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Avanza el montaje de los primeros ascensores adquiridos por el país

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En la capital cerca de 20 000 personas dejarán atrás muchos dilemas al concluir esta etapa. Lo lamentable es que ya se cuentan los primeros maltratos contra estos equiposTreinta y dos de los 83 ascensores adquiridos por el país a principios de año, a un precio de 4,4 millones de dólares, están en fase de montaje en la capital, mientras ocho están listos para ser utilizados en la propia urbe.

Aunque algunos califican el suceso como un alivio ligero, porque la demanda de sustitución de elevadores en el sector residencial supera los 400 equipos, el hecho no tiene precedentes desde 1959, pues desde entonces y hasta este momento solo se ha sustituido una decena en todo el país.

Durante un recorrido de JR por los municipios del Cerro, Boyeros y La Habana del Este, donde comenzaron las brigadas de la Empresa de Montaje y Mantenimiento de Elevadores (UNISA), apreciamos que en medio del bienestar que se respira asoma constantemente el temor por el cuidado de estos equipos durante la fase de explotación.

«Lo importante es lograr que se cuide la tecnología, porque ha costado millones de dólares al país. Si tomamos un grupo de medidas, desde el punto de vista de la seguridad de los huecos de escaleras y pozos de los ascensores, redundará en la calidad del servicio, pues no se perderán las cosas», apunta Ángel Luis Moliner, jefe de brigada de la Unidad Básica del Este, de UNISA.

«Algo que nos preocupa es que ya iluminamos algunos pozos y comenzaron a perderse las lámparas y hasta herramientas de los trabajadores nuestros que intervienen en el montaje.

«Podemos mostrar edificios que son joyas y otros donde el desentendimiento con la propiedad colectiva es catastrófico. Eso nos preocupa, porque aunque el comienzo del programa de sustitución de ascensores parezca una simple curita, es una cura millonaria, que aliviará el dilema de 20 000 personas aproximadamente en esta primera etapa», afirma.

Los rusos primero

«No estamos cambiando uno y dejando el otro viejo para salir del paso. Ese es un disparate de otros tiempos, cuando teníamos que estar inventando», aseguró Juan José Hernández Moreno, director general de UNISA.

Al referirse al orden de prioridad para reemplazar los equipos, aclaró que comenzaron por los rusos, y dentro de estos no se establecieron preferencias específicas, pues todos los reemplazados tenían un enorme número de problemas.

Hernández Moreno destacó la planificación del montaje en tres etapas, y la presencia de un técnico del país de origen de los aparatos al término de cada una de estas, para evaluar la calidad de las labores.

«La segunda fase es la más compleja, porque los que se cambiarán no son rusos, y por tanto hay que retirar las guías y poner otras. Además, la mayoría de los edificios donde se montarán son muy altos».

El Director señala como algo ventajoso haber incluido en el paquete de ascensores las herramientas para que las brigadas montadoras puedan realizar los trabajos con calidad, así como las piezas de recambio que garantizarán las reparaciones durante varios años.

Asegura que el montaje correrá a cargo de 18 brigadas creadas para asumir este programa, pues antes en UNISA solo existían cinco.

«Dentro del cronograma y el crédito de los 4,4 millones de dólares también previmos que un grupo de compañeros nuestros se prepararan en Rusia. En total asistieron siete especialistas, que tienen la responsabilidad de transmitir los conocimientos básicos para el manejo, montaje y asistencia técnica de estos elevadores.

«Para crear las 18 brigadas capacitamos a todo el personal de la empresa. De los 370 trabajadores hicimos una selección, y con los compañeros más experimentados las formamos».

Señala que gracias al Gobierno de la capital y al Instituto Nacional de la Vivienda prepararon un plan logístico donde se previó la compra de botas, overoles y transporte para llevar las brigadas a los sitios donde están trabajando, a fin de que comiencen temprano.

También a pie de obra se les lleva merienda y almuerzo para que no pierdan tiempo.

