Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La costa no duerme

Autor:

Yailin Orta Rivera

Pasaron 45 años desde que Fidel anunciara el nacimiento de una Marina de ¡Patria o Muerte! Para los jóvenes combatientes de las unidades coheteriles de costa esa sigue siendo una consigna irrenunciable

En un recinto pequeño, resguardados del sol quemante del mediodía, un grupo de reporteros observamos un video sobre aquel memorable día en que, con la presencia de Fidel y de Raúl, nacía la Marina de Guerra Revolucionaria. Íbamos de una imagen a otra, en un regreso especial hacia el año 1963.

Conservo aún, prendidas en mi memoria, las palabras del líder de la Revolución. Su voz, encendida, hacía sentir lo descomunal que resulta para Cuba tener «una Marina de ¡Patria o Muerte!», con el propósito de continuar nuestro destino de país con libertad.

Cuarenta y cinco años después, en una unidad coheteril de costa al este de la capital, se puede observar claramente que la preservación de nuestra independencia sigue siendo para los jóvenes que allí cumplen misión, su principal propósito.

Los enemigos, que a la larga han sido los mismos, aunque se hayan turnado en la sala oval o en sus intentos de recuperar la nación que una vez dominaron, van a seguir tropezando con una generación que no renuncia a su raíz, a su historia, a la obra que edifica.

Marinos somos

Los ejercicios preparan al combatiente para reaccionar rápidamente y con una altísima precisión, pues cualquier error puede tener incalculables consecuencias. Fotos: Juan Moreno Entre parajes tupidos de vegetación diversa sostuvimos un extenso diálogo con oficiales, suboficiales y marinos de esa unidad, quienes con sorprendente naturalidad desandan aquellos caminos que parecieran rutas de un trayecto maratónico.

Sus vivencias salpican. Asoman como si fueran parte de la bandera tricolor que ondea en la tierra que defienden en horas de desvelo, de prácticas agotadoras, de estudio y rigurosa disciplina.

El trabajo en la Marina de Guerra Revolucionaria continuamente se redobla. Así lo confirma en sus palabras el capitán de fragata Federico García Leyva: «Nuestra Marina no se sustenta solo en el empleo de sus unidades de superficie y otros medios de combate; a ella se integra la Marina de Guerra Popular, que está compuesta por personas que realizan acciones en estrecha cooperación con las fuerzas regulares.

«Se trata de un sistema defensivo al que se unen también los pescadores, los miembros de la marina mercante y de otros organismos. Están los hombres de mar en general que integran las formaciones especiales navales, destacamentos de observación y defensa de puertos, unidades de producción y custodia marítima».

El capitán de fragata García no pasó por alto sus objetivos primordiales: mantener el régimen operativo favorable y la defensa naval de nuestros mares y puertos, evitar el desembarco por mar del enemigo con obstaculizaciones explosivas, así como demorar y desgastar estas fuerzas con acciones especiales, ya sea en las regiones del litoral, cayos, puertos o en mar abierto.

«Acorde a la situación de cada territorio se emplean las diversas técnicas que poseemos, ya sean unidades de superficie, buques de diferente designación, lanchas coheteras o artilleras, y otros tipos de medios en los que se incluyen las unidades coheteriles de costa, como los de esta unidad».

Antes que cante el gallo

La calma no abunda por la instalación coheteril. «Antes que cante el gallo ya estamos haciendo ejercicios, ocupamos nuestras posiciones y nos preparamos para las diversas situaciones que puedan presentarse», sostiene el teniente de corbeta Doniel Prego Nápoles, ingeniero radioelectrónico de armamento naval.

Se graduó hace solo un año en la Academia Naval Granma, y en su período de adaptación ha pasado por interiorizar que la entrega tiene que ser a fondo en su profesión. «Si fallo, el recorrido del cohete no tendrá efectividad. Estaría lejos de alcanzar el objetivo enemigo si me equivoco en su alistamiento», confiesa.

Explica también cómo las cuotas de responsabilidad aumentan para quien tiene bajo su mando a varios marinos, a quienes tuvo que preparar para el cumplimiento de sus funciones. «Con frecuencia he tenido que regresar a los libros para ofrecerles una amplia preparación técnica profesional», refiere.

