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Recuerdan asesinato del luchador clandestino Gerardo Abreu (Fontán)

Ricardo Alarcón, miembro del Buró Político del Partido y presidente del Parlamento cubano presidió el acto por el aniversario 50 del suceso 

Autor:

Juventud Rebelde

Familiares de Fontán le rinden tributo. Foto: Juan Moreno «Que la memoria de los mártires sea patrimonio vivo, especialmente de los más jóvenes de hoy y de mañana. Después de todo fue por ellos, más que por nosotros, que todos entregaron sus vidas».

Lo expresó en la tarde de este jueves Ricardo Alarcón de Quesada, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido y presidente del Parlamento cubano, en el acto por el aniversario 50 del asesinato del luchador clandestino Gerardo Abreu (Fontán), en la escalinata del Consejo de Ministros, en la Plaza de la Revolución José Martí.

Dijo Alarcón que hace medio siglo, junto a este edificio que el cinismo de la época llamaba Palacio de Justicia, arrojaron su cuerpo ya sin vida, torturado y mutilado salvajemente.

Enfatizó que en aquella ocasión no hubo editoriales, ni crónicas, en la gran prensa internacional. No protestó ningún gobierno, ni la ONU, ni la OEA, ni tampoco lo denunció ninguna de las organizaciones que en el mundo dicen ocuparse de los derechos humanos.

«Muchos años después —comentó indignado— supimos que el 7 de febrero de 1958 el Gobierno yanqui evaluaba en Washington la situación cubana, cada vez más preocupante allá, y lo hacía a partir de un informe de esa fecha desclasificado hace poco, donde consta el amplísimo apoyo militar que estaban suministrando a la tiranía batistiana, incluyendo el entrenamiento a la mayoría de sus oficiales y esbirros. El imperio los enseñó a matar y los hizo especialistas en los peores suplicios.

«Solo una vez te faltamos. Nadie buscó refugio o protección. Nadie dudó un instante y no cumplimos tu consejo. Confiábamos en ti, y sabíamos que eras un gigante, un mito hecho realidad. Estabas completamente solo frente al horror. Lo sabías todo, pero nada dijiste.

«Te torturaron con indecible crueldad, pero de tus labios no brotó un solo nombre, ni un dato. Despedazaron tu cuerpo, pero tu respuesta fue el silencio, hasta el final. Por nosotros sufriste los peores tormentos. Por nosotros y por nuestra causa, por Cuba, entregaste tu noble, generosa e irrepetible vida. ¿Qué más decirte hoy?, Comandante Fontán. Hasta la victoria siempre».

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