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¡Tenemos la vida!

Un grupo de rescatistas de la provincia de Granma narra a Juventud Rebelde pormenores de las operaciones de salvamento que han realizado durante las inundaciones en esa región Elevadas pérdidas en la agricultura y la economía por las intensas lluvias

Autor:

Juventud Rebelde

Río Cauto, Granma.— «No dormía por el temor de que subiera el agua. Todo estaba oscuro, solo sentíamos el rumor de la corriente y las palizadas», asegura Salvador Martínez Borrero, de 69 años de edad, poblador de El Jardín de Miradero, comunidad del municipio de Río Cauto.

«Cuando el gobierno de Batista no se preocupaban por la gente. La política era “sálvate tú como puedas, nosotros estamos bien”. Ahora las autoridades se intranquilizan “demasiado” por la gente, ¡y así hay quienes, de ingratos, se niegan a irse cuando vienen a evacuarlos!

«Yo tengo animales y me duele dejarlos, pero me voy con la seguridad de que regresaré. Por lo menos nos queda la vida, y con ella podemos echar pa’lante.

Salvador evoca: «Cuando el Flora, ¡ni quisiera recordarlo!, pasamos miles de dificultades. Vivía en Aguas Verdes y no teníamos ningún tipo de recursos».

Eran los primeros años de la Revolución (1963), y a partir de esa fecha el Estado cubano inició la construcción de muchos embalses. Solo en Granma funcionan diez presas y unas 25 micropresas que cumplen el doble propósito de irrigar cultivos y representan un bastión de seguridad.

En aquellos momentos algunos escépticos desaprobaron su construcción, arguyendo que serían peores las inundaciones. Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario: gracias a estos depósitos, los aluviones pueden ser controlados.

No obstante, si encomiable es la voluntad hidráulica en tal sentido, superiores son las medidas organizativas que adopta el país ante los embates de fenómenos meteorológicos con el propósito de salvaguardar las vidas humanas.

Carlos: Un Salvador

Carlos Rodríguez, operador de maquinaria de la Empresa Fernando Echenique y residente en el poblado de Blanquizal, está entre quienes no escatiman esfuerzos con esta intención.

Al timón de un K 700 A, especie de tractor con 217 caballos de fuerza, enorme resistencia y empleado para roturar la tierra, hacer zanjas y tirar y sacar arroz, ha llegado hasta numerosos sitios de la geografía del municipio de Río Cauto, territorio que registra las mayores inundaciones provocadas por las abundantes lluvias del décimo mes de este año y acrecentadas en este momento con la tormenta tropical Noel.

«Desde principios de octubre he participado en las evacuaciones en lugares de difícil acceso: Jardín de Miradero, Las Mayitas, La Ensenada, Aguas Verdes... En este último el equipo se atascó, cayó sembra’o y allí pasé la noche hasta que nos sacaron al día siguiente.

«De aquel lugar salí estropea’o, con mala noche, pero me dieron la tarea de rescatar a los habitantes de El Jardín de Miradero y vine para acá.

«A veces la gente se ha negado a evacuarse, pero nunca se obliga a nadie. Se les trata de persuadir a través de la palabra. Por ejemplo, en La Ensenada dos personas estaban encaprichadas en no salir de la barbacoa del rancho, aunque el agua casi los alcanzaba; otros permanecían al pie de una laguna, incomunicados, y se resistían por cuidar de unas 200 ovejas... Nosotros llegamos hasta esos lugares y, aunque es muy difícil la tarea, los convencemos.

«Para mí las evacuaciones de noche son un terror, porque no veo donde van a caer la carreta y el equipo. ¡En esos momentos sí me he acobarda’o! Me he sentido perdido, lejos de la familia, de los seres queridos... Pero siempre hay quien me ha dado valor y realmente es un orgullo tener la posibilidad de amparar a tantas personas».

La travesía hasta las zonas incomunicadas por las aguas es altamente peligrosa. A la superficie inestable y escasa visibilidad se suman otros riegos para la vida del personal de salvamento.

«El equipo en estos ajetreos sufre desgaste, sobre todo en los sellos de los reductores de las ruedas, porque la arena contenida en el agua sucia viene a ser una lija que les va “comiendo” esa pieza.

«El gasto material es enorme, pero no importa. El equipo puede afectarse; quienes no pueden dañarse son las personas; pues las piezas aparecen, se recuperan, pero la gente no».

Rescate Exitoso

Siempre costituye una conquista sacar del peligro a personas, señala Armando Barrero. «Siempre constituye una conquista sacar del peligro a las personas», señala Armando Moya Barrero, especialista de rescate de la Cruz Roja.

«Hicimos esta operación de salvamento a cinco ciudadanos que quedaron aislados totalmente. Se combinaron fuerzas de los grupos de los bomberos y la Cruz Roja para buscarlos y aquí están».

Ramiro Paneque Saborit, del Comando de Incendios: «Llegamos a una islita formada por las aguas donde se encontraban cinco ciudadanos negados a evacuarse desde el sábado, argumentamos más fuerte cuando ya les vimos indecisión y después certeza de la difícil situación... al fin los convencimos».

«Hasta el lunes en horas de la tarde hemos rescatado a 38 personas, algunas en condiciones muy adversas», asevera Moya Barrero.

«Hace unos días cruzamos el cauce del río con el propósito de llegar hasta una zona inundada donde se encontraban algunas personas atrapadas, y luego nos sacó un helicóptero, porque la situación se había tornado más complicada.

El grupo de rescate de la Cruz Roja de Granma está integrado por 30 personas, en su mayoría voluntarios, al igual que sus colegas de Incendios, capacitados para efectuar salvamentos acuáticos, en altura, bajo escombros y en ambientes confinados (pozos, cuevas, etc.)

Uno de los rescatados señala: «Nosotros nos habíamos quedado cuidando las propiedades y cuando se puso fea la cosa sentimos bastante temor. Otro refiere que la operación fue muy rápida y efectiva; y aunque al principio estábamos un poco dudosos para salir, cuando llegó la lancha ya era fuerte la impresión, por la fuerza de las aguas».

Nadie queda solo, incomunicado, distante... Aunque el dolor surca el semblante de hombres y mujeres que dejan atrás sus bienes, el fruto de años de trabajo y sacrificios; la consternación va pasando, la esperanza asoma, la certeza de la cobija solidaria ante el desamparo. Muchos expresan en sus rostros la gratitud al saberse depositarios de un tesoro: la vida.

Fotos: Ismael González González

Nota: JR agradece al periódico La Demajagua su apoyo para la publicación de este trabajo

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