Para el teniente de corbeta Rubén Pompa González, ingeniero de laboratorio de radar, la práctica constante es lo que complementa la formación integral.

Nada, y menos la defensa, admite improvisación. Así lo afirma el suboficial Miguel Porcel Barroso, quien lleva un año y medio cumpliendo el Servicio Militar Activo. Allí ha aprendido a asumir determinadas misiones como parte de la concepción estratégica de la Guerra de Todo el Pueblo.

«Me desempeño como técnico de equipo director de fuego de una instalación de lanzamiento, y respondo por el radar y el sistema de dirección de fuego. Recibo los cohetes alistados, los estibamos y les introducen los datos para hacer el lanzamiento», explica el joven de solo 21 años.

Reconoció además el nivel de presión que implica trabajar con el armamento. «Cualquier error —dijo— puede tener trascendencias enormes; como tenemos un tiempo límite debemos maniobrar rápido, pero con precisión. No se pueden violar las actividades de disposición combativa».

Mujeres apasionadas

A la teniente de corbeta Yadira Baldaquín Campos, desde sus tiempos de estudiante preuniversitaria el color del uniforme de los combatientes de la Marina le llamaba mucho la atención. Hoy lo lleva orgullosa después de haberse graduado en la Academia Naval Granma de ingeniera radioelectrónica en servicios radiotécnicos.

«Esta especialidad tiene mucha Matemática, Electricidad, Antena, Sistema de radares, y aunque resultan complejas, para mí el mayor reto fue enfrentarme a la natación. Pero cuando uno tiene interés y pasión por lo que hace todo te va saliendo bien, y los temores se superan».

Al igual que la teniente de corbeta Baldaquín, otra joven se entrega a las labores de la Marina desde esta unidad coheteril de costa como jefa de atención de laboratorio. Desde hace seis años la teniente de fragata Mileydis Chávez Rivera terminó sus estudios superiores en la Academia Naval, y actualmente tiene bajo su mando a seis subordinados.

«A la vez que me supero debo entrenar a los más jóvenes que llegan; con esas responsabilidades apenas tengo tiempo para dedicarle a mi familia», expresa Chávez, como todos la nombran, quien resalta la suerte de que sus padres la apoyen y entiendan los sacrificios que implica su profesión.

«Para cualquier combatiente es indispensable el apoyo de tus seres queridos, porque yo misma a veces me paso meses sin verlos; pero sé que los tengo ahí, orgullosos de lo que soy, y por ellos también trato de ser mejor cada día».

—¿Por cuántos otros sacrificios transita el desempeño de esta profesión?

—Ser mujer no es una limitante, pero sientes en un comienzo el peso de las guardias, de la preparación militar, de ese entrenamiento que no cesa. El mayor temor que siempre tenemos es que te den una misión y no puedas cumplirla; eso le quita el sueño a cualquier combatiente de las FAR.

«Todos tenemos una cuota muy alta de compromiso. Aquí hay pequeñas unidades que cumplen misiones específicas, pero el trabajo de todas se interrelaciona. Se alistan los cohetes, se comprueban, son estibados a los diferentes portadores, se preparan las instalaciones que van a trasladarlos... todo simultáneamente y cada quien lo hace en sus tiempos establecidos. Por eso un solo error puede afectarlo todo».

Las voces de los jóvenes entrevistados expresan sentido del deber por cuanto han vivido. Los marinos Franklin Rojas, Rafael Pita y Darién Domínguez admiten que en los primeros días les impactó ver tanta variedad de técnica y el estado de preparación de las tropas.

«La hora de la verdad nos tocó cuando escuchamos por primera vez la alarma de combate; hubo que moverse rápido, sin tiempo para pensar mucho. La alegría vino después cuando vimos que todo había salido bien; así no hay enemigo que escape. Quien está en la calle no puede imaginar cuánto se hace desde los lugares menos imaginados para cuidar nuestras fronteras y el país en general», manifestó Darién.

La guerra para ellos no es una imagen insólita, sino una realidad para la cual se entrenan diariamente. Como cubanos que nacieron en la Revolución conocen de los acechos de la fuerza imperialista y de la política hostil que Estados Unidos mantiene contra Cuba desde hace casi medio siglo.

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