eternamente. Esta experiencia devela que entre tu esposo y tú falta el erotismo propio de la pareja. Quizá valga indagar la posibilidad de hacerlo aparecer de algún modo. Si no es así, tendrías que determinar tu disposición a renunciar a ese placer sensual o tenerlo solamente cuando lo busques fuera, como ahora, valorando todas las consecuencias potenciales. De lo contrario, cabe cuestionarse el mantenimiento de un vínculo cuyo valor es la bondad de un hombre con quien puedes fundar una familia, a costa de renunciar al placer que tanto estás deseando.

Por otra parte, describes una dicotomía entre tu esposo y este otro hombre. Uno es maravilloso y no te gusta, el otro es un descarado, pero te atrae extraordinariamente. ¿Qué es lo que te seduce realmente? ¿Qué es lo que te liga y aleja de tu pareja actual? Responder tales cuestiones puede llevarte a comprender lo que deseas de una relación, más allá de las elecciones actuales. Pareciera que el proyecto de familia es incompatible con el disfrute erótico. No tiene que ser así, pero ello depende de cómo juntes las piezas del rompecabezas de la existencia.

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