Causas sin azares

Por acuerdo del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, de diciembre de 2003, se creo el Grupo Nacional de Ascensores. Las causas que impulsaron esta decisión fueron principalmente algunas inseguridades en el funcionamiento de los equipos, falta de piezas de recambio y la necesidad de estandarizar las marcas.

También había gente brindando servicios relacionados con los elevadores sin tener licencia para hacerlo. Como consecuencia de esta arbitrariedad algunos edificios eran atendidos por técnicos particulares.

Se tuvo en cuenta que el Ministerio de la Industria Sideromecánica (SIME) atesora experiencia en el asunto para decidir que este organismo encabece el grupo.

Dominamos la relación de los proveedores y la estandarización de las marcas, explica Fidel Rodríguez Moreno. Foto: Franklin Reyes «Dominamos la relación de los proveedores y la estandarización de las marcas para poder mantenerlos funcionando», explica Fidel Rodríguez Moreno, presidente del Grupo Nacional de Ascensores.

En este Grupo participan todas las entidades y organismos que atienden los equipos en el país, entre estos el Ministerio de Comercio Exterior y el de Trabajo y Seguridad Social, que tiene a su cargo realizar inspecciones para evitar accidentes.

«En 2004 conformamos los métodos de trabajo, y por resolución del Ministro del SIME se pusieron en vigor los procedimientos de solicitud y aprobación de proyectos de ascensores, y la creación y composición del Grupo», señala Rodríguez Moreno.

«Asimismo entra a desempeñar su papel el órgano de registro adscrito al Grupo, el cual tiene la responsabilidad de emitir licencias de operaciones y aprobar los proveedores aceptados por el país. Junto a esto se creó el Comité de Expertos, integrado por COMETAL, UNISA y otras entidades».

Al referirse a los 83 ascensores adquiridos, afirma que cumplen con un grupo de normativas inherentes a la seguridad, garantía de piezas y funcionamiento de los sistemas vitales.

Insiste en que cada uno de los subsistemas con que cuentan estos aparatos se revisó meticulosamente para que nada quedara al azar. También tuvieron la posibilidad de hacer recomendaciones, para que se discutieran con los proveedores, a fin de enmendar cualquier dificultad antes de importarlos.

Todos los componentes del control de estos equipos son electrónicos, más compactos y fáciles de reparar. A su vez son más sensibles a factores como la humedad y exigen un mantenimiento sistemático y puntual.

El Consejo de la Administración en la capital aprobó un reglamento para el cuidado de los ascensores. Para no perder la garantía y asegurar la vida útil de esta inversión, insiste el funcionario, es necesario el cuidado de los cuartos de máquina y cumplir con todas las recomendaciones del fabricante.

«Su tiempo de vida útil es muy difícil de diagnosticar. Los que hoy tenemos montados, y que serán sustituidos por estos, tienen más de 35 años de explotación. Estos perdurarán mientras más los cuidemos y respetemos las normas de explotación sugeridas por los productores», apunta.

Disciplina tecnológica y social

«Antes nos quejábamos porque se rompían constantemente, pero había quienes dejaban que los tanques de agua de las azoteas se desbordaran, sin pensar que con eso agredían a los elevadores cuando por esta razón se mojaban», lamenta Noelvis Pérez, vecina de calle E número 5807, en Altahabana, uno de los inmuebles beneficiados por la inversión.

«Es preciso que a quienes violen las reglas se les impongan sanciones que de verdad les duelan. Multas que cubran el daño que hagan, porque con 50 pesos no se repone el sistema de un elevador si se rompe.

«Queremos cerrar los huecos de las escaleras para que ningún intruso nos dañe el elevador. Este edificio generalmente cuenta con vecinos muy conscientes; buena parte de los fundadores proceden de la CUJAE y tienen un grado de conciencia elevado para cuidar la propiedad colectiva».

El director de la Micro social en Ciudad de La Habana, Manuel Burón, apuntó que aunque los ascensores son de acero inoxidable, con botones antivandálicos y variadores de frecuencia y voltaje, requieren de un cuidado esmerado, por lo que tendrán asignados un custodio o un ascensorista, en dependencia de la capacidad de carga de cada uno.

