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La fe de una mujer inderrotable

El 13 de abril de 1961 moría Fe del Valle,  calcinada por el terrorismo tantas veces usado contra Cuba, durante el sabotaje a la tienda El Encanto

Autor:

Juventud Rebelde

Fe del Valle Ramos junto a sus hijos Robin y Erik Ravelo Fe del Valle murió quemada en el sabotaje realizado en la tienda El Encanto, ubicada en la céntrica esquina habanera de Galiano y San Rafael, el 13 de abril de 1961.

Aquel trágico día cumplía su guardia en el quinto piso, para después hacer la de Milicias en el exterior del edificio.

«A las siete de la noche se sintió una explosión, y de inmediato se generalizó el fuego, que enseguida fue detectado. Varios sobrevivientes la recuerdan tratando de salvar algunas mercancías, pero el incendio creció con inusual fuerza, de tal modo que a pesar de la ayuda de los vecinos, del cuerpo de bomberos, de los soldados del Ejército Rebelde, y de las trabajadoras y empleados del lugar, las llamas arrasaron el conocido inmueble.

«Aquella tienda era uno de los símbolos comerciales de la capital cubana, hasta que fue brutalmente arrasada por el fuego, acción pagada, por supuesto, con dólares, de los que hace mucho tiempo usan en el mundo los promotores del terrorismo contra los triunfos populares.

«Claro que todavía en ese momento era una exclusiva tienda por departamentos, parte de una cadena, con edificios y status similares en varias ciudades del país, pero esta tenía el valor añadido de radicar en la capital, en una zona comercial por antonomasia, muy visitada».

Lo anterior fue explicado hace algún tiempo, públicamente, por Yolanda Ferrer, secretaria general de la FMC.

Yolanda argumentó entonces que la causa del criminal sabotaje, no fue otra que el empleo de un explosivo altamente inflamable, «conclusión a la que llegaron los peritos que después investigaron el suceso».

En esa tienda, que había sido nacionalizada por la Revolución, sus mujeres y hombres laboraban con el espíritu de mantenerla y hacerla funcionar lo mejor posible, en beneficio de nuestro pueblo.

Claro que el odio de los que a la Revolución afectó sus intereses de clase fue el resorte que hizo pensar en quemar aquella institución.

Entre los autores intelectuales y físicos de tal acto no estuvo ni un solo analfabeto, ni un solo pobre cubano, que todavía en esa época —con la Campaña de Alfabetización en marcha, los había por montones en ciudades y campos— sino aquellos que pensaron que con vilezas de ese tipo se iba a variar el rumbo de lo que calificaban «un cambio demasiado a la izquierda», que los ponía en sobresalto ante el peligro a sus intereses.

La quiceañera hacia La Habana

Fe del Valle Ramos, nacida en agosto de 1917, en Remedios, Las Villas, fue con 15 años a residir a la casa de su abuela en La Habana, donde aprendió la confección de sombreros finos. A los 20 ya era diestra sombrerera.

Se casó en 1939 con Orlando Ravelo, militante del Partido en la propia tienda donde comenzó a laborar, nacionalizada por la Revolución en 1960.

Una de sus acciones más lindas que hizo fue ayudar a crear un círculo infantil para las trabajadoras del centro. Y se esforzó también en la constitución del sindicato que se había oficializado en Cuba en marzo de 1959.

Se ha sabido que en un inicio ella pudo salir del lugar del incendio, pero al percatarse de que las llamas eran cada vez más violentas, regresó a rescatar los billetes de la recaudación para construir círculos infantiles, tarea que le había confiado la Federación de Mujeres Cubanas.

Como es de suponer, el alto inmueble, de pronto se derrumbó. Quedaron solo algunas vigas de las paredes.

La figura de esta noble mujer cubana que aparece con sus dos hijos Robin y Erick Ravelo del Valle, en una foto poco conocida —ejemplo femenino de la estirpe de Celia, Haydée, Vilma, Melba, Teté Puebla y otras—, ha sido y es un símbolo de nuestras federadas, milicianas y demás combatientes, y se ha multiplicado en cientos de miles por toda la isla.

Justamente dos meses antes, Robin había cumplido los 14 años y comenzaba a estudiar el bachillerato, mientras Erick, de 17, se formaba como piloto militar en una nación amiga del campo socialista. A esa edad en que murió heroicamente su progenitora ellos no querían ser niños, pero no eran todavía completamente hombres.

Tras una semana de búsqueda, fueron encontrados los restos calcinados de Fe del Valle. Tenía muchos proyectos todavía en su mente y en su corazón, y solo 43 años.

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