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Abriendo paso entre escombros

Autor:

Juventud Rebelde

La recuperación ya comienza a verse en muchos lugares de Pinar del Río, aunque las heridas dejadas por el huracán Gustav todavía tardarán mucho en sanar

Poco a poco, la provincia de Pinar del Río comienza a recuperarse de los estragos causados por el que ya consideran el huracán más poderoso que ha atravesado este territorio.

Por lo menos así lo creen los hermanos Suárez: Agnelia, con 76 años; y Luis, con 71, ambos residentes en La Guasasa, curioso nombre de un montón de casitas sepultadas entre mogotes, en uno de esos peculiares valles intramontanos de Viñales.

«Pa’ la gente nueva esto va a ser tremenda experiencia. Cuando le digan ¡Ciclón! tú verás cómo reaccionan. Aquí todo el mundo estaba acostumbrado a que los huracanes se fueran por allá abajo, por San Juan o el Cabo de San Antonio, y nunca por esta vuelta», reflexionaba Luis con nosotros, mientras pelaba unas mazorcas de maíz, huérfanas por culpa del viento huracanado.

«Nosotros vivimos el ciclón del 44, pero este no tiene comparación. Además, lo peor no va a ser ahora, sino dentro de unos días, porque todo el mundo ha perdido las cosechas. Mire —dice mientras señala un descampado cubierto de vegetación dañada—, nos batió el plátano, el maíz y unas malanguitas que teníamos pa’ir tirando».

Y es que a cuatro días de que Gustav castigara el territorio pinareño por su misma mitad, todavía no ha logrado concluirse ni siquiera el escombreo de muchos pueblos, donde vegetación, tejas partidas, maderas astilladas y pedazos de postes se confunden en una misma amalgama.

La recuperación de Gustav será lenta y trabajosa. Todo el mundo lo entiende, como también se comprende que los recursos no están todos a la mano y que solo la laboriosidad podrá sacarlos del bache en que los lanzó el ciclón. Pero aún así, duelen lo perdido y el difícil camino de volver a lograrlo.

Mogotes asustados

Es casi seguro que la visión convencional del Valle de Viñales, Paisaje Cultural de la Humanidad, cambie después del paso del huracán Gustav.

En el piso están las tradicionales casas de tabaco que se distinguen desde los afiches, y los mogotes tienen un color amarillo quemado, testigo de que la fuerza del viento puede ser tan devastadora como el fuego.

El motel Los Jazmines fue virtualmente bombardeado, a tal punto que desapareció el mirador, y las 16 cabañas tendrán que ser derrumbadas, luego de perder techos, puertas, cristales y hasta cuartearse sus paredes.

Sin embargo, el director del hotel, Armando Fuentes, asegura que antes de terminar la semana abrirán el ranchón para ofertar comidas ligeras y bebidas, y quizá dentro de un mes posiblemente prestará servicios una parte del módulo de 48 habitaciones, aunque las 14 ubicadas en el edificio central, el más emblemático, tendrán que esperar.

Otros sitios turísticos que piensan abrir lo antes posible son el Mural de la Prehistoria, El Palenque e incluso algunos más impactados como La Ermita y Rancho San Vicente.

Aunque pueda haber quien no lo entienda, el turismo ahora hace más falta que nunca, porque trae ingresos a un territorio que recibe a miles de visitantes cada año, lo cual pudiera ayudar en parte, tanto en lo individual como en lo social. Piénsese en el costo de reconstruir, por poner solo un ejemplo, las más de 5 900 viviendas afectadas, cifra preliminar que representa entre el 75 y 80 por ciento del fondo habitacional del municipio.

Benditos electrógenos

La comida del día a día es una lucha cotidiana para muchos, y también para las autoridades, que tratan, en la medida de las posibilidades, de habilitar opciones diferentes para paliar la difícil situación.

Vital para esto es rescatar toda la cosecha que está en el piso, tarea que comenzó a ejecutarse desde el primer momento, pero que hoy en nuestro recorrido por diversos territorios vimos que avanzaba con más fuerza, al recuperarse la gente del impacto inicial.