La aprobación por el Consejo de la Administración Provincial de un reglamento para el uso y cuidado de estos equipos fue señalada por Burón como una de las medidas adoptadas para preservar los mismos. Este documento será discutido con los funcionarios de las direcciones municipales de Vivienda, en la junta de vecinos de cada edificio favorecido.

El funcionario precisó que trabajan en el aterramiento y colocación de pararrayos en varios edificios.

Daniel Dávila, director de SECONS, Empresa de Servicios Especializados de la Construcción, aseguró que antes de que se monten los ascensores, brigadas de esta entidad avanzan en la impermeabilización de las casetas donde se instalarán las máquinas electrónicas, así como sustituyen la carpintería de estos cuartos para evitar que se moje la técnica.

Mientras esto sucede, vecinos y quienes ahora sudan la camisa en el montaje, como el experimentado Juan Favier Heredia, reiteran que la Dirección de Vivienda en cada territorio debe exigirles más a los encargados de los edificios múltiples y supervisar la labor de los ascensoristas.

Estos equipos disponen de un sistema inteligente que si se violenta pone fuera de servicio al ascensor. «Nos estamos esmerando en el montaje. Solo falta que la gente cuide los nuevos equipos y quienes tengan que supervisar, tanto su explotación como el programa de mantenimiento, lo hagan con seriedad», insiste Favier, quien tuvo la satisfacción de ser el primer técnico en dejar listo uno de los ascensores.

«Estos equipos están entre los más modernos del mundo. Su fabricación es fresca y por tanto todos los que trataremos con esa tecnología tenemos que aprender. Nos estamos calando en el montaje; por suerte nos están ayudando técnicos rusos, quienes revisarán el trabajo hecho hasta ahora y darán el visto bueno.

«Todos estamos aprendiendo; incluso yo, que fui a Rusia, estoy aprendiendo sobre la marcha. Esta primera etapa ha sido difícil precisamente por tratarse del choque con una tecnología desconocida, que además tiene barreras idiomáticas».

Favier refiere que estos equipos establecen una relación como la del médico y el paciente. El mismo ascensor dice lo que tiene. Consta de un registro de códigos que va nombrando los errores.

Su capacidad previsora lo ha hecho pensar en el empleo de un simulador para enfrentar el proceso de adiestramiento. El proyecto poseerá un ascensor en miniatura en los talleres para ejercitar la corrección de fallas y preparar a las demás generaciones de técnicos.

Evitar los hachazos

Cuando JR abordó el tema de los ascensores por primera vez, hace unos seis meses, señalábamos que en ocasiones los bomberos tenían que arremeter contra las puertas de estos equipos, para sacar a quienes quedaban atrapados.

«Tenemos que llegar primero que los bomberos. Es un reto bien fuerte, pero necesario, porque lo que no podemos es permitir que se nos rompan ascensores tan caros», aseveró el Director de UNISA.

Hernández Moreno afirmó que ahora habrá menos sucesos como esos por tratarse de equipos muy fieles.

«Eso sucedía con frecuencia cuando estaban remendados y eran puro invento de nuestros técnicos, que trabajaban sin respaldo de piezas».

Pedro Pedroso Marcos, jefe de la Unidad Básica de Nuevas Tecnologías de UNISA, encargada del servicio de postventa, advierte que el ascensor requiere mantenimiento cada 15 días para comprobar niveles de aceite, estado de los cables y limpieza de los pozos.

Cuando se termine la etapa de montaje la postventa contará con brigadas compuestas de un mecánico con un vehículo y las herramientas para ofrecer el mantenimiento. Cuando se termine la etapa de montaje la postventa contará con brigadas compuestas de un mecánico con un vehículo y las herramientas para ofrecer el mantenimiento.

«Aspiramos a 30 ascensores por zona, para que sea fácil su atención y la llegada al edificio. Cada mecánico tendrá la obligación de ofrecer mantenimiento planificado.

«Tenemos que designar un mecánico para que controle esa actividad. Emitimos un documento que llamamos Hoja de Ruta, la cual será presentada al encargado del edificio, para que este de fe de que se cumplió con el mantenimiento estipulado.

«Quien paga ese servicio es Vivienda, y se corre el riesgo de que el encargado firme para quedar bien con el técnico y no se haga; entonces tenemos que crear un mecanismo de supervisión, para que eso se cumpla y sean dos supervisiones, la del propietario y otra de nuestra estructura.

«Sabemos que cada cinco años hay que pasarles la mano con profundidad a los ascensores. Esa es una norma internacional. Existen elementos que requieren de cambio en ese período. Mantendremos también las relaciones con la fábrica proveedora, que es muy competente, para no caer en crisis con los componentes.

«Iluminar bien los cuartos de máquina es otro desafío, para que por la noche los técnicos puedan trabajar cuando ocurra alguna interrupción, pues el servicio nuestro está disponible las 24 horas», añade.

Carlos Ramírez Ojito, director general de Servicios de Postventa de UNISA, apunta que en estos equipos rusos tecnológicamente solo cambian el sistema de maniobra y máquina, que todo lo demás se comporta como lo existente hace más de 20 años.

«Nuestros mecánicos ya tiene mucha experiencia en lo demás, me refiero al ajuste de las puertas y los elementos electromecánicos.

«Estos elevadores son muy sensibles al maltrato de los clientes, por lo que insistimos en el cuidado. No se deben forzar las puertas. Disponen de un sistema inteligente que si se violenta algo manda a poner fuera de servicio al ascensor».

Evidio González Curbelo, director de Conservación y Rehabilitación del Instituto Nacional de la Vivienda, declara que la responsabilidad de darle continuidad al trabajo de preservar estos equipos recae en las direcciones provinciales y municipales de la Vivienda.

«Son estas direcciones porque, como todos conocemos, son edificios de administración municipal, instancia que a su vez está subordinada a los órganos locales del Poder Popular».

Interrogado sobre cómo estas direcciones van a fiscalizar la labor de los encargados de los edificios y el servicio de mantenimiento que debe ofrecer UNISA, explica que «tanto las direcciones municipales como provinciales de la Vivienda tienen un aparato cuya responsabilidad recae en el funcionamiento y administración de estos edificios».

«No obstante seguiremos buscando fórmulas para establecer el mecanismo de preservación por parte de estas instancias, porque este programa no debe detenerse. Hay grandes perspectivas para continuar dando respuesta a la sustitución de los equipos descontinuados», aseguró.

El funcionario aclaró que paralelo al montaje de estos elevadores el Instituto de la Vivienda ha entregado recursos financieros y materiales a UNISA para la reparación y mantenimiento de otro grupo de elevadores, pertenecientes no solo a la capital, sino al resto del país.

Provincias como Santiago de Cuba y Camagüey, que tienen 14 edificios de la administración municipal cada una, gracias a eso han podido alargar la vida útil de muchos equipos, hasta que los beneficie el programa de ascensores que se está ejecutando.

«Con UNISA trabajamos para facilitar un grupo de recursos incluidos dentro del programa de la Vivienda. Hace pocos días, por ejemplo, le entregamos tres toneladas de electrodos, y así haremos en la medida en que lo necesiten y podamos.

«Eso hemos hecho con SECONS, que es la encargada de reparar los pozos de los elevadores, los cuartos de máquina y realizar el acabado de las puertas una vez montados los ascensores.

«A UNISA también le vamos entregando un financiamiento de aquellas piezas y productos que no tienen en su poder, y que es necesario en algún momento traer del exterior. En 2007 por ese concepto le entregamos 400 000 dólares».

Para que el programa de ascensores pueda sustituir los más de 400 elevadores obsoletos, en todo el país, que todavía tienen a cientos de personas sumidos en el dilema de subir y bajar de los altos edificios, se precisa de grandes sumas de dinero que paulatinamente se irán desembolsando.

En cambio, para mantener la comodidad de las cerca de 20 000 personas que a partir de ahora le dirán adiós a la fobia de las alturas hay un secreto barato: ¡cuidar!

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