Cultivos como plátano, frutales, arroz y viandas y hortalizas, así como el tabaco, este último fuertemente impactado en casas de secado, escogida y despalillo, estuvieron en la mira de Gustav, y aunque todavía es temprano para dar cifras definitivas sobre la magnitud de la debacle, nadie duda que tardarán mucho en recuperarse plenamente.

La luz brillante y el alcohol han vuelto a reaparecer, así como el gas licuado, que se distribuye paulatinamente en diversos lugares, aunque se han priorizado los municipios con situaciones más complejas.

Se han adoptado estrategias emergentes para paliar el déficit de electricidad, uno de los sectores más críticos en todo el territorio. Fueron colocados grupos electrógenos en enclaves vitales, como policlínicos, panaderías y centros de elaboración.

También se ha decidido hacer lo mismo para darles electricidad a las cabeceras municipales y los diferentes poblados, colocando grupos electrógenos en cada lugar, pues están en el piso más de 130 torres de alta tensión, cifra mucho mayor que las caídas cuando el paso de los huracanes Isidoro y Lili, que con un lapso de menos de una semana azotaron a Pinar del Río.

Se ha decidido tensar las fuerzas en la reparación de las líneas de

33 000 y 110 000 kv, las cuales enlazarán los grupos electrógenos con los principales núcleos habitacionales, y a su vez ir reparando las acometidas de hogares e instituciones.

Para analizar la marcha de estas labores, que involucran a brigadas de linieros de varias provincias, la ministra de la Industria Básica y miembro del Buró Político Yadira García Vera realizó un recorrido por varios de los territorios más afectados de la provincia, donde destacó la importancia de trabajar con celeridad y calidad, en aras de una rápida recuperación.

La señal empieza a llegar

Desde la última racha de viento de Gustav, los trabajadores de Radiocuba, junto a los de ETECSA y las brigadas de la Unión Eléctrica, se encuentran laborando en Pinar del Río.

Según precisó a JR Luis Armenteros, jefe de Mantenimiento de Radiocuba en la más occidental provincia, los daños en transmisión televisiva se concentran en las torres ubicadas en Salón y Cajálbana.

La primera les brinda servicio al municipio de La Palma y a las localidades de Puerto Esperanza y Santa Lucía; la segunda a San Cristóbal, Candelaria, Bahía Honda y parte de Los Palacios, además de zonas de provincia La Habana como Artemisa, Mariel, Guanajay, San Antonio y Caimito.

En la loma de Salón, donde existían dos torres, la fuerza de los vientos partió la principal, de la cual se desprendieron las antenas. En la torre que quedó se montaron sistemas de transmisión provisionales para tratar de transmitir, a más tardar la semana próxima, Cubavisión y Tele Rebelde: los dos canales VHF. En tanto los canales educativos (UHF) tardarán un poco más, precisó Armenteros.

Esta torre de 70 metros de altura, ubicada en una elevación de 564 metros sobre el nivel del mar, tiene una singular importancia en el territorio pinareño, agregó.

En el caso de Cajálbana el problema mayor es el local donde se encuentran los equipos de transmisión, cuyas paredes metálicas fueron arrancadas por Gustav. A partir de mañana, los dos canales principales deben salir y en la semana próxima los restantes.

En el caso de la radio —explicó el especialista— las transmisiones de onda media en Los Palacios, San Cristóbal y La Palma se encuentran afectadas y en los dos primeros hay que montar estructuras completas. «Como la torre de la Palma solo se partió por la mitad, con el fragmento que queda sacaremos la señal de Radio Rebelde».

No obstante, la población puede mantenerse informada por las estaciones que funcionan en FM, ya que este servicio no sufrió daños de consideración en la provincia.

Situación más compleja tiene la telefonía, ya que Gustav afectó unas 7 000 líneas en Pinar del Río, de las cuales todavía quedan por solucionar unas 4 500, mayormente por daños en las torres anteriormente mencionadas, y en postes y cables.

Sí se ha logrado restablecer la telefonía celular, dando cobertura a la mayoría del territorio, pero la fija todavía demorará.

Algo curioso es que muchos cables telefónicos y de fibra óptica caídos todavía funcionan, como sucede en Los Palacios, donde algunos yacen bajo montones de escombros, por lo cual no deben cortarse para evitar dejar a alguien sin el servicio.

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